La Comisión Administradora del Río Uruguay (CARU), organismo binacional creado en 1975 por Argentina y Uruguay, clasificó nueve diferentes ambientes donde viven y se pueden apreciar las cerca de 500 aves que habitan el río Uruguay, en una actividad para toda la familia.
A ellos se les agrega el Parque Nacional El Palmar, a 40 kilómetros de Colón y 65 de Concordia, que cuenta con un observatorio al que anualmente arriban cientos de aficionados para observar a más de 250 especies que conviven en el parque, el 25% de las familias que existen en Argentina.
Si uno busca realizar avistaje, lo esencial es "verlas sin ser visto": ropa poco llamativa, hablar en voz baja, realizar movimientos lentos en círculos y paralelos a las aves para no ahuyentarlas, y los horarios más adecuados son el amanecer y las horas previas al atardecer.
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En los bordes de caminos y rutas, el turista es acompañado por calandrias, jilgueros, chingolos, cardenales, espineros, caranchos.
Los campos de cultivos son el hogar de alados como el pecho colorado o los capuchinos; mientras que en zonas urbanas y suburbanas los gorriones, fruteros, lechuzas y rapaces de gran porte dan singularidad a las ciudades de la costa entrerriana.
Los pastizales con ñandúes, inambúes, tiránidos y el tordo amarillo (monumento natural provincial y especie en riesgo de conservación) sufren su destrucción para agricultura o forestación, lo que provocó una pérdida de la biodiversidad y disminución de las especies.
Los montes están repletos de horneros, espineros, carpinteros y trepadores, a pesar de su reducción a "pocos parches", ante el desarrollo de la actividad agrícola.
La selva en galería o ribereña es el hogar de fruteros, tingazúes, urracas y pavas de monte, aunque la urbanización no planificada (countries) y la invasión de cultivos leñosos exóticos, son sus principales enemigos.
Un sinnúmero de aves como patos, garzas, bigüaes y chorlos viven en los humedales, su lugar de refugio, alimentación y nidificación, afectados por los incendios y la mano del hombre.
Arroyos, cañadas y lagunas son la casa del martín pescador, gallinetas, jacanas, benteveos y patos, que se dejan observar y conocer su vida, hoy en día modificada por la contaminación del agua al estar cerca de producciones agrícolas y ganaderas.
Por último, el cauce principal e islas del río albergan especies únicas de hábitos migratorios como el águila pescadora, el halcón peregrino, rayadores, gaviotines.
Se alimentan principalmente de peces, por lo que es muy importante el cuidado de la calidad del agua ante los efectos de fertilizantes y contaminantes del agua.
En 2021, un estudio de la CARU detectó que los PCBs (sustancias químicas sintéticas) aún persisten y son acumulados en peces del río Uruguay, a pesar de haber sido prohibidos hace varias décadas.
También registró insecticidas, herbicidas y fungicidas, y zonas de aguas con presencia de aluminio 10 veces más de lo recomendado, tres veces la cantidad de amonio y seis veces más del hierro permitido por normativas internacionales.
Asimismo, los monitoreos sobre la calidad de agua en cada una de las playas coinciden en un aspecto "limpio, sin floraciones algales visibles" por lo que pueden usarse para "uso recreativo" y sin "niveles de alerta de bacterias tóxicas", según el último análisis reportado el 12 de febrero pasado.
Muchas aves tienen sus nidos en una costa y cruzan diariamente en busca de su alimento al estar "a vuelo de pájaro", frase que se utiliza para referirse a un camino corto entre dos lugares.
Con información de Télam