La cercanía con la naturaleza, uno de los ejes centrales que promueve la práctica del avistamiento de aves, estimuló un "cambio" en la actitud de la sociedad, evaluó el biólogo Horacio Matarasso, pese a que sostiene que "todavía falta mucho".
"Hay muchos problemas ambientales. No sé cuánta educación ambiental hay en la gente, pero todos somos más conscientes de que había que parar un poco y somos conscientes de que todavía falta mucho", manifestó a Télam Matarasso, presidente del Comité Internacional de la Feria de Aves de Sudamérica y vicepresidente de la Asociación de Guías de Aves Argentina.
"El cambio climático es una realidad y hay que prestarle importancia al entorno en el que vivimos. No son solo fenómenos naturales, el ser humano también participa", reflexionó el especialista.
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Las actividades humanas generan cambios en el clima del planeta y las aves, como indicadoras de la salud de los ambientes, permiten conocer los impactos del cambio climático de manera rápida.
El aumento de la temperatura en solo 2°C incrementaría el riesgo de extinción del 30% de las especies en el mundo, según datos difundidos por la organización Aves Argentinas.
Otros efectos derivados de las actividades antrópicas, como la subida del nivel del mar, la fusión acelerada del hielo polar y los glaciares y las sequías, provocan cambios en la dinámica y distribución de las aves y afectar la composición de las comunidades.
En paralelo, la caza furtiva también supone una amenaza para la conservación de algunas especies, a pesar de que se trata de una tendencia que parece comenzar a aplacarse.
Matarasso comenzó a vincularse con el mundo de la ornitología hace cuatro décadas, durante su educación secundaria, y siempre supo que quería estudiar la carrera de biología.
"Empecé a observar aves por la provincia de Buenos Aires, a mis 17 años. Por donde iba había gente con jaulitas, con llamadores para atraparlas. En aquellos tiempos, se acostumbraba a organizar ferias donde se compraban y vendían pájaros silvestres. Era común que la gente tuviera pájaros en sus casas, mucha gente tenía uno", recordó el especialista.
"Hoy hay otra conciencia", sostuvo respecto de una actividad que, vinculada a una cuestión cultural, se transmitió de generación en generación durante muchos años.
"La persona que iba a cazar era medio como una heroína. Ahora, si sale a cazar, no lo cuenta, lo hace medio escondido, no sale con llamadores; sabe que no está bien visto", analizó el especialista.
"Si miro hacia atrás, noto un cambio. En las casas ya no hay tantos pájaros en jaula como antes. Me parece que también se cambió mucho el rifle por las cámaras de fotos y por los binoculares", remarcó el biólogo.
Con información de Télam