Cybercirujas: la comunidad que intercambia objetos inservibles para dar el debate por el avance de la tecnología

Los hacktivistas recogieron el guante de sus antepasados informáticos, los hobbistas, e instalaron células cybercirujas para intercambiar dispositivos a los que les dan una nueva vida. 

18 de mayo, 2023 | 00.05

Recuperando la vieja escuela del "hobbismo" pero en la era de las redes sociales, muchas personas se encuentran en distintos lugares del país para intercambiar todo tipo de dispositivos "vintage". Se hacen llamar "cyberhacktivistas" y aseguran que se dedican a la computación de modo político-ecológico, a través del "cybercirujeo". Su objetivo concreto es demostrar que se pueden reutilizar y adaptar aquellos equipos que el mercado considera obsoletos. En definitiva, plantean discusiones enfocadas en el uso de la tecnología, de las redes y los dispositivos. 

Hace unos 40 años, la vieja escuela del “hobbismo” estaba en su apogeo. Corrían los años 70s, se terminaba la vida de artistas que marcaron la historia de la música, como Hendrix y Elvis, explotaban las dictaduras en América Latina y el mundo empezaba a darle una gran relevancia a la computación que, de mediados de esa década en adelante, cambió la vida social, más que nada la laboral/de oficina, para siempre.

El hobbismo era un movimiento de personas que se reunía y compartía conocimientos de computación, que en esa época no era tan comercial aunque sí accesible, y quería volverla mucho más personal, casi que militaba para que sucediera de esa forma. Esa generación de amantes de la informática apelaba a un modo humano, cercano a las personas, para que todo habitante del mundo la conociera con mayor facilidad, incluso de modo autodidacta.

En Argentina hay una gran cantidad de gente abocada al “arcade independiente” y, como consecuencia de esa masividad, se organizan eventos para reunir personas de distintos puntos del país interesadas en la “retrocomputación”, es decir, en la reutilización, conservación e incluso colección de computadoras “vintage” (que, dependiendo el lugar del mundo donde te encuentres pueden ser de 5 años de antigüedad -en Europa, por ejemplo- o de entre 10 y 15 años -en países sudamericanos-).

El Teatro Mandril, histórico y abrazador espacio cultural que antes de la pandemia estuvo a punto de cerrar, es uno de los sitios donde suelen reunirse. Entre quienes se acercan a ese lugar se encuentra el grupo de Revista “Replay”, publicación digital realizada por un exestudiante de historia, un cinéfilo, un “amigo del pixel”, un escritor frustrado, un diseñador gráfico, una ilustradora, un guionista y un “afrokarateka”. La publicación puede conseguirse también impresa a través de su web (revistareplay.com.ar): “Decidimos armar un espacio que tenga que ver con la retrocomputación pero reciclando el hardware: teníamos un par de compus viejas y dije ‘che, estaría bueno que estas pcs que las tenemos acá, que no sirven para nada hoy en día -para nada en el sentido productivo de laburo- pero sí para jugar juegos de plataformas antiguas, sean parte de una estación de “cybercirujeo” con compus que habían sido rescatadas de la basura”, cuenta a El Destape Sergio Andrés Rondán, más conocido en el cyberespacio como “soldan”, profesor de educación primaria, activista y militante del software libre (este movimiento fue creado por la Free Software Foundation -encabezada por el experto informático estadounidense Richard Stallman-, organización sin fines de lucro que propone la libertad total de los usuarios cibernéticos desde un punto de vista ético).

Cuatro décadas después del utópico nacimiento del hobbismo y con otro tipo de fin del mundo en puerta, la pandemia hizo que Rondán y sus compañeros de hacktivismo recogieran el guante de sus antepasados informáticos. En 2019 conocí una persona por internet que se llamaba Nicolás Wolovick, que también era del palo del software libre. En 2020, en medio de la pandemia, veíamos como había gente que no tenía compu, que era difícil acceder, sobre todo yo viniendo de la docencia, y con Nicolás, docente en la Universidad Nacional de Córdoba que enseña ciencias de la computación. Ahí reviví esta idea de cybercirujas y empezamos a mover un poco en redes esto de la reutilización y del software libre para volver a utilizar esos equipos que el mercado considera obsoletos. Desde la virtualidad y cada uno desde nuestro lugar, fuimos tratando de primero concientizar y después empezar a recibir compus y recircularlas; arreglarlas, repararlas para dárselas a personas que no las tuvieran y que las necesitaban”, recordó Rondán.

Hacktivistas y las brechas de género

Según explica la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ‘4 de cada 10 mujeres  de la región no están “conectadas” y/o no pueden costear una conectividad efectiva (acceso a Internet, disponibilidad de dispositivos y habilidades básicas para su utilización)’. Esta es otra de las bases de Cybercirujas: “la mayoría de las personas que nos piden computadoras son mujeres, muchas madres solteras; ahí se ve la brecha de género patente en lo que hacemos nosotros”, destacó el hacktivista.

También existe otro tipo de brecha: la federal. En el apartado ‘Hogares con acceso a bienes y servicios de las TIC (computadora e internet)’ publicado a fines del 2021 por el INDEC se explica que la zona patagónica es la que mayor facilidad tiene para utilizar pcs (un 72% de su población posee una) y acceder al “ciberespacio” (casi un 93% tiene internet), mientras que si bien casi el 92% de los habitantes de Santiago del Estero, La Rioja, Salta, Catamarca y Jujuy posee al menos una PC, solo el 54,6% tiene acceso a internet. Esta es otra de las razones por las cuales Rondán y su grupo continúan con esta recirculación informática: “Nicolás está en Córdoba, yo estoy en Buenos Aires, nos contactamos con gente que está en Rosario, en Santa Fe, conocidos de La Plata… entre todos y todas fuimos armando distintas células cybercirujas que funcionan de manera totalmente anárquica, porque cada uno aporta desde donde puede en el lugar que puede y la idea también es tratar de ayudar al que tenemos cerca y que no se concentre todo en una solo provincia o ciudad.”

Hacia el "tecnoempoderamiento"

Por otro lado, la consultora Sortlist destaca que Argentina es el quinto país que más tiempo ocupa en el uso del celular, con un promedio de casi 10 horas diarias por individuo, lo que resulta en un total aproximado de 147 días al año; motivo más que suficiente para, como define Rondán, un “tecnoempoderamiento”: “la tecnología nos atraviesa, como nos atravesó siempre, pero nunca pudimos encontrar un espacio que tenga que ver con cómo la pensamos: desde la militancia hacktivista, en torno a plantear discusiones enfocadas en el uso de la tecnología, de las redes y de los dispositivos. Nos gusta pensar en que la gente se empodere en torno a sus dispositivos electrónicos porque, lo sabemos bien por el feminismo que nos enseñó un montón de cosas, si uno naturaliza situaciones es porque debajo de esa naturalización hay algo que estamos ocultando, digamos, una relación de poder y eso es lo que nos pasa con la tecnología: si naturalizamos que está bien cambiar el teléfono celular constantemente es porque estamos haciendo las cosas mal: estamos naturalizando un mercado de consumo totalmente demencial que hace que generemos basura electrónica todo el tiempo porque fabricar un teléfono celular tiene un altísimo costo ecológico”, explica el docente y un estudio de Kantar Worldpanel (empresa enfocada en consumo) le da la razón, ya que los argentinos cambian su teléfono en promedio cada 15 meses y la llamada “basura electrónica” configura casi el 3% de los contaminantes del mundo.

Al igual que el hobbismo, uno de los fundamentos principales de Cybercirujas es la idea de comunidad: “no tenemos una operatividad completa, lo hacemos en nuestro tiempo libre porque no somos una ONG ni un organismo del Estado, somos simplemente un grupo de usuarios, activistas y hacktivistas. Lo gestionamos haciendo grupos: hay, por ejemplo, un grupo general de Telegram donde todo el mundo está ahí charlando de cirugías varias. Como nos interesa mucho todo lo que tiene que ver con la descentralización de internet y tratar de pensar distintas plataformas de comunicación, no nos gusta casarnos con una plataforma, es decir, no nos gusta gestionar todo lo que hacemos a través de Instagram o de mandar mensajes por twitter/facebook porque creemos que va un poco en contra de la filosofía de software libre y del selfhosting, ‘autogestar cosas’ -que el que pueda hostear servicios web en su casa y brindar esos servicios a sus conocidos o amigos que lo haga- y en torno a eso la manera de contactarnos es a través de un correo electrónico o del foro o de internet, porque si buscás “cybercirujas” vas a llegar a nosotros. A partir de ahí vamos gestionando, viendo qué es lo que nos van a mandar, si nos sirve, si no nos sirve, si eso que nos ofrecen es en AMBA o Córdoba y así lo derivamos”, explica el docente. 

Hacktivistas por el mundo

Argentina no es el único país con iniciativas como esta, ya que en Colombia y en Cuba existen proyectos similares aunque no específicamente de “cybercirujeo”. En Europa es más notoria la brecha de género y etaria que la que tiene relación directa con la economía (aún las personas de menor poder adquisitivo tienen acceso a internet y computadora), pero en lo que se nota más la desigualdad social es en la educación informática, ya que el 44% de la población aproximadamente carece de las llamadas “habilidades digitales”.

Los “cybercirujas” fueron convocados a esa región: “Estuvimos en la Universidad de Glasgow y a los europeos les cuesta entender un poco esto porque para ellos es a lo sumo reciclar algo, pero no esta cuestión del activismo porque ellos no tienen la necesidad de computadoras que tenemos nosotros, para ellos es medio extraño. Allá paradójicamente también se tira más porque como hay mayor capacidad de consumo la gente compra más y tira más, no tiene tanto esa noción; para ellos una computadora vieja capaz es una computadora de hace 5 años y para nosotros una computadora vieja es una de hace 15, 16, que la podemos revivir y que funcione perfectamente para las personas que se las entregamos. Para mí esto es algo muy sudaca, en el buen sentido, en el orgullo de sudaca que tenemos que hacer algo con todo esto que está pasando, tenemos que activar políticamente. Son iniciativas que hablan mucho de la visión latinoamericana de cómo es el mundo de la tecnología porque por algo esto pasa acá y no en Londres”, subraya Rondán.

El próximo 20 de mayo habrá un encuentro en el que se podrá encontrar una feria, muestras de demos de retrocomputadoras, olla popular de hardware y la presentación de un nuevo cyber2ciruja hecho integramente con Conectar Igualdad y juegos open-source.

El capital humano puede ser la clave para desvirtualizar el problema que atienden: “Me describo como un agitador cultural, muy inquieto, muy curioso y muy manija. Mucho de eso tiene que ver con la informática, con el arte electrónico alternativo y con la educación. Amo la docencia, amo enseñar, amo estar en el aula y creo que parte de lo que hago en Cybercirujas sale bien porque el aula me dio mucha experiencia para comunicar mensajes de una manera sencilla, entendible y además de transmitir la pasión, es importante que un docente sea apasionado y curioso, me motiva la curiosidad y aprender, sobre todo".