(Por Giselle Bugge).- La localidad chubutense de El Maitén es el refugio de tesoros históricos que convocan la atención de visitantes de todas partes del mundo, como los talleres y el museo del tren a vapor La Trochita, los cuales son espacios colmados de arte, relatos y oficios que van a su propio ritmo contagiando la sensación de estar fuera del tiempo.
Más que una atracción turística, recorrer tanto los talleres como el museo del expreso patagónico -ubicados en la estación del tren de la localidad cordillerana- resulta un viaje en el tiempo, al "transportar" a los visitantes a la época dorada de los trenes a vapor en la Patagonia, que aún late en este pueblo de estepa y montañas.
La rica historia y el encanto único de la mítica Trochita se mantienen vivos en ambos espacios, así como la tradición ferroviaria.
MÁS INFO
Este contenido se hizo gracias al apoyo de la comunidad de El Destape. Sumate. Sigamos haciendo historia.
"Los talleres y el museo son visitados por muchos turistas tanto nacionales como extranjeros y están abiertos durante todo el año", dijo a Télam la coordinadora de Turismo de La Trochita El Maitén, Yanina Sanpedro.
Sanpedro destacó que durante el año se realizan visitas guiadas para los colegios de la localidad y de la zona con el propósito de generar conciencia de la importancia que ha tenido el ferrocarril en sus inicios y en la actualidad como "recurso cultural y turístico de toda la región".
Con respecto al turismo, la coordinadora detalló que reciben "sobre todo a ferro-aficionados, mecánicos que quedan maravillados por las instalaciones del taller, a quienes les llama mucho la atención el funcionamiento de las herramientas y maquinarias antiguas y el trabajo artesanal de sus trabajadores".
Los talleres son el lugar donde se realizan las reparaciones generales de locomotoras y coches.
Las maquinarias y herramientas son únicas y a partir de ellas son elaboradas de modo artesanal todas las piezas que ya no tienen fabricación industrial, motivo por el cual al personal de los talleres se los reconoce como los "artesanos del tren".
Al atravesar los portones del lugar, con sus techos altísimos y paredes de chapa, es imposible no abrir de par en par los ojos para intentar divisar por completo a las enormes máquinas de antaño, utilizadas por mecánicos, soldadores, herreros, torneros, caldereros y carpinteros.
El aroma de estos talleres es una mezcla particular que evoca y transporta a un mundo de nostalgia y trabajo artesanal. Se puede percibir el distintivo olor a aceite lubricante, metal, combustible, un aroma robusto que se entrelaza con notas de madera y hierro forjado, creando una atmósfera peculiar y una sensación de un viaje al pasado que varios pobladores añoran y que sin duda dejó su semilla en este lugar.
Nacido en El Maitén e hijo de un exherrero del taller, el ferroviario Ángel Morán trabaja desde hace 16 años en La Trochita y, en la actualidad, es ajustador oficial de primera y encargado de personal.
"Como la mayoría de quienes están acá, vengo de familia de ferroviarios, y es por eso que nos gusta tanto", dijo en referencia a esta labor que también desarrollaron casi el total de los ancestros de quienes hoy trabajan en los talleres.
"Acá se hacen todas las reparaciones generales de la locomotora. Antes se hacían muy seguido, ahora como estamos con menos gente lo que hacemos son reparaciones intermedias", explicó Morán, y señaló que esto sucede por "la falta de material, pero siempre estamos haciendo el mantenimiento de la locomotora".
Con respecto a las visitas, Morán precisó: "Siempre estamos atentos a los turistas para atenderlos de mejor manera. Ellos pueden recorrer el taller y ver las distintas máquinas, como el torno vertical, el torno de rueda, soldadoras, fragua, y el martillo automático, entre otras, todas en funcionamiento y perfecto estado".
Por su parte, el ferroviario y actual subgerente de La Trochita, Oscar Mansilla, quien tiene un amplia historia en los rieles, rememoró su paso por los talleres: "Ingresé a las 16 años al ferrocarril, fui trabajador de los talleres de reparaciones, estuve en carpintería, en levante, todo lo que es ajuste de bogue, en control de trenes, hice la carrera de la máquina, llegué a ser conductor y hoy soy subgerente".
El museo del tren a vapor La Trochita es también un lugar emblemático, con su pequeño recinto cargado de recuerdos y aventuras que denotan el paso del tiempo.
Al caminar por el museo es imposible pasar por alto el deslumbramiento de los más jóvenes por los objetos y artículos antiguos de los que pueden acceder información sobre su utilidad en viejos tiempos gracias a la cordial encargada del lugar, "Mari", quien comparte sus profundos conocimientos sobre el mundo de los trenes.
"Tenemos fotos, escritos y elementos que se usaban en esas épocas. La formación comenzó a funcionar en 1945 hasta 1993 como un tren de línea, un tren general", recordó.
"En 1993 -continuó- el tren se cierra por decreto presidencial, y al año siguiente lo toma la provincia de Chubut con fines turísticos, que es lo que se está haciendo ahora, mientras que el museo se inauguró el 31 de agosto del 2004."
"Recibimos muchas visitas, mucho turismo extranjero" aseguró la mujer, y destacó que "el turista extranjero está encantado por lo que es La Trochita", al tiempo que lamentó que, en ocasiones, el turista nacional "no valora lo que es esto".
Orgullo de todo un pueblo y sus alrededores, La Trochita es uno de los pocos trenes de esas características que aún funcionan en el mundo. Posee una trocha angosta de 75 centímetros y es un Monumento Histórico rodante que ofrece paseos turísticos por la región a aquellos visitantes que deseen disfrutar de una experiencias memorables en el corazón de la Patagonia argentina.
Con información de Télam