Científicos del Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER) y del Instituto de Investigación Biomédica de Girona Dr. Josep Trueta (IDIBGI), ambos de España, publicaron un estudio en la revista Science Direct, donde vinculan el consumo de alimentos ultraprocesados con mayor presencia de síntomas depresivos. El trabajo también da cuenta de cómo la ingesta de este tipo de productos reduce los volúmenes de materia gris cerebral, región compuesta de células neuronales que se asocia a las emociones, la percepción sensorial, la memoria, el habla, la toma de decisiones y el autocontrol.
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En un comunicado conjunto, los científicos afirmaron: “Como hipótesis de trabajo, esperábamos que un mayor consumo de ultra-procesados se asociara con un mayor riesgo de síntomas depresivos y un menor volumen de sustancia gris en la amígdala y regiones frontales, especialmente en participantes con obesidad, ya que suelen caracterizarse por presentar un mayor consumo de ultra-procesados. Efectivamente, los resultados confirmaron nuestra hipótesis”.
En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes, Santiago Plano, investigador del Laboratorio de Cronobiología de la UNQ, agrega: “Los ultras procesados son ricos en sustancias que activan mucho nuestros centros de placer. Entonces, hay una compulsión adictiva a consumirlos porque nos hacen sentir bien, nos reconfortan y nos estimulan inmediatamente”.
Aunque comer ultraprocesados no es dañino en el corto plazo, el investigador asegura que, con el tiempo, los aditivos que contienen para que sean sabrosos empiezan a “intoxicar” el cerebro y deterioran el sistema nervioso al provocar adicción y degradar la materia gris.
Ultrapeligrosos
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los alimentos ultraprocesados son “aquellos productos compuestos por múltiples ingredientes desarrollados de modo industrial”. El consumo excesivo de estos productos conduce a una dieta de mala calidad con pocas proteínas, fibras y nutrientes, y muchas grasas, azúcares y sal. A la larga, y sumado a otros factores como la ausencia de actividad física, esta ingesta sostenida el tiempo puede traducirse en obesidad.
Entre sus características, los ultraprocesados tienen la particularidad que son fabricados para consumirse de inmediato y fácilmente sin ninguna preparación previa. Aunque parece un detalle menor, la FAO resalta que “los alimentos listos para el consumo perturban las señales saciedad/satisfacción al incentivar un ritmo de ingestión alto y comer mientras se está distraído”.
En este sentido, Plano advierte que “son alimentos que son ricos en calorías, en grasas saturadas, azúcares y tienen muchísimos aditivos que los hacen durar más. Además, estos químicos se emplean para que los productos sean más atractivos para el consumo masivo, entonces tienen colores, aromas y sabores que atraen. Sin embargo, todo esto siempre va en perjuicio de nuestra salud”.
A partir de 1970, con especial hincapié en la década del 90, la distribución de estos alimentos creció de forma cada vez más rápida a nivel mundial. Los cambios en la dieta de las personas significó un aumento de las tasas de sobrepeso, obesidad y enfermedades no transmisibles.
Un trastorno que crece
La depresión está asociada al cambio en el estado de ánimo, a la pérdida del placer o el interés por diferentes actividades en períodos de tiempo extendidos. En este sentido, algunas de sus manifestaciones son: dificultades para concentrarse, sentimiento de culpa excesiva o de baja autoestima, falta de esperanza acerca del futuro, pensamientos de muerte o suicidio, alteraciones del sueño, cambios en el apetito o en el peso y sensación de cansancio o de falta de energía. De estos factores también están asociados a enfermedades cardiovasculares, respiratorias, cáncer y diabetes.
Este trastorno mental afecta más a las mujeres que a los hombres (las cifras rondan en un 50 por ciento) y puede llevar al suicidio. A nivel global, se estima que 280 millones de personas sufren depresión y para 2030 este trastorno podría ser la principal causa de enfermedad. A su vez, cada año se quitan la vida más de 700 mil personas y representa la cuarta causa de muerte en la franja de 15 a 29 años.
Aunque existen terapias psicológicas y medicación para superar este trastorno, quienes viven en países con menores recursos corren en desventaja ya que el 75 por ciento no recibe ningún tipo de tratamiento.
Con información de la Agencia de Noticias Científicas