Esta semana se conoció que el Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires tomó posesión de la casa de Ricardo Barreda. Así lo estableció una resolución del Juzgado Contencioso Administrativo N° 3 de La Plata, en línea con la ley provincial N° 14.431, promulgada el 27 de diciembre de 2012. La norma establece el procedimiento por el cual el lugar será entregado al municipio de La Plata para que luego de una serie de adecuaciones, se ponga en funcionamiento un lugar de atención de la violencia de género.
Se trata de la vivienda en la que el odontólogo cometió el cuádruple femicidio en noviembre de 1992 del que fueron víctimas la esposa de Barreda, Gladys McDonald, su suegra, Elena Arreche, y sus hijas, Cecilia y Adriana Barreda.
La ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la Provincia de Buenos Aires, Estela Díaz, señala que se trata de una iniciativa de hace muchos años pero que se encontraba frenada debido a cuestiones burocráticas. “Cuando asumimos en el Ministerio enseguida nos pusimos a trabajar para concretarlo”.
Según establece la ley, el Ministerio debe transferirle el inmueble a la municipalidad de La Plata. Se espera que la semana que viene o la que le sigue se pueda hacer el ingreso a la propiedad para tener un primer diagnóstico de las condiciones en las que se encuentra. Luego se fijará una fecha para hacer la entrega. “Esto podría ocurrir a fin de año”, aseguró la funcionaria.
El ministerio provincial ha generado un diálogo con las mesas intersectoriales de violencia que tiene a todos los actores institucionales (locales y provinciales) y también a las organizaciones sociales, donde se ha discutido cuál debe ser el objetivo de esta casa. “Tendremos que hacer un seguimiento porque tenemos que garantizar que el inmueble se recupere y se utilice para lo establecido. Es una casa que está destruida. Lo haremos con gente especializada en preservación. Va a haber que hacer un diagnostico de como está y luego un presupuesto para restaurarla y ponerla en funcionamiento. Será costoso, pero vamos a colaborar con La Plata para que esto se concrete. Nos ocuparemos y acompañaremos con recursos de la Provincia e incluso nacionales”.
Díaz destaca que la gestión de La Plata tiene muchas deudas con los derechos de las mujeres. “Es muy deficitaria la atención en violencia de género. Los centros de atención primaria tienen un deterioro enorme, cuando son lugares de cercanía que tanto necesitamos”.
La ministra señala que esta iniciativa surgió de los colectivos y organizaciones feministas. “Era una demanda importante porque estos femicidios ocurrieron hace más de 28 años y así como tuvimos un repudio y un pedido de justicia también hubo algunos sectores sociales que lo reivindicaron durante mucho tiempo”.
“La sociedad ha cambiado mucho en los últimos 30 años en torno a su construcción de las violencias por razones de géneros y es muy importante que lugares como este, que fue un lugar del horror femicida, se transforme en un lugar para la prevención, para la atención de la violencia, pero también para la memoria. Es algo que venimos impulsando desde el Ministerio porque lo venimos haciendo con otros familiares de víctimas de femicidio y aprendimos mucho. Hay sitios que tienen un papel pedagógico y preventivo. Y un lugar tan emblemático como ese tiene que tener esa tarea”, agregó en diálogo con El Destape.
Por su parte, la concejala del Frente de Todos, Ana Castagneto, afirmó que lograron aprobar una ordenanza que establece que “todos los bienes inmuebles que el municipio adquiera, de forma directa o, como en este caso, como expropiación de un organismo del Estado, que tengan que ver con causas de violencia de género se deberán destinar a esta temática”.
“Incluimos en la ordenanza un artículo que obliga al municipio a usar esos lugares para asesoramiento, atención de la violencia y que tenga equipos interdisciplinarios especializados. Contar con ese espacio físico va a ser muy importante para el tema de violencia en la ciudad”, añadió.
“La Plata es una de las localidades con más llamados a la línea 144 y la Secretaría municipal de Violencia y Asistencia a las Víctimas brilla por su ausencia. De hecho, desde que Carolina Píparo se fue de ese cargo quedó acéfalo. Dicen que nombraron a alguien, pero oficialmente no hay nadie, con todo lo que eso implica. Es un tema más que delicado”.
Cuádruple femicidio
El domingo 15 de noviembre de 1992, Ricardo Barreda se encontraba en su casa ubicada en el centro de la ciudad de La Plata. Era odontólogo, al igual que una de sus hijas, y tenía el consultorio en su vivienda. Según su propio relato, ese mediodía le dijo a su mujer que iría al garaje a limpiar unas telarañas que había en el techo y a cortar la parra que estaba muy crecida.
Siempre según su testimonio, su mujer le dijo “Andá, conchita”. Barreda buscó la escopeta que tenía guardada, le cargó los cartuchos y disparó: primero a una de sus hijas, luego a su suegra, después a su esposa y por último a su otra hija.
Después se fue al zoológico de La Plata, pasó un rato por el cementerio para “hablar con sus padres” y se encontró con su amante para ir a comer una pizza y a un hotel alojamiento ubicado en la localidad de Punta Lara.
En sus primeras declaraciones, el odontólogo intentó hacer pasar los femicidios como parte de un robo, para lo cual había desordenado la casa. Sin embargo, a las pocas horas confesó el hecho.
En 1995 fue condenado a prisión perpetua y en 2008 obtuvo el beneficio de la prisión domiciliaria por tener más de 70 años. Allí se fue a vivir con su novia Berta al barrio de Belgrano de la ciudad de Buenos Aires. En 2011, la Sala I de la Cámara Penal de La Plata le otorgó la libertad condicional.
Falleció el 25 de mayo de 2020, a los 83 años, luego de un paro cardíaco en un geriátrico ubicado en el partido de San Martín, donde vivió en el último tiempo.
El periodista y escritor Rodolfo Palacios sostiene que el caso es emblemático por la gran repercusión que tuvo en los medios y porque se trataba de un hombre, en teoría, tranquilo, que a veces no les cobraba a los pacientes que no tenían dinero y que, de un día para el otro, mata a las 4 mujeres de su familia. “En un momento se llegó a pensar que Barreda era una víctima. Algo que hoy sería impensable”, aclara.
“Hacían chistes. En Mar del Plata incluso había médicos que se juntaban y que habían creado estampitas de San Barreda. Cuando salió en libertad había gente que le pedía autógrafos, se sacaban fotos. No solo hombres sino también mujeres. Los tiempos por suerte cambiaron”, exclama.
El autor del libro “Conchita. El hombre que no amaba a las mujeres”, cuenta que en el juicio quedó en claro que el hecho fue planificado. “Nunca quedó claro si todas las cosas que él decía, como por ejemplo que lo llamaban ‘conchita’ y que lo maltrataban, eran verdad”, agrega Palacios.
El periodista, que supo entrevistarlo más de diez veces a lo largo de varios años, asegura que Barreda no mostraba arrepentimiento, sino que lo contaba como algo “liberador”.
“Un dato interesante es que él siempre quiso recuperar la casa. El quería volver y seguir trabajando de odontólogo. Quería volver a ser él mismo, pero sin ellas”. Sin embargo, a casi 29 años del cuádruple femicidio, la casa se convertirá en un espacio de lucha contra la violencia de género.