Un equipo del Laboratorio de Ecología del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras del Conicet investigó cuánto carbono azul (llamado así porque es obtenido por los océanos) capturan las marismas –un tipo de humedal– de la Costa Atlántica Sudamericana. Argentina se destaca especialmente en el rubro porque posee el 95 por ciento de la región. Según el estudio publicado en la revista Nature Communications, esta vegetación captura casi 48 toneladas de carbono por hectárea al año y almacenan en sus suelos más de cuatro millones de toneladas. Así, el estudio plantea un nuevo frente de lucha contra el cambio climático desde esta parte del mundo.
Las marismas son ambientes intermareales vegetados ubicados entre la tierra y la costa, con una apariencia similar a la de los pastizales. Las plantas que se ubican allí soportan grandes cantidades de agua salada y poseen la particularidad de poder atrapar y almacenar los sedimentos que trae la marea cuando sube. Para la investigación, los y las científicas estudiaron la costa desde San Clemente del Tuyú hasta Río Gallegos, lo que equivale a 3 mil kilómetros.
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“Las marismas acumulan una importante cantidad de carbono por año lo que hace que tengan un rol fundamental en el contexto de cambio climático. Es necesario proteger ese reservorio ya que cualquier transformación en el ecosistema, como la urbanización o mismo el aumento del mar, puede hacer que ese stock de carbono se libere a la atmósfera”, explica Paulina Martinetto, principal autora del estudio, a la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes.
El equipo de investigación también analizó los factores que hacen que las marismas acumulen o liberen más o menos carbono. Una de las variables más llamativas es la presencia de cuevas de cangrejos que lo entrampan y permiten que se acumule en el suelo. Además, al crecer la marea, las marismas capturan los sedimentos, crecen y el carbono se entierra.
De Argentina al mundo
La bióloga cuenta que si bien las marismas son investigadas hace tiempo a nivel global existe un gran sesgo informacional sobre aquellas que se ubican en el hemisferio sur. En el último tiempo, comenzaron a salir algunos artículos que aportan datos sobre lo que sucede en esta parte del mundo, como el presente estudio y otro sobre la situación de las marismas australianas.
Hasta el momento, se estimaba que estos humedales a nivel global capturaban unas 300 toneladas de carbono por hectárea al año. Sin embargo, con las nuevas investigaciones el cálculo disminuyó a 186 toneladas. “Esto no quiere decir que las marismas acumulen poco carbono, sino que hay distintas variables que hacen que unas capturen más y otras menos. Además, estos números dan cuenta que la información no solo se restringía a lo que se sabía del hemisferio norte, sino que incluso con nuevos estudios que surgieron de aquella parte del mundo, también faltaban datos de esas marismas”, afirma Martinetto.
Ante la pregunta de por qué hay falta de datos de esta parte del mundo, la bióloga explica que analizar “miles de muestras de más de 3 mil km de costa” requiere de un gran financiamiento, de colaboraciones con investigadores del exterior y de tiempo.
“Una de las críticas que hacen los revisores a los países en desarrollo cuando presentan investigaciones es que son muy ‘locales’. En este caso nos decían que solo hablaba de Argentina, a lo que respondí con una carta diciendo que ‘el trabajo no es muy local porque analiza el 95 por ciento de las marismas de Sudamérica’ que fortuitamente están en este país. No sé cuántos trabajos hay publicados con esa magnitud, además de que los ecosistemas no entienden de límites geopolíticos”, advierte.
No es una cuestión de fe
La publicación de este artículo se da en un momento crítico para Argentina. Por un lado, el actual presidente Javier Milei es un negacionista del cambio climático; por el otro, su gestión apunta a desfinanciar el Conicet, principal ente de producción científica y tecnológica de Argentina y Latinoamérica.
Martinetto reflexiona ante la Agencia: “Las evidencias científicas de todo el mundo demuestran que el cambio climático existe, no es creer o no creer. El desfinanciamiento provocorá desconocimiento en torno a cómo tratar este problema, a cómo funciona la naturaleza y como esta nos provee herramientas para hacerle frente.”
Y concluye: “En definitiva, no apoyar las investigaciones científicas que contribuyen a esta lucha promoverá las malas prácticas porque si no conocemos qué soluciones podemos tomar es posible que las medidas que se adopten no sean exitosas”.
Además, el estudio llevado adelante por el equipo del Conicet contribuye al Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero, que forma parte de los compromisos asumidos dentro de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático.
Con información de la Agencia de Noticias Científicas