Una de cada tres mujeres, lesbianas, trans y travestis estuvo expuesta a algún tipo de contacto físico no deseado por un colega en el ámbito de la política y el sindicalismo. Así lo confirman los resultados de la segunda encuesta nacional en Argentina (2021) -la primera fue realizada en 2018- sobre violencia machista y desigualdades de género que llevó adelante el Observatorio Julieta Lanteri, la Fundación Friedrich Ebert y la Fundación para la promoción de la Economía Social y Cooperativa (Fundeco).
El estudio, difundido este jueves, se construyó en base a 970 testimonios reunidos a lo largo y ancho de todo el país. El objetivo principal fue identificar y evaluar las diferentes experiencias de las mujeres y diversidades en la política. "Es un fenómeno persistente y transversal a todos los espacios, constituye una barrera para la plena participación en igualdad de condiciones", advirtieron. Y sostienen: "Como muestran los datos de nuestra investigación, las diferentes manifestaciones de violencia machista son una cristalización de la cultura patriarcal en el ámbito de la política".
De las personas encuestadas: su promedio es de 43 años; más de la mitad reside en Buenos Aires (34%) y CABA (23%); 9 de cada 10 se autoperciben mujeres (93%) y el resto (7%) se percibe como no binarixs, lesbianas, transgénero, trans o travestis. Por otra parte: 1 de cada 4 participa o participó en un espacio político, un 18% en organizaciones sociales, un 16% en el Poder Ejecutivo, un 15% en organizaciones gremiales, un 11% en organización LGBTI+ y feministas y un 11% en el Poder Legislativo. En cuanto a roles un 34% participa como militante de base, un 29 % como referentx /dirigentx y un 18 % es funcionarix.
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En diálogo con El Destape, Karina Iummato, una de las investigadoras que llevó adelante la encuesta, nos contó: "Sirve para identificar y visibilizar las experiencias de violencia machista en la política a mujeres militantes de base -con cargos de representación y dirección- en todo el país. El informe nos da cómo se manifiesta la violencia machista y las desigualdades de acuerdo a la convivencia de distintos tipos y manifestaciones de violencias simbólicas, psicológicas, físicas, sexuales y económicas". Además señaló que se mantienen experiencias de discriminación en relación a los cuidados, los roles de mujeres y diversidades frente a los varones y los diferentes tipos de violencia mencionados como en 2018.
De todas formas, comparando ambos trabajos de investigación -con tres años de diferencia entre uno y el otro-, expresó: "Establecimos un principal punto de diferencia que tiene que ver con que nos dieron más dispares (para abajo) los números vinculados a las violencias simbólicas y con todo lo que tiene que ver con desigualdades en roles como la toma de la palabra y demás". Pero señaló: "Nos dieron más alto las violencias sexuales y físicas: un 6% de mujeres y diversidades dicen haber sido abusadas sexualmente. En 2018, nos daba menos del 1%". De todas formas, la investigadora aclaró que esto no quiere decir que haya más o menos violencias sino que al imponerse una agenda feminista y de género, "tal vez se constribuyó a que en las organizaciones se empiecen a visibilizar estas cuestiones y se denuncie más".
Por otro lado, en relación a las desigualdades más simbólicas que tienen que ver con la organización dentro del ámbito político, los honorarios, las tareas de cuidados o las mujeres que además son madres, Iummato resaltó que "pueden haber variado por un fortalecimiento de las mujeres" y que a su vez, en algunos lugares haya habido modificaciones para que estos temas sean reflejados y corregidos. Por ejemplo, en relación a los protocolos de violencia de género, remarcó que el problema está en la comunicación o en la falla para implementarlos. "Solo un 8% dijo que había protocolos de prevención y de intervención y que se utilizaban. También ahí uno combina que entre eso y los protocolos todavía faltan herramientas para prevenir esas situaciones y poder intervenir, para que se sientan contenidas y protegidas", señaló.
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La investigadora del Observatorio, FES y Fundeco dejó en claro que estos tipos de violencia machista son tranversales a todo el arco político y las organizaciones y que son sufridas por mujeres y diversidades con diferentes modalidades y herramientas. Años anteriores realizaron detalles donde muchas militantes sindicales contaron experiencias y prácticas de violencia que se mantenían: no darles una oficina, invisibilizarlas en las reuniones, hacer bromas sexistas e incomodarlas. "Lo que interpretamos entre este año y el 2018 es que puede ser que en muchos ámbitos, de la mano del ascenso de nuevas militantes mujeres y de la agenda feminista, los varones se cuidan mucho más y son más políticamente correctos. No es tan abierto que digan determinadas cuestiones. Sin embargo cuando son minoría, en el núcleo duro de la política, las compañeras siguen contando las mismas anécdotas. Si hay un 50 y 50, disminuyen esas prácticas porque no se sienten con la misma comodidad", sostiene.
Iummato remarcó que el concepto de que las mujeres "no sirven para la política" se basa en la concepción de que la política es cosa de varones. Todavía, a pesar de todos los cambios y las luchas, sigue siendo un ámbito de desigualdad y donde la mujer es menospreciada por sus capacidades. Con respecto a esto, analizó: "Hay sospecha en la mujer que hace política; si una mujer es de determinada forma o se maneja de determinada forma, se la critica. O si tu forma de ser no es la estipulada como la que debe tener un varón o si se tienen características masculinas... Las grandes críticas a Cristina Kirchner eran que tenía un carácter muy fuerte pero en un varón eso no hace ruido". Y cerró: "Solo se toleran a mujeres modosas, con roles subordinados, que no levantan la voz y que no tienen roles protagónicos. Eso tiene que ver con que la política está arraigada a una cultura patriarcal y machista, lo que pasa de fondo está en la disputa del poder, la represenación y los sectores más conservadores no quieren perder sus privilegios".
La Ley 27.412 de Paridad de Género en Ámbitos de Representación Política (2017) llegó para marcar un hito en la lucha por la igualdad de género, garantizando el acceso real de las mujeres a espacios de representación. Más allá de esto (y que en provincias como Corrientes, Tierra del Fuego y Tucumán no es implementada), es clave entender que no es lo mismo la formalidad que la práctica. "Para nosotros ahí está la brecha, tiene que ver con que la violencia machista está relacionada a una desigualdad estructural de género, donde mujeres y diversidades estamos en todos los ámbitos en desigualdad de relaciones y subrepresentadas", dijo la investigadora.
La paridad puede verse en lo legislativo y en lo partidario pero, por ejemplo, en el ámbito sindical "ni siquiera rige el cupo del 30%", advierte Iummato. O por ejemplo en el ámbito ejecutivo, que recién pasó a discutirse hace menos de un año. "Son algunas leyes que ni siquiera están aplicadas, las representaciones de la política no responden a cuestiones paritarias. Y además, existe brecha en la práctica de la política vinculada a una cultura patriarcal que viene de la sociedad y tiene muchísimos años. Es algo progresivo, va más allá de aplicar una ley pero lo normativo lo que hace es empujar", sentenció.
Datos que preocupan en las cifras del Observatorio Julieta Lanteri, FES y Fundeco
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Violencia sexual y maltrato verbal en la política
El dato más preocupante es que una de cada tres mujeres, lesbianas, trans y travestis, estuvo expuestx a algún contacto físico no deseado por un colega en el ámbito de la política; mientras que también reflejó que al menos una de cada cinco mujeres fue chantajeada sexualmente para conseguir un recurso, un ascenso, una candidatura, un cargo u otro puesto similar. Por otro lado, una de cada cuatro sintió miedo de ser abusadx sexualmente por lo menos una vez en su carrera política y el 6% fue abusadx.
Además de los abusos físicos, otro factor que afecta la participación en partidos políticos es la preponderancia del maltrato verbal. En relación a esto: dos de cada cinco mujeres y diversidades recibieron comentarios, bromas y críticas sobre su personalidad (nerviosa, loca, sensible y similares) reproduciendo los micromachismos ya conocidos, que remarcan los estereotipos de género; dos de cada tres recibieron comentarios sobre su desempeño o capacidad de realizar tareas políticas; una de cada tres recibieron comentarios sobre su orientación sexual o identidad de género y 2 de cada 3 recibieron comentarios por su forma de vestir.
Asimismo una de cada tres fueron chantajeadxs o presionadxs con información personal para evitar su participación en las actividades; una de cada diez fue maltratada verbalmente o amenazada; dos de cada cinco tienen miedo de ser atacadas físicamente y una de cada cinco asegura haberlo sido.
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Trabajo igualitario, o no tanto
En la misma encuesta, una de cada tres personas manifestaron que reciben "menos apoyo económico" de su organización que sus pares varones para su desarrollo político y más de la mitad de las encuestadas mencionaron que hay diferencias entre las tareas políticas que desarrollan los hombres con respecto a las de las mujeres y diversidades. Además, sus compañeros manejan más información y toman más la palabra en actos y encuentros.
A su vez, cerca del 40% dijo que tener personas bajo su cuidado afecta o dificulta mucho la participación; mientras que llevar a las personas que están bajo su cuidado a una actividad política se transforma en un problema en más del 70% de las oportunidades. La mayoría dejó en claro que los horarios de dichas actividades no contemplan las tareas de cuidado y que hay pocas alternativas para resolver dichos inconvenientes. Más de la mitad de las mujeres y diversidades encuestadas (57%) aseguran tener a alguien bajo su cuidado.
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Violencia machista en redes sociales
Es importante destacar que este tipo de violencias se reproducen no solo en las actividades partidarias, actos o encuentros; sino también en las diferentes redes sociales. Tanto es así que dos de cada tres mujeres, lesbianas, trans y travestis fueron insultadas o ridiculizadas después de realizar alguna publicación u opinión referida a la política -al menos una vez-; casi la mitad de las personas encuestadas fueron acosadas o amenazadas y en el 50% de los casos se difundió propaganda política o fake news buscando desprestigiar su imagen.