¿Por qué sentimos los olores? Importancia y funcionamiento de olfato

15 de junio, 2023 | 03.01

Vista, audición, olfato, gusto y tacto: estos son los llamados cinco sentidos que seguramente todos aprendimos en la escuela. Se trata de cinco tipos de información sensorial a través de las cuales nuestro cuerpo percibe el mundo que habitamos.

Nuestra manera de sentir el entorno determina, en muchas maneras, la forma en que pensamos y vivimos. Somos la respuesta a aquello que vemos, escuchamos, olemos, probamos y tocamos. Solemos dar por sentado nuestros sentidos, hasta que alguno de ellos comienza a manifestar algún tipo de problema.

Ahora bien, en cuanto nuestra percepción comienza a aminorar de alguna manera o percibimos cualquier molestia en los órganos de los sentidos, la actitud cambia. Esto porque nuestra calidad de vida se ve inmediatamente afectada.

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Solemos dar por sentado nuestros sentidos hasta que alguno de ellos comienza a manifestar algún problema.

 

En este artículo vamos a profundizar en el sentido del olfato: qué es exactamente, para qué sirve y cómo cuidarlo. Acompañanos en este recorrido por una parte del fascinante cuerpo humano.

Importancia del olfato

Sabemos que no se trata de un sentido exclusivo de los seres humanos: el olfato es fundamental para la supervivencia de muchísimas especies animales. Y sino, fijate cómo tu mascota olfatea cualquier objeto ajeno con que se tope, o qué es lo primero que hace cuando llega un extraño. 

En algunos animales esto es más fácil de reconocer que en otros: nadie pondría en duda la importancia que tiene este sentido para, por ejemplo, los perros. De hecho, su gran capacidad olfativa nos ayuda de muchas maneras, como a la hora de rescatar personas perdidas.

En otros animales, el fenómeno se vuelve más complejo. ¿Sabías que los anfibios e invertebrados perciben los químicos del ambiente a través de la piel? 

Pero no estamos acá para analizar otras especies, sino para hablar de nuestro increíble cuerpo y sus capacidades. Sabemos que nuestra capacidad de percibir olores no es tan excepcional como la de otros animales. Sin embargo, la importancia del olfato es vital y su funcionamiento, fascinante.

¿Cuántas veces un olor te recordó a la casa de tu abuela? ¿Te pasó de reconocer en la calle el mismo perfume que usaba alguien especial que no ves hace años? 

Cuando nos ocurre algo así sentimos, por un momento, lo más parecido a un viaje en el tiempo. ¿Por qué? Resulta que el olfato se conecta con la memoria más rápidamente que los otros sentidos. 

 

Para qué sirve el olfato

En promedio, se estima que una persona llega a reconocer 10.000 olores diferentes a lo largo de su vida. ¡Es muchísimo! Imagínate tratar de enumerarlos, sería imposible. ¿Cuál es el sentido detrás de este asombroso dato?

Lo útil del olfato, en términos de supervivencia, es que nos permite reconocer la materia que tenemos enfrente sin entrar en contacto con ella. Así es que podríamos darnos cuenta de que una botella transparente tiene lavandina antes de darle un trago por confundirla con agua.

Al ser un sentido pasivo, nos ayuda permanentemente sin demandarnos mucha decisión ni concentración. Siguiendo con el mismo ejemplo: podríamos percibir el olor de la lavandina incluso si no nos propusimos analizar su contenido a través del olfato.

El olfato nos permite reconocer la materia que tenemos enfrente sin entrar en contacto con ella. Esto es vital para nuestra supervivencia.

 

De la misma manera, podríamos estar distraídos con cualquier actividad al momento de percibir olor a humo y disparar todas las alarmas. Nada menor, ¿cierto?

 

Es fácil identificar cómo nuestra supervivencia está estrechamente ligada a la capacidad de percibir sustancias en el aire. Pero nuestra nariz hace mucho más que alarmarnos. Nuestras relaciones interpersonales e incluso la relación con los espacios está también atravesada por olores y cómo los percibimos.

 

Relación entre olfato y sexo

¿Te resulta atractivo el olor corporal de tus parejas sexuales? ¿Olés el cuello de tu pareja cuando la abrazás? Esto es lo más normal del mundo. Resulta que lo que llamamos “compatibilidad sexual o romántica”, que no es más que el deseo, tiene mucho que ver con el olor de nuestro sudor.

 

Esto explica un poco mejor la idea de “amor a primera vista”. El sentido del olfato cumple un rol importante para la atracción sexual y, por ende, en la elección de pareja. No debería sorprendernos demasiado, considerando que somos mamíferos y conocemos la importancia del olor en el comportamiento de los animales.

Nuestras glándulas apocrinas, localizadas tanto en nuestras axilas como en los genitales, secretan feromonas. Estas son sustancias químicas, presentes en varios fluidos.

Son estas feromonas lo que nos dotan de nuestro olor característico. Y lo que dota a la persona que queremos o deseamos de aquel perfume muchas veces inconfundible. 

¿Te gusta el olor de tu pareja? El sentido del olfato cumple un rol importante para la atracción sexual.

 

Percibimos las feromonas como información olfativa, que se suma a todo aquello que está en juego en la comunicación interpersonal. A veces somos conscientes de esto, y otras veces no. 

Supongamos que acabamos de conocer a una persona. Estamos conversando: la escuchamos hablar. Prestamos atención a sus palabras, que nos generan una determinada impresión.

Mientras esto pasa, nuestro organismo está haciendo algo parecido: sus feromonas, que percibimos como información olfativa, estimula a nuestro cuerpo. Y nuestro cerebro responde de manera diferente en cada caso.

¿Qué feromonas nos van a resultar más atractivas? Según la ciencia evolutiva, serán aquellas que respondan a una variación genética beneficiosa para nosotros o, mejor dicho, para la especie. Recordemos que, si nos limitamos a una interpretación biológica de la conducta sexual, está siempre orientada a la reproducción. 

 

Esta perspectiva científica le encuentra al sentido del olfato otra función. Acabamos de hacer una explicación -simplificada- de nuestra disposición genética a garantizar la supervivencia de la especie. Sin embargo, está claro que el deseo tiene que ver con muchas otras cuestiones y reducir nuestro comportamiento a una interpretación biologicista no lleva nunca a buen puerto

Cómo funciona el olfato

Lo que hace específicamente el olfato es, a través de la cavidad nasal, detectar partículas y trazos de sustancias químicas. El aire está plagado de estas partículas y sustancias y nuestra nariz está llena de receptores nerviosos especializados. 

Profundicemos un poco más: aquellas partículas que se encuentran en el aire tienen moléculas odoríferas (con olor). Estas son las que interactúan con nuestros receptores. ¿Cómo? A través de la respiración.

La parte interna de nuestra nariz está recubierta con mucosa olfativa. En ella, entre 20 y 30 millones de células olfativas están listas para recibir información. Es al inspirar que las ponemos en contacto con el aire y las partículas que ya mencionamos.

Estas células transportan las partículas hacia los neuroreceptores especializados. ¿Cómo lo hacen? A través de sus filamentos y proteínas presentes en el moco.

 

Aunque pueda sonar extraño, cada receptor reconoce un tipo de olor distinto. Es por eso que se los llama “especializados”. Aunque definirlos es complejo, se dice que son 10 los grupos de olores que somos capaces de percibir. Se les llama “olores primarios” y son los siguientes. ¿Los reconoces?

 

Los seres humanos somos capaces de percibir 10 tipos de olores. Contamos con neuroreceptores especializados para cada uno de ellos.

 

  • Olores fragantes o florales

  • Olores leñosos o resinosos

  • Olores químicos

  • Olores cítricos

  • Olores frutales no cítricos

  • Olores mentolados

  • Olores dulces

  • Olores ahumados o quemados

  • Olores podridos

  • Olores acres o rancios.

 

Los neuroreceptores especializados interpretan la información de alguno de estos tipos de olores. Y, a través de impulsos eléctricos, la envían al cerebro

En la región anterior al cerebro, el bulbo olfativo reconoce la información. Entonces la transmite a partes superiores del cerebro y ahí es que pasamos a ser conscientes de aquello que olimos. 

Todo esto que describimos de manera simplificada, pero cuya complejidad se deja ver, pasa en cuestión de segundos. El engranaje descrito se activa cada vez que te acercás a sentir el aroma de una flor o pasás por al lado de un puesto de garrapiñada. E incluso todo el tiempo que no tomás conciencia de ningún olor, pero igual lo estás sintiendo. 

Relación entre el olfato y el gusto

Todo el funcionamiento del olfato que acabamos de describir consiste en un proceso llamado quimiorecepción. El último paso, aquel en que pasamos a ser conscientes del olor percibido, sucede en la parte media del lóbulo frontal. En esa misma región es que se procesa el sentido del gusto.

Este otro sentido también es de quimiorecepción, con la diferencia de que funciona en  contacto directo con la materia. El olfato, como ya sabemos, opera a distancia de ella

Aún así, estos dos sentidos están estrechamente vinculados. Tal es así, que muchas veces se nos confunden. Lo cierto es que lo que entendemos como gusto, depende en gran medida del olfato.

¿Te imaginás ir al cine y no sentir el perfume del pochoclo? ¿Y sentarse a comer un asado sin haber percibido antes -y durante- el aroma de la carne a la parrilla

Disfunciones olfativas

Se le llama hiposmia a la reducción significativa de la capacidad olfativa. De la misma manera, la anosmia es la pérdida total del sentido del olfato.

Ambas pueden durar días, semanas o meses. Muchos de nosotros ignorábamos esta posibilidad hasta que la conocimos como posible síntoma del Covid-19. Fue en este contexto que el sentido del olfato empezó a ser más valorado.

Más aún, la estrecha relación entre este sentido y el del gusto quedó absolutamente clara entre aquellas personas que sufrieron hiposmia o anosmia durante la pandemia. En estos casos, hablamos de una anomia infecciosa. Pero las hay de otros tipos.

Distintas patologías pueden alterar el sentido del olfato. Desde enfermedades neurológicas hasta el uso de drogas, las alteraciones metabólicas o nutricionales y enfermedades psiquiátricas. También el traumatismo craneoencefálico puede resultar en una hiposmia o anosmia.

Por otra parte, también existe la anosmia congénita. Algunas personas nacen con hipoplasia o aplasia de bulbo olfatorio y, en consecuencia, no cuentan con este sentido. 

Además de la anosmia y la hiposmia, que son afecciones cuantitativas de la capacidad olfativa, existen otras más raras.

  • Parosmia: se llama así cuando se interpreta a los olores agradables como si fueran desagradables. Suele suceder como resultado de tumores, cuadros psicóticos o casos de epilepsia. 

  • Cacosmia: percepción de un olor desagradable sin que existan moléculas olorosas en el ambiente. En estos casos, dicho olor es ocasionado directamente por el organismo que lo percibe, engañandose a si mismo. 

  • Osmofobia: como su nombre indica, refiere al miedo que pueda ocasionar la presencia de determinados olores. Suele ser consecuencia de una experiencia vital traumática y se entiende como resultado de la estrecha relación de este sentido con la memoria. 

  • Presbiosmia: prima hermana de la presbicia, la presbiosmia es básicamente una hiposmia causada por la edad.

 

Cómo cuidar tu olfato

No hay que dar el bienestar de nuestro organismo por sentado. Esto aplica también para nuestros órganos sensitivos. El saludable funcionamiento de nuestro olfato depende en mayor medida del cuidado de nuestra nariz, de forma integral. 

 

¿Qué debés hacer para cuidar tu olfato? Seguí estos simples consejos.

  • Mantené limpias tus fosas nasales. Soplá regularmente tu nariz, pero sin generar excesiva presión.

  • ¡No te metas nada! No hay motivo válido para introducir objetos en tu cavidad nasal.

  • Evitá el cigarrillo. En cualquier listado de consejos de salud vas a encontrar este. Fumar es nocivo en muchos sentidos. En este caso, dejamos en claro que el consumo de cigarrillos es malo para tu olfato.

  • Evitá el uso de aerosoles que tengan un olor muy intenso.

  • No te expongas a polvo ni sustancias de olor muy intenso por tiempo prolongado.

  • Evitá las grandes concentraciones de humedad.

 

Conclusión

Podríamos decir que el olfato es un sentido frecuentemente bastardeado: la vista y la audición tienen mejor prensa. Aún así, nuestra nariz y todo lo que pasa allí dentro se la pasa alejándonos del riesgo y manteniéndonos a salvo.

El carácter irreflexivo del acto de oler no nos deja ser consciente de la centralidad de este sentido en nuestra experiencia de vida. Y no solo en términos de detección de peligros, o ¿abrazar a las personas que queremos sería lo mismo si no sintiéramos su olor?

A partir de la anosmia que sufrieron muchas personas como consecuencia del Covid-19 se empezó a hablar mucho más de este tema. En este artículo, además de valorar la importancia del olfato, nos detuvimos en ver cómo funciona.

Más importante: ahora sabemos qué debemos evitar para cuidar nuestra capacidad olfativa y seguir percibiendo el mundo sin perdernos de nada. ¡Ahora perfumate y salí a sentir el barrio con los sentidos bien despiertos!  O prende un sahumerio y seguí leyendo más contenido de El Destape.