Las declaraciones de Laura Di Marco en el programa de Viviana Canosa sobre la salud de Florencia Kirchner, a quien diagnosticó con una supuesta “anorexia nerviosa galopante” asociada a una “falta de madre”, generaron fuertes repercusiones. A diferencia de otros episodios mediáticos similares que también involucraron agresiones y violencias contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y fueron justificados bajo la defensa de la libertad de expresión, este caso despertó un fuerte repudio social.
La ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, Ayelén Mazzina, fue la primera en denunciar el hecho ante el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom), por tratarse de expresiones “violentas, discriminatorias y agraviantes” hacia ambas mujeres, que violan los artículos 70 y 71 de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Asimismo, la Defensoría del Público, encabezada por Miriam Lewin, recibió más de 500 denuncias y presentó un informe técnico ante el organismo responsable. Según relató el vicepresidente del Ente, Gustavo López, a partir de la evaluación del caso se puede llegar a emitir una sanción dirigida al canal que podría implicar el pago de hasta un 10% de los ingresos en publicidad de la empresa.
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El Comité de Expertas de la Organización de Estados Americanos (OEA) , por su parte, emitió un comunicado donde indicó que las afirmaciones de la periodista “alimentan los discursos de odio y constituyen violencia contra las mujeres", y "desprecian la condición de las mujeres”. Y, sorpresivamente, también se expresó el Foro de Periodistas Argentinos (FOPEA), a través de un hilo de tuits, donde manifestó que la difusión de expresiones e imágenes referidas a la salud de la hija de la vicepresidenta no condice con los principios de la organización ni con el Código de Ética periodística.
Tal fue el grado de rechazo generalizado que Di Marco debió salir a pedir disculpas: “Atendiendo a la repercusión que tuvo mi participación en el programa de Viviana Canosa en LN+ el último jueves y después de analizar todos los costados del tema, pido disculpas si herí o lastimé a la vicepresidenta y a su familia con la información que ofrecí sobre el estado de salud de su hija”.
El Colegio de Psicoanalista, la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM), y el Colegio de Psicólogas y Psicólogos de Santa Fe, entre otras organizaciones y profesionales de la salud mental, calificaron como falsos, anticientíficos, incoherentes y absurdos los dichos de Di Marco, y además advirtieron sobre los peligros de este tipo de declaraciones que, frente a tanta audiencia, pueden generar efectos irreversibles en una población particularmente vulnerable.
El viernes por la tarde, Florencia Kirchner, compartió las palabras emitidas por la Asociación Argentina de Salud Mental y comunicó que va a iniciar acciones legales: "Su objetivo fue provocar dolor. Ante estos ataques que golpean en padecimientos sensibles para mí y para tantas personas, vulnerando derechos humanos y personalísimos, he instruido a mis abogados para que inicien todas las acciones legales que correspondan. En democracia no todo está permitido y hay umbrales que no podemos tolerar se sigan cruzando", expresó.
En medio de tanto alboroto, potenciado por el clima político electoral, el foco del debate estuvo puesto casi exclusivamente en la violencia de género política y la reproducción de los discursos de odio. No obstante, poco espacio quedó para el tratamiento responsable de un tema de salud pública como es la anorexia nerviosa y los Trastornos de la Conducta Alimentaria, teniendo en cuenta que Argentina es el segundo país del mundo en cantidad de casos, después de Japón. Según datos de la Asociación de Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (ALUBA), entre un 10 y un 15% de la población tiene algún trastorno alimentario, siendo el 90% de los afectados mujeres .
Protocolos y comunicación sobre salud mental
El médico psiquiatra psicoanalista Santiago Levín indica que el pasaje violento y agresivo de la periodista Laura Di Marco, junto a su par Viviana Canosa, violó todos los protocolos existentes sobre el tratamiento de temas de salud mental: “Mencionó personas con nombre y apellido supuestamente afectadas por una enfermedad, mostró imágenes, lanzó hipótesis falaces y malintencionadas. Adicionalmente, y llegando a la cúspide de la estupidez y la violencia, señaló la ‘falta de madre’ como causa del padecimiento señalado” . Y agregó: “Las dos personas que protagonizaron este episodio hicieron caso omiso a un importante número de leyes y protocolos, no por ignorancia, sino con claras intenciones de llevar zozobra”.
En nuestro país existen leyes especiales, como la Ley Micaela, la Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657 , la Ley de Protección de Datos Personales Ley 25.326, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual Ley 26.522, y diferentes protocolos generados desde el Ministerio de Salud de la Nación y los pares provinciales, junto a Asociaciones médicas, que abordan el correcto tratamiento mediático en temas de salud. Además la cartera sanitaria ha elaborado y publicado en varias oportunidades “Normas para el tratamiento mediático de temas de Salud Mental” acorde a las recomendaciones internacionales de la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) .
Acerca del rol de los medios y su responsabilidad, el expresidente y actual referente de Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) analiza que, dado el contexto sociopolítico, resulta dificultoso exigir una ética en la comunicación: “Un medio de comunicación es, en esta época, un instrumento fundamental en cualquier política sanitaria. Pueden ser, así, una herramienta en le prevención y la educación de la población, pero también pueden constituirse en aparatos de daño y de estigmatización. Hoy es el odio el que suma votos, y gran parte del periodismo trabaja para eso, y no pocas veces con sumas extra como estímulo.”.
“En el abordaje de los TCA uno de los ejes fundamentales es la prevención, dimensión de la que participan diferentes instituciones y espacios de socialización. Intervienen desde el consejo del pediatra, hasta las escuelas, pasando por las políticas sanitarias, los mandatos familiares, la sociedad y sus valores, la tiranía cultural del cuerpo hegemónico, la publicidad, y también los medios de comunicación”, señala Levín. Es por ello que resulta tan riesgoso cuando se tiende a profundizar en estigmatizaciones y prejuicios, inducir acciones o autodiagnósticos, y promover conductas de discriminatoria y violentas.
Prejuicios y estigmas sociales sobre Salud Mental
La psicóloga Alicia Stolkiner, quien es integrante y especialista de la Mesa de Expertos en Salud Mental, entiende que Di Marco y Canosa hicieron “un manejo irresponsable” de categorías diagnósticas y médicas que fueron usadas de manera banal y simplificada con el fin de producir un daño direccionado: “En primer lugar no se hacen diagnósticos por trascendidos, rumores o fotos. El trabajo de diagnóstico es un trabajo profesional, que implica una serie de recursos y el contacto con la persona y su entorno. El uso de categorías diagnósticas de manera estigmatizante es en sí un daño para la salud mental”.
La titular histórica de la cátedra de Salud Pública y Salud Mental de la UBA señala que, además de la violencia contra Florencia y Cristina Kirchner, se generó un daño a las “víctimas colaterales” que son las millones de personas que padecen el problema: “El estigma atraviesa a quienes padecen y a sus familias. Favorece el aislamiento cuando lo que se necesita es red y apoyo social, y dificulta los tratamientos oportunos. La gran cantidad de casos de TCA y el hecho de que afecte de manera diferencial por género, así como la necesidad de asistir y cuidar sin interferencias de discursos sociales negativos, convocan a una responsabilidad social solidaria de la cual los medios deben ser parte”
“No hay explicaciones simplistas unicausales para problemas tan complejos en los que cada caso singular debe ser comprendido teniendo en cuenta la corporeidad, la historia, las condiciones sociales y las características singulares", indica Stolkiner. Y agrega: "Pueden intervenir el culto a una determinada imagen de corporeidad, especialmente de las mujeres, la fuerza que actualmente tiene la imagen y la proliferación de las mismas. Más que tratar de explicar con alguna solidez científica un problema, usaron la presunta ‘enfermedad’ de la hija para acusar a la madre de ser una ‘mala madre’”.
Sobre este punto Levín advierte en el discurso un claro ejemplo de violencia de género al culpabilizar a la figura materna que se aleja del rol doméstico o reproductivo socialmente impuesto: “El mensaje es clarísimo: las mujeres deben quedarse en casa cuidando a sus hijes, caso contrario les estarán generando ‘quién sabe qué trastornos a futuro’. Nada de hacer política o de dedicar parte de la energía a una práctica social. Las mujeres, en casa, y calladitas. Y las niñas, cerquita de las mamis para que no se les disparen conductas patológicas. Es irónico y doloroso que este mensaje misógino, machista, violento y anticientífico haya sido pronunciado por dos mujeres, situación que muestra que el patriarcado no está solo en el discurso masculino”.
TCA, un problema complejo y multicausal en crecimiento
Argentina atraviesa un proceso de incremento constante en los casos de TCA, sobre todo en poblaciones jóvenes. Todo los especialistas coinciden que son cuadros complejos, multicausales y polifacéticos. Además no todos son iguales y sus evoluciones varían según las experiencias biográficas de cada persona. Por lo tanto resulta incorrecto, desde lo ético y lo científico, atribuirlos a una sola causa. Deben ser abordados por un equipo multidisciplinario y profesional con experiencia en su evaluación y tratamiento.
Cecilia Accattoli, es licenciada en Psicología, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del plata y Directora del Equipo Agosto, que es el equipo interdisciplinario para el abordaje de los trastornos alimentarios de la ciudad costera. En relación al tratamiento mediático que se hizo de las imágenes de Florencia Kirchner señala inicialmente que es inadecuado diagnosticar a partir de una imagen: “Está demostrado que las personas que padecen un trastorno alimentario tienen diversidad de cuerpos, sumado a que el diagnóstico debe considerar diferentes variables más allá de la contextura física y siempre lo debe realizar un profesional especializado. Por ejemplo, una de las variables más relevantes a la hora de diagnosticar un trastorno alimentario es el grado de obsesión que la persona tiene en relación al cuerpo y la comida”.
La licenciada reafirma que los trastornos alimentarios son una problemática muy frecuente en nuestro país y se observa en edades cada vez más tempranas: “La adolescencia comienza con cambios corporales repentinos e imprevisibles y cambios psicológicos que implican un duelo de la infancia, cambios en el estado del ánimo, nuevos vínculos, descubrimiento de la sexualidad y crisis en la identidad. La forma en que se transiten estos cambios tan abruptos puede crear la condición para el desarrollo de patologías como un trastorno alimentario”.
El padecimiento de un TCA ocurre por diferentes causas biológicas, psicológicas, familiares, sociales y/o culturales: “entre las causas ya mencionadas, en nuestro país tienen mucha influencia los factores sociales y culturales. En nuestra cultura se sigue valorando fuertemente la delgadez como ideal de belleza y de éxito personal. Esto sumado a los discursos gordofóbicos que circulan en las redes sociales y los medios de comunicación”.
La Directora del Equipo Agosto subraya que, en el marco de un tratamiento por TCA, una de las principales recomendaciones que se le hace a los círculo cercanos del paciente es no opinar sobre de cuerpos ajenos: “Como especialista en trastornos alimentarios, parte de las recomendaciones que le hacemos a los familiares, amigos y personas cercanas es evitar comentarios sobre la apariencia física de otros y principalmente del paciente. Hablar del cuerpo de otros puede aumentar el grado de insatisfacción corporal y el grado de obsesión con el cuerpo y la comida”. Con esa mirada también señala que en vez que culpabilizar a las madres u a otros miembros de la familia “es necesario contar con su apoyo y acompañamiento en el tratamiento de esta problemática”.
“Creo que los medios y las redes sociales tienen que hacer un manejo responsable de la comunicación en materia de salud, desde una mirada integral promoviendo un tratamiento mediático con información científica, pertinente y actualizada, sin caer en estigmatizaciones y discriminaciones. Por ejemplo, podrían colaborar en la prevención difundiendo las señales de alarma para detectar un posible trastorno alimentario”, concluye.