Jugando los niños y niñas adquieren habilidades emocionales, físicas, cognitivas y sociales que serán esenciales para su vida adulta. Y el juguete es una herramienta fundamental para para crecer libres y saludables. Por eso, en esta época en que el modelo binario de géneros está en crisis, el mundo de los juguetes está en pleno desarrollo de cambio. Si bien todavía los universos rosas para las nenas y celestes para los nenes con sus respectivos roles son predominantes, lo cierto es que cada vez se cuestiona más esa mirada sexista de los objetos lúdicos.
Se ha avanzado bastante. “En la actualidad los padres y a veces los abuelos permiten que los chicos puedan elegir juguetes que salen de la normatividad en la que crecimos los mayores. Durante mucho tiempo fue muy excepcional que dejaran jugar a un chiquito con una muñeca, más que a una nena con un autito. Hoy en día esa movilidad se va dando y es muy interesante”, dice Cecilia Montenegro, psicoanalista que forma parte del grupo de trabajo de diversidad del Centro Ameghino.
En efecto, los que imponen preconceptos como colores o tipo de juguetes que debe tener un niño o niña corre por cuenta de los adultos, que a su vez han naturalizado sin cuestionarlos demasiado. “En Bélgica, el uso del rosa y el celeste para nena y varón respectivamente, siempre fue al revés. Tendemos a naturalizar las características referidas al género. Para nuestro universo simbólico, esa repartija entre nenes y nenas tienen mucha pregnancia. Hay algunas buenas novedades sociales donde el nene se quiere llevar una muñeca y el papá no sólo lo deja, sino que además no se queda angustiado pensando en que mañana va a ser una nena, quizás pueda pensar en que traerá alguna consecuencia, pero duerme tranquilo. Eso es algo muy nuevo que se ve en determinados grupos socioculturales que hace 15 años no se veía.”, cuenta Montenegro. Y lo festeja; ella es testigo de muchas historias de personas trans castigadas con ferocidad por sus padres porque las descubrieron jugando con muñecas fabricadas por ellas mismas.
Vidrieras en reparación
Si bien los colores clásicos binarios son preponderantes, lo cierto es que, tímidamente, se observan cambios en las diferentes versiones de los escaparates. En sus webs, las jugueterías ya no exhiben sus productos bajo los rótulos “nenas” y “nenes”, sino que lo hacen por categorías como “muñecas y bebotes”, “ladrillos y bloques”, “figuras de acción”. Emanuel Poletto, presidente de la Cámara Argentina de la Industria del Juguete (CAIJ) cuenta que hace unos 5 años que vienen trabajando con el tema de identidad de género. “La industria observa estos cambios de paradigma sociocultural, tanto del mundo como en la Argentina. En la cámara se hacen seminarios con los fabricantes y esto se refleja en varios juegos: por ejemplo la línea Petit Gourmet tiene cocinas de colores; incluso productos que tradicionalmente estaban clasificados como masculinos, como una pistola lanza slime, hoy en su packaging tiene una nena y un nene”. Poletto acota que, si bien hay empresas más proclives al cambio, también es necesario que haya más demanda: “Hay todo un canal de comercios y fábricas que por una cuestión de escala productiva de costo y eficiencia tienen que tener un modelo lo más homogéneo posible, y así tener también precios más accesibles. Entonces, si le vienen nueve pedidos de cocinas rosas y uno solo de muchos colores, la cosa se le complica”.
Vivan las diferencias
La industria avanza hacia la fabricación de juguetes inclusivos, sobre todo desde las Pymes. Con un nombre inspirado en una muñeca de un cuento ruso, Vasalisa comenzó por una necesidad personal y se fue expandiendo a base de historias reales. “Comencé a hacer muñecas para recuperar la pelota de trapo, consciente del acervo cultural que tiene el textil en tiempos en que el plástico se imponía. Mi hijo no veía muñecos varones ni en casa, ni en los comercios, así que empecé a hacerlos”, cuenta Gabriela Cavallone, creadora de Vasalisa, juguetes x la diversidad. Luego, una amiga tuvo una hija con síndrome de down y encontró un mundo de infancias invisibilizadas, por temores, ignorancias o prejuicios, y quiso que estas infancias se vean plasmadas en los juguetes. “Yo no hago muñecos con discapacidad para niños con discapacidad; la propuesta es resaltar el derecho al juego que tienen todes les niñes, y el derecho que tienen a sentirse identificados, no solamente a ellos como sujetos, sino a sus amigues, sus hermanes, y a la convivencia. Aspiro a que una muñeca con síndrome de down o un muleco en silla de ruedas pueda estar en una vidriera al lado de una Barbie y que todo sea natural y bienvenido”.
El camino de las historias reales le abrió a Gabriela otro desafío: hacer muñeques trans. “Los lanzamos hace 15 días, son dos nenas y un varón. Nos llegaron pedidos de padres con hijes trans, incluso tuve un par de consultas de personas que les pareció buenísimo que sus hijos e hijas tuvieran muñeques trans, sin que ellos se autopercibieran así”. Esto también le dio la oportunidad de lanzar toda la colección Vasalisa en versión sexuada. “Esperé años para hacerlos. Si yo sacaba un muñeco con genitales lo más probable era que se lo asociara con situaciones traumáticas o terapéuticas, necesitaba una razón para hacer esta incorporación y los tres personajes trans me dieron esa oportunidad”.
Betina Guevara, politóloga especializada en género destaca “el impacto que tiene la ESI para repensar todas estas cuestiones. Es interesante observar cómo logramos desenfocarlas para volver a mirar el todo. El feminismo lo está cuestionando todo. Hace unos 10; 15 años no existía ni siquiera pensar lo que ahora estamos debatiendo. Hoy, como sociedad dejamos pasar por alto cada vez menos estos estereotipos y estamos preparados para advertirlos, analizarlos y que nos increpen. Falta bastante, pero sin duda todo esto habla de una interesante madurez social”.