Atucha II, una de las tres centrales nucleares que posee Argentina junto con Atucha I y Embalse, se encuentra fuera de funcionamiento desde octubre del año pasado cuando hallaron una irregularidad en el reactor. Tras varios meses de estudio del problema y el desarrollo de herramientas 100% nacionales, en junio comienza la reparación y se estima que volverá a funcionar en julio de este año. Desde la Agencia de noticias científicas de la Universidad Nacional de Quilmes nos acercamos al predio nuclear para conocer el presente y futuro del reactor más grande del país.
La Central “Presidente Dr. Néstor Carlos Kirchner”, también conocida como Atucha II, está ubicada en la localidad de Lima, partido de Zárate, y es operada por Nucleoeléctrica Argentina S.A. Si bien su construcción comenzó en 1982, estuvo paralizada desde 1994 hasta 2006, año en que se relanzó el Plan Nuclear Argentino. Finalmente, en 2014 comenzó a entregar energía a la red y hoy en día cuenta con una potencia de 745 megavatios.
Junto con Atucha I y Embalse (ubicado en Córdoba) proporcionan el 7 por ciento de la energía del país, lo que cobra mayor importancia si se tiene en cuenta que este tipo de energía tiene un bajo impacto ambiental al generar ínfimas cantidades de gases de efecto invernadero.
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Problema y reparación
En agosto del año pasado, el equipo de Nucleoeléctrica Argentina S.A. alertó que el caudal de refrigerante del canal de combustible era menor al esperado y, meses más tarde, detectó la causa: uno de los cuatro separadores del reactor se había desprendido y obstaculizaba una boquilla por donde pasa el combustible. Se trata de un metal cilíndrico que pesa cerca de 15 kilos. Si bien el problema no afectaba a las personas ni al ambiente, sí podía generar daños dentro del mismo reactor. En este sentido, los profesionales definieron que el mejor camino era la extracción de la pieza.
Tras la puesta en contacto con diversas empresas nacionales e internacionales para evaluar qué herramientas podían intervenir el reactor, la central nuclear avanzó en el desarrollo de herramientas robóticas y tecnológicas de carácter innovador y de origen nacional. El procedimiento se basará en el ingreso al reactor, la ubicación y división en partes del separador (dado que su tamaño es superior a la boquilla que obstaculiza) y la extracción.
Así, junto con pymes locales, los profesionales desarrollaron una herramienta que permite la electroerosión, es decir, el corte en partes del separador dentro del reactor nuclear. También, crearon una ventosa para poder agarrarlo, una mesa para fijarlo y una pinza para colocar las distintas partes metálicas en una canasta y retirarlas. Aún hay más: todo se maneja mecánicamente desde la zona superior del reactor y visto mediante imágenes de video, como si de una laparoscopia se tratase.
El desarrollo de las herramientas avanzó en un 90 por ciento y actualmente los operarios entrenan a través de un simulador del reactor de tamaño real (14 metros) denominado “Mock-up” –el mismo que fue utilizado en un incidente ocurrido en Atucha I décadas atrás–. Asimismo, se fabricaron los elementos en escala 1:1 de la zona del reactor que será intervenida y se recrearon las condiciones mecánicas, térmicas y químicas.
El equipo de Nucleoeléctrica Argentina se encuentra a la espera de la validación de las herramientas por parte de la Autoridad Regulatoria Nuclear y se estima que en junio comiencen las operaciones. Además de la extracción del separador, se realizarán soldaduras en los otros tres para evitar problemas similares a futuro. Si todo sale de acuerdo a lo esperado, Atucha II volverá a proveer energía en julio de este año.
Transferir el conocimiento
El mock-up que se utiliza para evaluar las herramientas y para el entrenamiento del personal fue el mismo que se empleó en 1988 con el reactor nuclear Atucha I Presidente Juan Domingo Perón. El 11 de agosto de ese año, su funcionamiento se vio interrumpido debido a daños en los canales de combustible.
“Aquel incidente nos encontró sin experiencia y sin ningún tipo de ayuda por parte del diseñador original. Tuvimos que capacitarnos, desarrollar nuestras propias herramientas y ponerlas en práctica”, cuenta a la Agencia de noticias científicas de la UNQ el vicepresidente de Nucleoeléctrica Argentina S.A. y magister en Economía de la Energía y Medio Ambiente, Jorge Sidelnik. El final fue bueno y el 8 de enero de 1990 Atucha I volvió a funcionar hasta hoy.
“Sabemos que podremos con el incidente de Atucha II porque pudimos aquella vez dentro de un contexto de hiperinflación y cortes de energía constantes. Aquellos trabajadores transfirieron su conocimiento a los que estamos hoy por lo que estamos más preparados”, agrega. La importancia de este antecedente es tal que el simulador del reactor lleva una placa que reza: “La historia se repite: ‘no hay imposibles cuando se trabaja con pasión, dedicación y en equipo’”.
Un futuro nuclear y sustentable
En paralelo, el Complejo Nuclear avanza con el proyecto de extensión de vida útil de Atucha I, también ubicada en la localidad de Lima en Zárate. El objetivo es que la primera central argentina y de América Latina, con una potencia eléctrica de 362 megavatios eléctricos, funcione veinte años más. Para ello, la parada de reacondicionamiento tendrá una duración de treinta meses y se realizará entre 2024 y 2026. Además, implicará una inversión de USD 450 millones y la creación de dos mil puestos de trabajo directo e indirecto.
Por otro lado, se proyecta el avance de la construcción de la cuarta central nuclear: Atucha III, la cual se ubicará en el mismo predio de Zárate y contará con una potencia eléctrica bruta de 1.200 megavatios eléctricos y una vida útil inicial de sesenta años. El proyecto supone una inversión de USD 8.300 millones y permitirá incrementar en más de un 60 por ciento la generación eléctrica de origen nuclear.
Con información de la Agencia de Noticias Científicas