Los volcanes de Pocho, una cadena de cráteres de la era cenozoica enclavada en el noroeste de la provincia de Córdoba, se proponen como alternativa para los amantes del turismo aventura que gustan de largas caminatas en paisajes insólitos, campamentos y tesoros arqueológicos.
Cerca de las localidades de Taninga y Salsacate, en el departamento cordobés de Pocho, se emplaza una cadena volcánica inactiva que data de hace más de siete millones de años y que conserva restos fosilizados que se escondían en las entrañas de la cadena de sierras de Pocho.
Algunos de los picos que aún se mantiene de pie desde la primera etapa de la era cenozoica son La Ciénaga, de 1300 metros de altura, que da la bienvenida con su forma cónica; y el cerro Poca, de 1600 metros, oculto entre los cerros Azules y Yerba Buena, que con sus 1760 metros sobre el nivel del mar, es el punto más alto de las Sierras de Pocho.
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El acceso a los volcanes de Pocho está en propiedades privadas, pero existen senderos habilitados para llegar hasta la cima del volcán Poca y ser protagonista de una postal insólita entre sierras y arroyos, con cinco volcanes inactivos y un enorme campo poblado de palmeras caranday.
Una de las travesías sugeridas por operadoras de turismo es de tres días y tiene su punto de partida en la Finca del Volcán, un lugar que brinda alojamiento y gastronomía.
Desde allí, se emprende un recorrido de 10 kilómetros que rodea el volcán Ciénaga, a través de campos, monte y palmas caranday, hasta el campamento base del cerro Poca en Alto de la Cruz, donde se recomienda pasar la primera noche, tras una marcha estimada de ocho horas.
El desafío continúa el segundo día, con la cumbre en el cerro Poca, donde es posible avistar cóndores, entre otras aves típicas de la zona.
El último tramo del circuito contempla una caminata por el margen del arroyo Cañada de Salas hasta el pueblo homónimo, a los pies del cerro Veliz, desde donde se comenzará el ascenso al cerro Corralón, elevado a 1200 metros sobre el nivel del mar y que antiguamente era utilizado por los habitantes de la zona como corral para los animales.
A lo largo del recorrido hay sitios históricos y vestigios arqueológicos como aleros y morteros utilizados por los Comechingones, aborígenes que poblaban el lugar.
Se recomienda llevar bolsa de dormir, ropa de abrigo, dado que la temperatura puede descender a los 10 grados, y un calzado cómodo.
También se sugiere llevar sombrero o gorro de lana, guantes, cuello polar, protector solar y gafas de sol, y se aconseja contar con linterna, bolsa de nylon y alguna prenda impermeable.
Con información de Télam