Los crímenes adolescentes perturban a toda la sociedad porque tienen como protagonistas a niños y niñas que matan y mueren. Las primeras preguntas que surgen alrededor de estos casos son muchas: por qué matan y mueren los jóvenes, qué pasa con los adolescentes que cometen estos crímenes, por qué no se pueden evitar. Muchas son preguntas sin respuestas y otras quedarán puertas adentro del juzgado.
La mayoría de casos (por no decir todos) son aislados, pero la violencia en las infancias y adolescencias es cada vez mayor. El último caso que conmocionó a todos ocurrió el año pasado en Merlo donde adolescentes mataron a otro por "odio y diversión". En julio de ese año, otro adolescente de 15 años fue asesinado de una puñalada en el pecho en Garín y por el crimen detuvieron a un menor de la misma edad. Y yendo más lejos, en 2008, un chico de 15 años mató a puñaladas a un vecino de su misma edad y luego lo enterró en el patio de su casa de Carlos Spegazzini. Todos los casos fueron violentos y cometidos por menores. Pero no todos los casos pueden ser analizados de la misma manera.
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El Destape charló con profesionales de la salud mental para buscar desentrañar algunos de los interrogantes de estas tramas criminales adolescentes. Los expertos diferenciaron estos crímenes adolescentes con el bullying y aclararon que no se puede minimizar un delito tan complejo como un homicidio. Muchos crímenes adolescentes ocurren en el marco del bullying, pero existen otras causas más profundas que provocan un asesinato. Las causas no se pueden generalizar ni tampoco establecer motivos comunes, pero sí intentar plantear los posibles universos de estos adolescentes atravesados por problemas de salud mental, violencia, ausencia de autoridades, falta de recursos y estructuras psíquicas que requieren un análisis profundo.
Según la psicóloga Adriana Murcia, los crímenes adolescentes debe ser estudiados desde la estructura psíquica de los homicidas. “Se está investigando desde la neurociencia si tiene una estructura cerebral diferente al resto de los seres humanos, a los que tenemos estructura neurótica y psicótica. Los psicópatas no sienten remordimiento por cometer actos sádicos por puro placer. Por ejemplo, el crimen de Merlo es muy extremo, no es un simple caso de bullying”, dijo la profesional. Murcia explicó que existen diferencias cerebrales en las personas psicópatas por eso carecen de ciertas emociones saludables siendo sus emociones la envidia, la ira y la cólera. “Se enojan de una manera extrema que pueden llegar a matar. También tiene mucha envidia de las que personas que sí pueden sentir emociones positivas, los placeres que tiene son perversos o sádicos”, planteó.
En muchos de los crímenes, la psicóloga forense, Sandra Victoria Abudi, afirmó que “no son solo el resultado de una conducta de hostigamiento”. La especialista remarcó que es necesario diferenciar “el matar del acosar”. Explicó que varios casos “no hay una muerte ocurrida como consecuencia inesperada o no calculada de acoso, sino acciones que directamente causaron la muerte”. El sociólogo y perito forense, Alejandro Farji, agregó que “estos adolescentes no tienen internalizada la ley” y “esto tiene que ver con la falta de cumplimiento de un padre (función paterna) con la función de insertarlo en el mundo simbólico del principio de la realidad”. Además, para el profesional hay una descomposición social que es propicia para estos escenarios.
Por qué los jóvenes matan: estructuras psíquicas y salud mental
Los jóvenes que matan “no son chicos con estructura neurótica” sino que son mayormente “casos de psicopatía grave” u otras psicopatologías. Murcia planteó también una posible estructura psíquica que es el trastorno perverso narcisista. La profesional aclaró que las personas que son diagnosticadas como psicópatas no tienen tratamiento y judicialmente son inimputables. Mientras que aquellos con un trastorno de la personalidad puede reincorporarse socialmente. En este sentido, Murcia advirtió sobre la necesidad de la detección de comportamientos en los diferentes hábitos sociales.
La OMS reconoce a la salud mental como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad. Mientras que asocia a la mala salud mental a los cambios sociales rápidos, a las condiciones de trabajo estresantes, la discriminación de género, la exclusión social, a los modos de vida poco saludables, los riegos de violencia y mala salud física como también a las violaciones de los derechos humanos (Organización Mundial de la Salud, 2016).
Por su parte, Abudi aclaró que pueden existir indicadores previos en la conducta del agresor que señalen un desarrollo violento en escalada, pero no es posible que no se pueda prever un acto de semejante naturaleza. Sin embargo, la profesional señaló que sí se puede advertir presencia de alertas como agresividad, falta de habilidad social para la comunicación, naturalización de la violencia, trasgresión y falta de incorporación de normas. También un entorno familiar disfuncional, rasgos perversos, paranoides y psicopáticos, ruptura del criterio de realidad prevaleciendo el sentido de realidad, preparación para el asesinato como realizar daño a animales o personas.
En este sentido, la psicóloga y magíster en Psicología Educacional, Carolina Dome, explicó que cada caso debe indagarse para determinar si se trata de algo vinculado a la estructuración subjetiva o se trata de niveles de perturbación sistémicos sociales y de impunidad que deben determinar los peritos del caso. “Debe determinarse si ha habido algún nivel de patologías. Pero sí creo que es válido preguntarnos por qué razones emergen estas formas tan severas de violencia de nuestras juventudes”, cuestionó. Los profesionales coincidieron en que en este momento es el sistema judicial el que debe intervenir realizando las acciones que sean necesarias para abordar los casos, entre ellas un estudio pericial de cada imputado en el proceso de investigación.
Las principales alertas
Sin embargo, Abudi sostuvo que de manera general podemos afirmar que una persona que llega a una acción semejante está atravesada por lo que se conoce como patologías del acto. Según la profesional, estas patologías son propias de la adolescencia cuando hay falencia o carencia de recursos de defensa y las instancias psíquicas constituyentes previas no han tenido un desarrollo adecuado. Existe una dinámica del psiquismo dañada que impide la presencia de habilidades como la empatía, el respeto por la norma, provocando patologías del acto por las que los adolescentes se dañan a sí mismo y a otras personas mediante consumo de sustancias, autoagresión y/o heteroagresión, actos de transgresión. "La herida narcisista es la herida en el amor y el valor de la vida, pudiendo ser el escenario previo y visible a la comisión de un asesinato”, advirtió.
En esta sintonía, Dome planteó cierto corrimiento de las figuras adultas, de la autoridad pedagógica junto con la falta de la construcción del lazo social, de proyectos de pertenencia y la construcción de figuras identificatorias y de confianza para las adolescencias. "Es necesaria una promoción de derechos para que la violencia no sea la respuesta de cierto empoderamiento que encuentran ciertos jóvenes principalmente varones. Muchas veces la violencia aparece como mandato como 'quién soy si no ejerzo violencia', o 'en qué me convierto si no me identifico a esta figura poderosa que es la del violento'”, detalló. Para la profesional, es “fundamental ofrecer otras referencias identificatorias para construir otras formas de subjetividad. Por supuesto, es importante proponer espacios para que los adolescentes puedan expresarse en confianza" Y completó: "En una reciente encuesta, el 80 por ciento de les jóvenes expresaron que no cuentan con un adulto en quien confiar entonces ¿qué estamos haciendo?". Farji planteó que nos encontramos con otras falencias y carencias que exceden al individuo y son de orden familiar y social. Según el psicólogo, se trata de una “descomposición social, que se descompone de arriba hacia abajo que comienza cuando aquellos padres simbólicos que son los gobernantes no respetan la ley”. Y agregó: “Hay una carencia de valores, nadie dice la verdad, descomposición socioeconómica cuando uno tiene que sobrevivir los valores se terminan”.
Porqué los adolescentes cometen crímenes seguirá siendo una pregunta sin una sola respuesta sino al contrario: generará nuevos interrogantes. Los profesionales advirtieron que cada caso debe ser analizado individualmente y no pueden generalizarse ni tampoco establecer motivos comunes, pero sí intentar reflexionar sobre el universo de estos adolescentes atravesados por problemas de salud mental. La urgencia de la aplicación de la Ley de Salud Mental y la intervención de todas las estructuras sociales desde las familias, instituciones educativas hasta el Estado para prevenir y cuidar a las infancias y adolescencias con derechos garantizados.