Un lugar vedado a curiosos y accesible solamente por aire durante la temporada de lluvias, en el norte de Australia: una granja del gigante del lujo LVMH destinada a la cría de una raza de cocodrilos caracterizada por sus pequeñas escamas que se utilizar en bolsos. Para asegurarse suministros y colmar la demanda al alza, LVMH y Hermès en la última década han acumulado granjas de cocodrilos en Australia, poseyendo la mayoría de ellas. El tema indignó al mundo y hubo fuertes críticas.
A fines de febrero la actividad es más intensa, porque coincide con la puesta de huevos de los reptiles. Alrededor de 4.000 huevos por año se recogen en la naturaleza adyacente, para luego ser trasportados a Coolibah, donde son colocados en incubadoras hasta que eclosionan. En una habitación, con una temperatura constante de unos 33ºC, las cajas repletas de huevos se reparten en estantes separados por un corredor.
"Son muy sensibles a la temperatura. Al comienzo de la etapa de incubación, nos permite determinar el sexo de los ejemplares. Nos interesan en particular los machos, porque crecen más rápido", explica Ben Hindle, director de las dos granjas de LVMH en Australia.
Inspeccionando las cajas se ven crías recién nacidas. Emiten un sonido monocorde para "llamar a sus hermanos para que eclosionen sus huevos, incubados todos al mismo tiempo", indica. Después son trasladados a los criaderos, del tamaño de un granero, con grandes tinajas con agua parcialmente cerradas, donde las crías se agrupan en camadas de entre 30 y 40 durante aproximadamente nueve meses. Son alimentados seis veces a la semana con carne picada de canguro.
"La piel del vientre está conformada por escamas muy pequeñas, detalle muy apreciado en particular para confeccionar bolsos", explica Hindle. Los cocodrilos pasan el tercer y último año de vida en recintos individuales alambrados, en un gran campo, para evitar que se muerdan o rasguñen la piel, antes de ser sacrificados con pistola eléctrica.
Su piel se envía a Singapur, a una curtiembre comprada por LVMH en 2011, que provee cuero a todas las marcas del grupo. A pesar de la demanda, los cueros exóticos de la industria del lujo son muy criticados. El jueves, tres activistas de la asociación PETA, en bikini y con máscaras de cocodrilos, se manifestaron ante una tienda Hermès en Sídney.
"Un animal muy inteligente y sensible es criado en cautiverio y sometido a una vida horrible de sufrimientos antes de ser sacrificados para fabricar artículos de lujo", denuncia Aleesha Jones quitándose su máscara. Grandes marcas, como Chanel, han renunciado a los cueros exóticos.
LVMH, por su parte se defiende: "dejen libres a nuestras marcas de utilizar estos materiales y a nuestros clientes de comprarlos". "Intentamos las mejores prácticas posibles...", dice un responsable.
Grahame Webb, presidente del sector Cocodrilo en la Unión internacional para la protección de la naturaleza, ha ayudado a LVMH defendiendo la explotación comercial de los reptiles, un compromiso para él necesario para poder preservar una especia al borde de la extinción en los años 1960.
"Nunca se logrará hacer simpáticos a los cocodrilos entre la gente que vive cerca de ellos. Pero si se les otorga un valor económico, esas personas estarán dispuestas a soportarlos", arguye. En el Territorio del Norte, en 2017, entre explotación y turismo, ingresaron 80 millones de dólares.