Entre los sectores más golpeados por la pandemia, el aislamiento, la cuarentena administrada y las restricciones vigentes, se encuentra el turismo. Los operadores están hace siete meses completamente paralizados y toda una industria que en muchos casos es la principal fuente de ingresos de localidades enteras se ha derrumbado a niveles históricos. La crisis económica, el bolsillo golpeado y los vaivenes del dólar tampoco colaboran. Muchos que antes usaban sus ahorros para viajar, vacacionar o simplemente disfrutar de un fin de semana afuera de sus casas, hoy hacen cuentas para llegar a fin de mes.
En ese contexto, emerge la ilusión de un verano donde el flujo de visitantes ayude a levantarse al sector. No será sin asumir que la provincia, el país y el mundo viven una situación impensada, una coyuntura inédita que obliga a establecer mayores controles, reforzar protocolos de higiene y seguridad y alentar al máximo el cuidado personal. Un paso en falso -como un brote en una zona turística de relevancia- no sólo implicaría detener las actividades en algún lugar puntual, sino que sentaría un precedente que podría obligar a las autoridades a imponer nuevas prohibiciones.
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En Entre Ríos, si bien el escenario epidemiológico no es ideal (más de 12 mil casos y dos localidades con transmisión comunitaria, una de las cuales -Gualeguaychú- tiene un fuerte ingreso por turismo) las autoridades provinciales están dispuestas a avanzar en la apertura de complejos turísticos a partir de noviembre. Así lo señaló hace pocos días el ministro de Producción, Turismo y Desarrollo Económico, Juan José Bahillo: "Trabajamos fuerte con el gobierno nacional, los municipios y provincias vecinas en la posible reapertura del turismo, pero es una decisión atada al comportamiento de la pandemia".
"La Nación desarrolló un sistema de seguimiento del turista a través de una aplicación para que el ciudadano que quiera viajar quede registrado en una base de datos donde se consigna su situación sanitaria, el destino al que va y desde donde sale" indicó el funcionario en contacto con medios oficiales. Y acotó: "Tenemos que ser ambiciosos y buscar alternativas, sabemos que la mayoría de los turistas vienen de Buenos Aires y provincias vecinas y nuestra tarea es estar listos para cuando ingresemos a una nueva etapa. Somos extremadamente cuidadosos, pero no nos detenemos".
Pese al mal momento, los operadores miran con optimismo los anuncios de reapertura. "Estamos preparándonos. El panorama es difícil, pero las perspectivas son esperanzadoras. Esto nos llena de ilusión" indicó a El Destape, Leonardo Schey, presidente de la Cámara Entrerriana de Turismo. El dirigente detalló que, de acuerdo a lo dialogado con autoridades provinciales, el regreso sería progresivo, con pruebas piloto dentro de la provincia: "Hay un protocolo para todo, para alojamientos, para gastronomía, para playas, para turismo rural. Todo tendrá su hoja de ruta. Sabemos que preparan un seguimiento informatizado de los turistas, pero no sabemos si, por ejemplo, habrá que presentar hisopado negativo con 72 horas de anticipación”.
Si bien no han trascendido detalles de cómo será el funcionamiento de complejos ni qué cuidados deberán tomarse, Schey adelantó que de acuerdo a lo charlado un sector de todos ellos deberá estar destinado a alojar posibles visitantes que presenten síntomas de coronavirus o cuyo diagnóstico esté confirmado, para que permanezcan aislados.
La posibilidad de abrir es la luz al final de un túnel que concluye con el 45% de los locales gastronómicos registrados con sus persianas bajas, con el 28% de los hoteles que han decidido cerrar sus puertas y con seis mil familias que han tenido que renunciar a la actividad: "Muchos han vendido mobiliario y herramientas, sobre todo quienes alquilaban salones. Algunos han sobrevivido gracias los ATP -Programa de Ayuda al Trabajo y la Producción, a través del cual el Estado pagó parte del salario de privados- pero en su mayoría llegaron tarde y no hubo forma de volver atrás. El propio Schey tuvo que tomar la drástica decisión de cerrar un hotel de 45 habitaciones que históricamente manejaba su familia: "No se pudo sostener. Ahora sigo en el rubro, con un complejo de bungalows. Somos resilientes y sacamos de donde no tenemos, para seguir en esto".
Una de las localidades que más ha sufrido el parate ha sido Federación. Un total de 230 establecimientos, que representan unos 1.200 puestos directo de trabajo, no abren sus puertas hace más de 200 días. En su mayoría son pequeñas y medianas empresas. Con expectativa, trabajan en un protocolo para su parque termal, uno de los 16 que tiene la provincia en total.
En Gualeguaychú, por otro lado, se ilusionan con un Carnaval adecuado a las nuevas circunstancias: se bajarían los desfiles a seis y con ocho mil personas como máximo en el corsódromo –llega a haber 20 mil en circunstancias normales-. Sin embargo, desde la Comisión que conduce el evento, indicaron que necesitan un subsidio de alrededor de 18 millones de pesos para poder desfilar. En Concordia, en cambio, tres de las cuatro comparsas del Carnaval firmaron una carta anticipando que no participarán del evento, por la falta de tiempo, de recursos y de claridad en la organización.
Mientras se finalizan los protocolos provinciales y se aguardan las habilitaciones oficiales, en Colón el gobierno municipal a cargo de José Luis Walser tomó la posta y comenzó un trabajo coordinado con el sector privado denominado Comunidad Responsable. Gracias a ello, unos 350 operadores turísticos de la localidad se capacitaron en seis módulos: salud en el nuevo escenario turístico; medidas sanitarias; higiene y seguridad; aplicación de protocolos y buenas prácticas; aspectos ambientales y aspectos legales en la nueva realidad.
“Como consecuencia de ello obtuvieron un sello de calidad. Ese sello, que es único y distintivo de la ciudad, le va a permitir al visitante asegurarse que el operador que los reciba está preparado para lo que se vive en la actualidad” explicó Walser a El Destape.
El mandatario municipal resaltó además que Colón es la ciudad turística más importante de la provincia –entre enero y febrero registraron más de 600 mil pernoctes- y por eso cree que era su responsabilidad liderar un proceso de reactivación: “Para algunas localidades como la nuestra el turismo es la principal fuente de ingresos. No podemos imaginarnos un verano sin temporada. Sabemos que si somos responsables, si nos cuidamos y controlamos, lo podemos hacer”.
El jefe comunal habló además de la prueba piloto llevada adelante el último fin de semana en las playas colonenses: “Arrojó un saldo más que positivo. Con la amplia extensión de terreno que tenemos, podemos dividir la playa para que aquellos que sean grupos estrechos puedan mantener la distancia con otros. Saliendo de esa cuadrícula, deben usar el barbijo, ponerse alcohol en gel y lavarse siempre las manos. Hay senderos para la entrada y salida del agua y los espacios comunes van a ser estrictamente controlados”.