(Por Alejandro San Martín)I.- La ciudad brasileña de Belém, en el estado nordestino de Pará, es un enclave fundamental para el desarrollo del turismo sustentable y el cuidado del mayor pulmón verde del planeta: el Amazonas, y en ese sentido, su elección para ser sede de la COP 30 en el año 2025 y de la Cumbre de Países Amazónicos, que se realizará el 8 y 9 de agosto próximos, será una oportunidad única para que los ojos del mundo se posen en el lugar y pueda asimismo mostrar las particulares propuestas turísticas que ofrece.
"Estamos con una gran expectativa. Somos caboclos, somos negros, somos mestizos, con mucha musicalidad, una cultura muy fuerte, y la presencia de los países amazónicos para la cumbre amazónica, como la Guyana Francesa, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia, Venezuela y nuestros 9 estados brasileños que integran la región, va a reforzar esa identidad", dijo a Télam la secretaria de Cultura del Estado do Pará, Úrsula Vidal.
Además, para la oportunidad se espera la llegada de unas 7.000 personas que participarán de la pre cumbre, a realizarse los días 4 y 5 de agosto, así como también de invitados especiales, como el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y otros líderes europeos, con la intención de reforzar las políticas sobre protección de la Amazonia que impulsa el presidente del Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva.
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Ante la consulta de por qué se eligió Belém como sede de la Cumbre, siendo Manaus la ciudad amazónica más importante, Vidal respondió que el Estado de Pará "está liderando la agenda ambiental, con un plan estadual de bioeconomía, un plan de conservación que combate la deforestación, que se llama Plan Amazonia, una ley sobre cambio climático, y un gobernador que está liderando las asignaciones políticas y está muy cerca del presidente Lula".
Pero el foco mundial no sólo estará puesto en esta cumbre, sino que también en la del Cambio Climático, COP 30, que se desarrollará en 2025 y que ha elegido a Belém como ciudad anfitriona.
Para este acontecimiento internacional, que atraerá a más de 70.000 personas de todo el mundo, ya hay comprometida una financiación de 5.000 millones de reales (unos 1.000 millones de dólares), "un subsidio por una parte reembolsable y por otra no, que será destinado a obras de infraestructura", detalló la funcionaria.
El cómo alojar semejante cantidad de personas es algo para lo que se está preparando la ciudad con dos años de anticipación: se va a construir una terminal de cruceros para que la gente quede alojada en las embarcaciones; obras de infraestructura hotelera; y se prepara la Isla de Marajó para que muchos de los asistentes se queden ahí y viajen hacia Belém durante las jornadas, con el derrame económico que significa para esas poblaciones.
Belém ha hecho del turismo sustentable una política de estado, como queda demostrado en Marajó, una isla de más de 42.000 kilómetros cuadrados (más grande que Suiza), a sólo un par de horas en catamarán navegando por el río Paracuararí, uno de los tantos que forman parte del delta del río Amazonas.
Esta gran isla (Belém cuenta con 36 y más de 60 kilómetros de canales), es un ejemplo de sustentabilidad turística con el eje puesto en el llamado "Turismo de base comunitaria", que se practica en las dos ciudades más importante de la zona: Soure y Salvaterra, por el que los pobladores locales practican la autogestión de los recursos naturales y culturales de manera que los beneficios sean distribuidos más equitativamente que con el turismo de grandes emprendimientos e inversiones.
Para ello cuentan con la ayuda del Sebrae (Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas), cuyo coordinador de las acciones de turismo en Pará, Pericles Carvalho, explicó a Télam que tiene la misión de "promover el desarrollo sustentable de los pequeños negocios en el Estado".
"Lo primero que hacemos es entender el negocio de forma individual y mostrarle a la persona cuales son las alternativas de mercado que puede buscar para el desarrollo de su empresa, y de ahí pensar juntos para buscar nuevos mercados, mayor canales de venta y más clientes", añadió.
Las dos ciudades de la isla están bañadas por aguas de río que se entremezclan en cierto período de tiempo con las del océano atlántico, por lo que el sabor puede variar del dulce al salado de acuerdo a los meses del año, con arenas blancas y servicios, por ejemplo en la playa del Pesqueiro, para recibir a los turistas, que por lo general proceden de Francia por la cercanía de la frontera con Guayana.
Dos emblemáticas comunidades de la isla de Marajó, Pesqueiros y do Ceu (del cielo), son ideales para descubrir la cultura de los pobladores, navegar en embarcaciones entre manglares, participar de una procesión marítima, vibrar al ritmo del carimbó y degustar los típicos platos locales en base a pescado fresco, cangrejos o carne de búfalo, entre otras exquisiteces.
Y es justamente el búfalo uno de los distintivos de la isla. Según cuentan los lugareños llegó a estas tierras como consecuencia de un naufragio en el siglo XIX y se adaptó fácilmente al calor, la humedad y la llanura. Ahora, no sólo proveen de las proteínas necesarias, como leche o carne, sino que son de una docilidad fuera de los común, al punto que hasta la policía local los utiliza como medio de transporte para la seguridad urbana.
De regreso a Belém, quien quiera sorprenderse con los productos amazónicos, tanto por tamaño, diversidad y "rarezas, debe darse una vuelta por el Mercado Ver-o-peso donde se percibe el ritmo frenético de la ciudad, con gente yendo y viniendo, y vendedores llamando a degustar y comprar platos típicos, como el típico peixe com açaí, el fruto más popular.
En largos puestos distribuidos en un caótico orden, se encuentran frutas nunca antes vistas (cupuaçu, bacuri, muruci, etc.), semillas de tamaños diversos y camarones infinitos, además de carritos, bolsas, el típico açaí, bolsas de harina de tapioca, castañas de pará y también de cajú, cajas con bananas y de los más variados pescados, y las infaltables pociones e infusiones para cualquier tipo de dolencias.
Otros imperdibles para conoce son el Teatro de la Paz, inaugurado en 1878 durante período del auge del caucho e inspirado en la Scala de Milán; la cidade velha, con su impronta colonial portuguesa; el Mercado de Carne, de especial fisonomía; el Forte do Presepio; y la Basílica de Nuestra Señora de Nazaret, donde se realiza una de las más grandes fiestas religiosas del mundo, entre otros.
"Belém es una entrada de la Amazonía, entonces es muy rico, con árboles, ríos, bañada también por el mar, y esta posibilidad de tener muchas cosas diferentes para presentarse al turista. Además, Embratur en esta etapa apuesta mucho al turismo sostenible y este es un destino muy especial para este tipo de turismo, con gente simple y acogedora que no descarta nada de la naturaleza", precisó Shirley Rocha, supervisora del departamento de Experiencias y Competitividad del Instituto Brasilero de Turismo (Embratur).
Respecto a la Cumbre de la Amazonia y la COP 30, Rocha sostuvo que "va a ser un empujón para el turismo sustentable, porque el mundo entero va a estar mirando para acá, y es la oportunidad de Brasil de mostrar todo esto, de mostrar la Amazonia, de la que mucho se habla pero se sabe poco".
Con información de Télam