Los 48 allanamientos, realizados el 12 de agosto en los barrios porteños de Villa Crespo y Almagro, pusieron al descubierto el accionar de una organización criminal internacional que funcionaba bajo la fachada de Escuela de Yoga Buenos Aires (EYBA). Según la investigación, la banda funcionaría hace casi 30 años en Buenos Aires y tendría sedes en las ciudades de Las Vegas, Nueva York y Chicago.
Las 19 personas detenidas durante los procedimientos cumplirían distintos roles dentro de la organización. Además, fueron secuestradas cifras millonarias en pesos, dólares y otras monedas, que dan cuenta de la magnitud de la banda. La imputación es por trata de personas, reducción a la servidumbre, lavado de activos y ejercicio ilegal de la medicina, entre otros delitos. Las víctimas podrían llegar a ser más de un centenar.
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Un caso similar había llegado a juicio en septiembre del año pasado en la ciudad de Mar del Plata. En mayo de este año, el Tribunal Oral Federal de esa jurisdicción condenó a 25, 14 y 6 años de prisión a los distintos integrantes de una organización criminal que, también bajo la fachada de una escuela de yoga, funcionaba como secta religiosa en un reconocido hotel del centro de la ciudad balnearia. A lo largo del juicio, se pudo comprobar que la banda captaba y acogía fieles con la finalidad de explotarlos laboralmente y reducirlos a la servidumbre.
En la misma ciudad, un falso pastor y su mujer fueron condenados en 2019 a 24 y 10 años de prisión respectivamente, por el delito de trata de personas contra 20 personas, dos de ellas menores de edad, y reducción a la servidumbre.
Existen otros casos parecidos en distintas ciudades del país. Uno de ellos es la causa conocida como “Templo Filadelfia” que tiene, por ahora, a 15 personas procesadas por los delitos de trata de personas, reducción a la servidumbre, abusos y lavado de activos.
Para la titular del Programa Nacional de Rescate de Víctimas de Trata de Personas del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación (PNR), Zaida Gatti, lo que sucedía antes era que los casos respondían mayoritariamente a lo que la sociedad y las instituciones comprendían que era la trata de personas. Esto es, la explotación sexual y la desaparición de personas, a través de metodologías violentas como el secuestro o la privación de la libertad ambulatoria.
"Cuando avanzó la concientización de cómo se desarrolla y funciona este delito y cómo son las características de las víctimas, se empezó a reflexionar sobre los mitos instalados. Así, se empezó a conocer que la principal forma de captación es el engaño, especialmente aprovechándose de su vulnerabilidad. De esta manera, el delito comenzó a vincularse también a otras finalidades además de la explotación sexual. Es ahí donde comenzamos a observar el aumento del caudal de denuncias sobre otras finalidades del delito, como la explotación laboral", describe Gatti.
En ese marco, otra de las modalidades que comenzó a hacerse más visible fue la de las organizaciones coercitivas, también denominadas “sectas”, que funcionan en falsos templos religiosos o en sitios denominados “escuelas filosóficas”.
¿Cuáles son las características de este tipo de casos?
Para la coordinadora de la Oficina de Asistencia a Víctimas de delitos de la Fiscalía ante la Cámara federal de Mar del Plata, Mila Montaldo, algunos puntos que comparten estos casos son la gran cantidad de víctimas, el nivel de sometimiento y el aprovechamiento del dinero y bienes de las víctimas. “En la causa Hurtado, aquellos que sostenían trabajos por fuera tenían que rendir económicamente a la secta todo su capital. Lo que hacían era despojarlos de todo contacto con el mundo exterior y explotarlos económicamente para el sostenimiento de la secta”, puntualizó en diálogo con El Destape.
Estas congregaciones suelen establecer con claridad quién detenta la autoridad (el falso pastor o guía espiritual) de quienes no (fieles) y, a su vez, delinean una estructura jerárquica en los “niveles inferiores”. “De esta manera se sostienen mandatos, normas, lineamientos, promueven la división sexual del trabajo, la competencia entre las personas, incentivan la violencia de género y muchas veces la violencia hacia lxs niñxs con la excusa de ‘educarlos’ o ‘corregirlos’. El ‘castigo divino’ es un lema que funciona como una amenaza permanente”, describió Gatti.
“Quienes se congregan en el ‘templo’ o ‘escuela’ terminan trabajando y organizando toda su vida (laboral, familiar, educacional, social, etc.) bajo las indicaciones de estos falsos guías espirituales, quienes esclavizan a sus víctimas y las explotan tanto sexual como laboralmente”, apuntó la titular del PNR. Mientras tanto, la permanencia full-time en estos ámbitos y la entrega absoluta a estos espacios, permiten el control permanente sobre las vidas de las víctimas.
“La mayoría de estas sectas tienen funcionamientos de décadas enteras, muchas personas se han criado y desarrollado toda su vida dentro de ellas”, añadió Gatti.
La vulnerabilidad de las víctimas
En los casos de trata de personas, los ofrecimientos suelen ser a través de falsas o engañosas ofertas laborales en las que existe un aprovechamiento de la condición de vulnerabilidad socioeconómica de las víctimas. Sin embargo, en el caso de las sectas, la vulnerabilidad no es exclusivamente socioeconómica: los padecimientos físicos, psicológicos, la dificultad de acceso a derechos por razones de género, la etapa psico-evolutiva en la que se encuentren, entre otros, pueden afectar la percepción de las situaciones que transitan.
Para el médico psiquiatra Enrique Stola, existen muchas personas que tienen un ‘yo débil’ o están muy desgastadas por las situaciones que han transitado en su vida que buscan espacios en donde recibir contención afectiva y respuestas. “Los grupos que van constituyéndose a modo de secta suelen tener respuestas para todo. Además, suelen dar contención afectiva y una fuertísima justificación de las conductas de los líderes, lo que hace que las personas que están dentro de esos grupos vayan desdibujando límites y puedan llegar a participar de situaciones y hechos que jamás en su vida habrían pensado que eran capaces de hacer”, destacó a este medio.
Stola sostiene que cuando se está dentro de esos grupos, la realidad se distorsiona y lo que importa es la aceptación y la validación del grupo en todas las conductas. A su vez, en ese vaivén, generan una fuerte dependencia de las personas. “Lo tentador es la contención, la posibilidad de estar en un grupo y tener respuestas absolutas, sentirse protegido y apoyado”, sintetizó.
Por su parte, Gatti señaló que los falsos líderes espirituales seducen a quienes forman parte de las congregaciones religiosas y buscan a través de ellas que todo su grupo familiar sea incorporado. “Son personas muy vulnerables que son atraídas por promesas de bienestar futuro, ya sea en su economía, salud, familia, entre otros. Las víctimas son convencidas de realizar diferentes tipos de tareas con escasa o nula remuneración bajo el lema de ‘servir a Dios’, porque que serán recompensados por eso. Como resultado, se hace efectivo el aleccionamiento, obstaculizando la posibilidad de los ‘fieles’ de verse como víctimas de algún delito”, aseveró.
Para Montaldo, en estos casos, el engaño es a través de la espiritualidad. “Captar personas vulnerables desde el punto de vista subjetivo, despojarlas objetivamente de sus bienes materiales, redes sociales y familiares y empezar a trabajar sobre el aniquilamiento de toda constitución yoica, que tiene que ver con la vida social, familiar y social que tenían esas personas antes de ingresar a estos espacios".
La manipulación psicológica y emocional puede inducirlos al consumo de psicofármacos o estupefacientes con el fin de lograr un absoluto control e incluso someterlos a prácticas sexuales incestuosas. Sufren torturas, prácticas de ablande y aplacamiento total de su subjetividad.
Las condiciones de esclavitud a la que son reducidas en nombre de la fe, se ven perpetuadas en la naturalización de los discursos instalados y la imposición de la asimetría de poder entre explotador y persona explotada. Se torna invisible entonces las reales prácticas delictivas, y se naturaliza la vulneración de derechos y la explotación. “Esto es un claro obstáculo a la hora de reconocerse como víctimas de algún delito o solicitar ayuda, logrando muchas veces hasta sentimientos de culpa, baja autoestima o vergüenza”, concluye Gatti.
Dónde y cómo denunciar
En el caso de tener dudas, querer asesoramiento, o realizar una denuncia se puede llamar a la Línea 145, que funciona los 365 días del año, las 24 horas. Es una línea nacional, gratuita y cualquier persona puede comunicarse desde cualquier teléfono y si lo quisiera, también puede realizar la consulta o denuncia de manera anónima.