Encuentro histórico entre la Iglesia Católica y el colectivo trans abre nueva etapa

Ocurrió en la provincia de San Juan. Cómo es ser trans en una provincia conservadora. 

06 de julio, 2020 | 10.57

Ser una mujer trans no es fácil en San Juan. No todas son aceptadas por sus familias, no todas son comprendidas por sus allegados, ni siquiera escuchadas por la sociedad. Por muchísimos años fue así hasta ahora, porque esta realidad promete un cambio. En la última semana, la Iglesia Católica abrió un histórico camino con este grupo tan marginado aún por la sociedad sanjuanina. Un encuentro clave, una foto que pasará a la historia y una promesa de apoyo resultaron de este acercamiento.

La esperanza de vida de una mujer trans es de 35 años y no muchos lo saben. Esa realidad fue tomada por la Iglesia, cuando el arzobispo Jorge Lozano mantuvo un charla distendida y cercana con integrantes de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA).

Las necesidades del colectivo y la realidad que viven día a día, el hecho de no tener acceso a la salud, el tener que pararse en una esquina, donde muchas veces son acosadas, burladas y hasta insultadas, la imposibilidad de acceder a una cirugía con riesgo de muerte...todos esos temas fueron planteados ante Lozano, quien escuchó con atención los requerimientos de esta comunidad.

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Verónica Araya, una de las protagonistas de este encuentro detalló los pormenores a El Destape: “Nos fue muy bien con Lozano. Es histórico este encuentro. En principio le conté cómo es la vida de una mujer trans. La situación que vivimos. La exclusión de nuestros hogares. La discriminación de las chicas que tienen que pararse en una esquina. Nunca nadie preguntó por qué muchas veces tienen que hacerlo. Es cierto que muchas de las chicas eligen hacerlo, pero la gran mayoría no, lo hacemos porque no nos queda otra”.

Cómo es vivir siendo trans en la provincia

De 180 personas trans en la provincia, sólo 40 ejercen la prostitución. Las demás se ganan la vida como pueden, con diferentes oficios como la peluquería, algunas son modistas, pero sólo una de ellas tuvo acceso a la educación, se recibió en una carrera universitaria y puede trabajar de lo que le gusta. Otra de las chicas logró un contrato en un municipio. Las demás se ganan la vida con oficios o con trabajos sexuales porque la misma sociedad no les abre las puertas.

Es por eso que siempre remarcan que, si bien todos y todas trabajan por la inclusión, la realidad de los homosexuales no es la misma. “Muchas veces ellos se cuelgan de nuestras luchas, pero la realidad es que es muy diferente la situación. Si tenés que contratar para un empleo, a un gay, a una lesbiana o a una chica trans, vas a contratar al gay o a la lesbiana. Nunca vas a elegir a la trans”, remarca, haciendo una salvedad.

Con una expectativa de vida muy corta, Verónica se fue de la casa a los 12 años porque sus papás la querían obligar a llamarse como un hombre. Allí, descubrió que su plenitud estaba al lado de sus compañeras. “Eran más fuertes mis sentimientos y por eso me fui. Con ellas me podía sentir como Verónica”, asumió, aunque es difícil la realidad cuando se toma una decisión tan trascendental, en la adolescencia.

Dejar las comodidades, las seguridades, desvestir tu cuerpo para vestir otro. Subirte a los tacos, maquillarte los ojos, usar ese vestido ajustado para salir esa misma noche a trabajar; no es la mejor niñez. Pero es la única salida que tienen para comer, en lo inmediato. “Vivimos y morimos solas. Esa es la realidad que le mostramos a Lozano”, contó.

Preocupado por esta realidad desconocida, el arzobispo de San Juan se mostró conmovido: “Un par de agrupaciones integradas por mujeres trans me solicitó una reunión. Desde el año pasado me reúno con algunas personas transgénero, para escucharlas y acompañarlas en su situación de pobreza. En esta reunión me plantearon un acompañamiento en capacitaciones laborales y en su realidad de pobreza de alimentos, viviendas, salud”, contó Monseñor Jorge Lozano a El Destape. Animado por continuar con las reuniones, el jefe de Iglesia Católica en San Juan, destacó la importancia del diálogo y del conocimiento de las realidades para lograr frutos.

“Hemos prometido acompañarlas en algunas gestiones de capacitación laboral y asistencia. Ahora estamos analizando en qué programa podemos participar nosotros”, explicó monseñor. En ese marco, el Arzobispado las puso en contacto con una organización de agricultura familiar para lograr el aprendizaje en el sustento propio, para autoabastecerse. “También las alentamos a que pudieran lograr la culminación de los estudios primarios o secundarios”, remarcó el jefe de la Iglesia sanjuanina.

No fueron sólo palabras de monseñor porque una de las promesas se cumplió en cuestión de horas. El Arzobispado encontró un lugar físico para que las chicas pusieran una oficina y pudieran reunirse dignamente a programar su futuro. El lunes 13 de julio vuelve a reunirse para conocer los pasos a seguir. “Hace 20 años vivo en San Juan y nunca hemos logrado un acercamiento tan importante para nosotras. He migrado por todo el país y decidía irme de cada lugar porque mataban a muchas de mis amigas. Un día dije, si no me voy: la próxima soy yo, Cuando llegué acá me encontré con una realidad que ya había superado; aunque en San Juan aún se estaba padeciendo esa situación. De hecho, hasta el día de hoy se padece”.

Verónica se refiere a los artículos contravencionales que las obligan a permanecer varios días bajo arresto (hasta un mes) por pararse en una esquina para lograr captar clientes. Hoy la lucha pasa por ahí. Sólo San Juan, con Mendoza y Salta aún poseen estos nefastos y detractores artículos que estigmatizan a las personas transgénero, que trabajan en la calle. “Si cometes una infracción, obviamente que tenés que ir detenida, pero terminar presa sólo por visibilizar tu género, no puede pasar nunca más”.

Qué dice el Código de Faltas

En el Artículo 124 se hace mención a la prostitución “escandalosa”. Este artículo manifiesta lo siguiente: "La persona de cualquier sexo que individualmente o en compañía, moleste o dé ocasión a escándalo, se exhiba, ofrezca, incite, realice señas o gestos provocativos a terceros en lugar público, abierto o expuesto al público, con el propósito de mantener contactos o prácticas sexuales será sancionada, conjunta o alternativamente, con pena de instrucciones especiales, prohibición de concurrencia y/o arresto de hasta veinte (20) días".

Existe, además, otro artículo al respecto. Se trata del 183, que habla del “uso indebido de los espacios públicos”, que refiere a que en la vía pública no se pueden realizan prácticas de algún tipo (como comercial) sin la autorización de las autoridades competentes. Este expresa: "El que haga uso, ejecute obras, desarrolle actividades en la vía pública, espacios públicos o privados de uso común, en forma provisoria o definitiva, sin autorización y/o habilitación de autoridad competente será sancionado, conjunta o alternativamente, con pena de multa de hasta tres mil jus (3.000 J), demolición de la obra, trabajos de utilidad pública y/o arresto de hasta quince (15) días; sin perjuicio de la reparación o demolición de la obra que a cargo del responsable podrá ser ordenada por el juez". El problema es que sólo caen en contravención las personas trans que muestran su condición sexual con un vestuario “acorde” (provocativo para las autoridades) en las esquinas de la conocida “zona roja” de Capital. La Policía las lleva detenidas a plena luz del día y les imponen hasta 30 días de arresto por esta razón.