La siembra de nubes es un sistema que Uruguay analiza poner en marcha para hacer frente a la sequía y la emergencia hídrica que amenazó en las últimas semanas con dejar sin agua potable a Montevideo. El método no es novedoso, sino que se utiliza en Argentina desde hace tiempo aunque con un objetivo diferente: combatir el granizo y cuidar los cultivos.
La propuesta consiste en sembrar las nubes con yoduro de plata, un compuesto químico que se suma a las partículas y genera más núcleos donde se forman las gotas de lluvia. Al contar con más núcleos, se forma una mayor cantidad de granizo pero de tamaño más pequeño, buscando que se derrita antes de precipitarse a tierra o que pierda tamaño.
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El método es utilizado por la Dirección de Contingencias Climáticas en Mendoza, desde donde aseguran que está probado que reduce el granizo, protege los cultivos y no es contaminante. Sin embargo, desde algunos sectores esbozan críticas sobre su efectividad, cuestionan la rentabilidad y hasta su posible impacto negativo en el medio ambiente.
Cómo funciona la siembra de nubes
En diálogo con El Destape, el director del Comité Científico de la Lucha Antigranizo de Mendoza, Alejandro De la Torre, explicó que “la idea es sembrar artificialmente núcleos de formación de gotitas o cristales de hielo y que el agua disponible se redistribuya entre los nuevos núcleos que se inyectan”.
Al graficar el sistema, comparó: “Es la idea de la torta de cumpleaños. Tenías previsto 10 chicos y te aparecen 50. Entonces, a cada uno le va a tocar una porción más chica de la torta. Acá, la torta sería el agua disponible y los chicos los núcleos de formación de gotitas”.
Argentina es pionero ya que comenzó con experimentos en la década del ’50. De La Torre afirmó que hoy en día “está muy probado en Estados Unidos, Francia y España que cuando el granizo llega a tierra no hace daño” y, consultado por la posibilidad de usarlo para hacer que llueva, admitió que estudios internacionales evalúan que “en el mejor de los casos el incremento de precipitación será del 10% más que lo que hubiera llovido en forma natural”, aunque admitió que “en época de sequía es mejor que nada”.
El experto cuestionó también las opiniones sobre la alta rentabilidad del método al señalar que “la relación costo/beneficio da que se evita perder de producción entre 5 y 10 veces de lo que se gasta”.
La efectividad del sistema: por qué se lo pone en duda
El investigador del Conicet y docente de la UTN, especialista en Ciencias de la Tierra, del Agua y de la Atmósfera, Enrique Puliafito, indicó a El Destape que “el problema de este método es que es difícil de comprobar su eficiencia”. “Se usa hace muchos años, pero uno se pregunta si alcanza lo que uno está sembrando para producir una diferencia”, blanqueó Puliafito y reconoció que "es muy complicado medir el impacto".
“Para hacer un estudio así tiene que ser aleatorio, es decir implementar el método una vez sí y otra no”, precisó. Esa técnica podría conllevar efectos devastadores. “Si no sembrás nubes y una tormenta te revienta la zona productiva, va a salir todo el mundo a criticar que no se utilizó el sistema”, detalló el experto y analizó: “Vos sembrás, pero… ¿Cayó granizo chico o no cayó porque vos hiciste una acción positiva o porque igualmente no iba a caer? Es como que invertís un montón de plata, pero te faltan cinco para el peso para determinar realmente la eficiencia”.
Frente a esta disyuntiva, Puliafito precisó que otra posibilidad es instalar sensores en los aviones para que uno vaya sembrando y el otro chequeando el impacto. Sin embargo, indicó: “Son equipos caros y hoy los aviones son muy viejos para equiparlos”.
La polémica por la contaminación: el uso de yoduro de plata
Una de las principales polémicas medioambientales sobre la siembra de nubes se da por el yoduro de plata, una sal que podría tener un efecto contaminante y nocivo sobre el ser humano en altas exposiciones. Incluso, desde algunos sectores sugieren que podría acumularse en el ambiente con el paso del tiempo.
Sobre este punto, el investigador del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales del Conicet, Diego Araneo, admitió a este medio que “siempre que se ‘interviene’ en algún proceso natural, existe la posibilidad de potenciales efectos adicionales al buscado”, aunque aclaró que “esto depende del nivel o intensidad de la intervención”. En ese punto, el climatólogo afirmó que “para los estándares que se manejan en Mendoza, los efectos secundarios, de haberlos, no serían significativos, ni tampoco la contaminación con yoduro”.
A pesar de esto, Araneo reconoció que en esa provincia “a veces surgen algunos sectores que protestan por la contaminación con yoduro” y lo comparó con quienes lo hacen por el gasto de recursos. “Es un método cuya efectividad no está probado ni descartada, así que sería el argumento más válido”, opinó.
Por su parte, el investigador del Conicet y docente de la UTN, especialista en Ciencias de la Tierra, del Agua y de la Atmósfera, Enrique Puliafito resaltó: “Se han tomado muestras de lluvia y granizo. Proporcionalmente, lo que sembrás de yoduro de plata es tan poquito que está por debajo del límite que podés detectar en el piso”.
En la misma línea, el director del Comité Científico de la Lucha Antigranizo de Mendoza, Alejandro De la Torre sostuvo que “la cantidad de yoduro de plata que precipita a Tierra está medida con mucho detalle en ríos y está dos órdenes de magnitud por debajo del umbral”.