En todo el mundo desde hace unos meses que es tendencia el denominado “Turismo de vacunación”, que podemos identificar como una versión pandémica de lo que se conoce como ‘turismo de salud’ o básicamente trasladarse a otra ciudad o país para recibir algún tipo de tratamiento o atención médica que no se consigue o no resulta accesible en el país de origen. Si bien no es un concepto nuevo, con la pandemia se ha resignificado. Este fenómeno está creciendo cada vez más por la necesidad de lxs sujetos de inmunizarse contra el Covid-19, en un contexto mundial donde las campañas de vacunación se ven condicionadas por las dificultades en el proceso de producción y distribución de las vacunas, y la gestión de los Estados en el establecimiento del orden de prioridades según criterios como la edad, el riesgo, la profesión, etc. Si hay algo que se ha convertido en la columna vertebral del proceso de inmunización mundial es su pleno control por parte de los sistemas públicos que es lo que en teoría garantiza la igualdad en el acceso.
Miameeeeee!
Pero lo cierto es que en la práctica se impone la lógica del mercado detrás de la demanda de un sector social mundial que puede optar por no esperar su turno e ir en busca de las vacunas a otras latitudes. Para algunxs no hay espera ni esquemas sanitarios, el tiempo se compra igual que las vacunas. En diferentes partes del mundo se está empezando a inmunizar a turistas, como un atractivo más de la experiencia del viaje. Estados Unidos es el principal destino buscado teniendo en cuenta que tiene el 24% de las vacunas del mundo, pero solo el 4,3% de la población, y particularmente la ciudad de Miami Beach en el estado de Florida, donde la tendencia comenzó con una campaña de vacunación gratuita para mayores de 65 años que atrajo a turistas de otros estados, luego del vecino país de Canadá y hoy a ciudadanxs ricxs de Latinoamérica que son su mayor fuente de alimentación. El esquema de vacunación contra el Covid-19 en dicho país avanza muy rápidamente y ya son varios los estados que habilitaron la vacunación para todxs lxs adultxs mayores de 16 años, incluyendo viajeros y turistas, sin restricciones de ciudadanía ni residencia. Nueva York es otro de los puntos más buscados por esta posibilidad.
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El expresidente mandato cumplido Mauricio Macri fue uno de los que decidió inmunizarse allí, a pesar de que en febrero había dicho que no se vacunaría hasta que lo hagan todos los "argentinos de riesgo y los trabajadores esenciales" . Lo hizo la última semana durante su estadía en Miami, a donde viajó para participar de foro del Instituto Interamericano para la Democracia. "Estando en EE.UU. pude comprobar que las vacunas se aplican en cualquier lado, desde las playas hasta los centros comerciales, e incluso en las farmacias. Yo mismo me he podido aplicar en una farmacia la vacuna monodosis de Johnson", explicó el líder de Juntos por el Cambio en sus redes sociales mientras reconoció "que son tiempos complicados para la Argentina y la región".
Pero Macri no es el primero ni el último de lxs argentinxs que eligieron esta posibilidad. Quien inauguró la práctica, hace unos meses, cuando en Argentina todavía se estaba inmunizando exclusivamente al personal de salud, fue la abogada mediática Ana Rosenfeld. “Solo tuve que presentar mi pasaporte para demostrar mi edad. Fuimos con mi marido y nos la dieron sin bajarnos del auto”, relató. Luego aparecieron otros personajes como Marcela Tinayre, la hija de Mirtha Legrand, que fue vacunada en Miami, y su hijo, Nacho Viale, que hizo lo mismo pero en abril. “Mi hermano pagó un pasaje y una vacuna que acá le hubiera tardado meses, ¿cuál es el problema?”, dijo Juanita para defender a su hermano. La lista se completa con Martín Redrado, Jorge Lanata, Pamela David y su marido, el empresario Daniel Vila, Adrián Suar, y Fabián Doman, que incluso para justificar su comportamiento dijo que “la culpa no es del que viaja, la culpa es del Estado argentino que no te provee las vacunas. Porque si viviese en Chile o en Uruguay no hubiera tenido que pagarme un ticket de avión para vacunarme en Estados Unidos. Con 56 años, ¿cuándo era mi turno de vacunación? No se sabía cuándo”.
Un dato llamativo, que muestra cómo el Turismo de Vacunas comienza a convertirse en una tendencia, es que las principales agencias de turismo registraron en las últimas semanas subas de hasta el 60% en operaciones hacia EUA. Incluso en el marco de lo que fue el Hot Sale 2021 las búsquedas de vuelos a Miami lideraron las acciones y creció la demanda a otros destinos como Dallas, San Antonio, Texas, ciudades donde también se empieza a acceder a las vacunas. A partir de eso Aerolíneas Argentinas debió sumar dos frecuencias a Miami a partir de junio, y según informaron desde el sector aerocomercial de la compañía de bandera en marzo y abril viajaron más de 11 mil pasajeros desde Buenos Aires hacia, casi un 30% más de lo que ocurrió en enero y febrero.
Meritocracia de las vacunas
La pregunta que muchxs nos hacemos y que circuló en los medios y paneles en relación a este comportamiento es si esta bien o esta mal que quienes puedan viajar al exterior para vacunarse lo hagan. Como afirmó la conductora Juanita Viale, cuál sería el problema de que quien tenga la posibilidad lo haga. Por supuesto que rápidamente las respuestas se dividieron en dos grupos: quienes lo demonizan desde una vara netamente moral y ubican el comportamiento en el marco de una línea coherente con su historia; y del otro lado, quienes defienden y justifican al ex mandatario señalando básicamente parámetros técnicos como el uso de derechos legales, personales y vitales. Patricia Bullrich, la titular del PRO, sostuvo por ejemplo que Macri "no usó una vacuna de los argentinos, no se coló en la cola, no le sacó la vacuna a los mayores de 80 años. Hizo un viaje y tuvo la oportunidad de vacunarse, pero sin sacarle la vacuna a ningún argentino".
Podríamos decir que ambas posturas tienen sentido, o son técnicamente correctas. Pero el grave problema de estos análisis es su descontextualización y la personificación en Macri y en el turismo de vacunas de una práctica que constituye un modus operandi de todo un sector social con capital económico y social que le otorga privilegios y que le permite siempre hacer usufructo de los mismos para saltear los mecanismos burocráticos e igualitarios del Estado. Ni hablar de que la voz de dichos sectores se multiplica y resuena en los medios de comunicación de forma tal que sus experiencias terminan siendo relatos hegemónicos. Como ya es costumbre, ejerce el poder quien nomina, señala, describe y constituye simbólicamente el mundo. Hay un sector social en Argentina que siempre ha hecho trampa para saltearse la fila. Lo han hecho antes de la pandemia, lo hace ahora y lo seguirá haciendo en el futuro. Por qué no sacarían provecho ahora de su posición cuando la vacuna puede ser la diferencia entre la vida y la muerte? Es necesario emprender entonces un ejercicio de sociología que postule interrogantes sin respuestas concretas, pero con ciertas reflexiones acerca de la cuestión y las narrativas que se construyen a su alrededor.
La mayor evidencia problemática del asunto es su variante relacional y el lugar que ocupa este tipo de subjetividades en una matriz social y económica que ya de por sí es altamente compleja. Que un grupo minoritario con los recursos económicos suficientes decida viajar para vacunarse a Estados Unidos, en el peor momento de la pandemia, representa un modelo de subjetividad ligado al capitalismo financiero y a la extrema individualización. El llamado “turismo de vacunación” es exclusivamente un beneficio individual, un salvavidas con tarjeta de crédito y VISA. El dilema entonces no es si esta bien o mal que un grupúsculo de millonarixs viaje a vacunarse en el exterior. El problema es siempre el mismo y no es casual, porque es la matriz relacional la que le da sentido y permite su reproducción: mientras unxs pocos pagan hasta USD 3.600 (unos $586.800) por un vuelo directo a Miami y consiguen vacunarse por fuera del esquema público, las mayorías que esperan por su turno para vacunarse están pagando la yerba y el azúcar en gramos porque no pueden comprar el paquete entero.
Aparece entonces la pandemia para recordarnos una vez más que si bien la condición humana nos hace iguales, la condición económica separa a pobres y a ricxs. En este sentido Carissa Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), expresó en una conferencia que el turismo de vacunas agrava la inequidad. “Espero que trabajemos en la dirección contraria. Quiero que las vacunas lleguen a los que las necesitan, independientemente de dónde viven o cuánto pueden pagar”, sostuvo.
“Nadie se salva solo” (¿o sí?)
Muchxs podrían pensar que una vacuna más o una persona inmunizada, sea donde sea, resulta una suerte de contribución a la sociedad. Lo que parece un argumento razonable sobre todo si tenemos en cuenta que una de las máximas del orden social vigente establece que cada uno buscando su propio beneficio contribuye a maximizar el beneficio social. Pero si analizamos la pandemia como un proceso colectivo encabezado por los Estados y los organismos internacionales queda a la vista que, así como lo fueron las Vacunas Vip, el turismo de Vacunas quiebra simbólicamente un imaginario que conecta con el colectivo social y la necesidad de confiar en los mecanismos establecidos: nadie se salva solo. Lo que motiva la acción de viajar no son los intereses comunes, sino la valoración estrictamente individual con el fin de obtener un beneficio personal y nada más que eso. La decisión de salvarse solo en medio de una Pandemia, que es un suceso universal y que ha puesto a los Estados a trabajar a la par de sus comunidades para fortalecer lazos de solidaridad y concretar la inmunización colectiva, no puede quedar como un acto inocuo o inofensivo.
Claro que no es algo nuevo y tampoco se trata de personas sueltas. El sistema sociocultural que nos atraviesa concibe a la libertad en términos individuales y produce personas desaprendidas que no perciben al otrx o al Estado desde la cooperación y la solidaridad, sino como un opuesto. Al mismo tiempo se da rienda suelta a la permanente configuración de relatos yoicos y autobiográficos que desatienden que el Estado y la sociedad son hoy la única garantía del desarrollo individual. Junto con el discurso de la meritocracia se crea un combo peligroso y destructivo. Dichas condiciones establecen criterios de justicia injustos, que son centrales para reproducir las desigualdades y adjudicar las responsabilidad y oportunidades únicamente a lo individual. El logro de la auto inmunidad, separada de la colectiva, que científicamente es la única sostenible en el tiempo, constituye un dispositivo más de construcción de subjetividades alejadas del compromiso con lxs otrxs. El turismo de la vacunación, al igual que la meritocracia, recrea en su génesis una igualdad de oportunidades que no existe, y por eso constituye un mecanismo legitimador y reproductor de las desigualdades sociales.