Las dos caras de una costumbre argentina: ¿beber vino es bueno para la salud cardiovascular?

Si se toma en dosis bajas produce beneficios cardiovasculares. Sin embargo, la OMS alerta al mundo por su consumo nocivo que genera 3 millones de muertes anuales.

08 de noviembre, 2022 | 12.05

 

Adrián Baranchuk. Créditos: Department of Medicine, Queen’s University.

Adrián Baranchuk es médico (UBA), cardiólogo y profesor de Medicina en la Universidad de Queen’s, Canadá, donde reside desde hace 17 años. Exhibe una prolífica producción científica con la participación en más de 600 artículos en los que se descubren sus aportes en temas variopintos. El consumo de vino y sus efectos cardioprotectores representan uno de los tópicos que más lo ha cautivado y en el que ha concentrado sus esfuerzos durante el último tiempo.

Un asunto complejo de abordar, pues, según los datos provistos por la Organización Mundial de la Salud, tomar bebidas alcohólicas significa un verdadero problema para los gobiernos de todo el mundo. Cada año se producen tres millones de muertes debido al consumo nocivo de alcohol (un 5,3 por ciento de todas las defunciones) que, como si no fuera suficiente, implica un factor causal en más de 200 enfermedades y trastornos. Para arrojar luz al respecto, Baranchuk ofrece su perspectiva a la Agencia de noticias científicas de la UNQ.

-Usted es cardiólogo, ¿es más lo que se sabe o lo que no se sabe sobre el corazón?

-Es una pregunta casi imposible de responder. Lo que sabemos creemos que lo sabemos y lo que no sabemos, o bien lo estamos investigando, o bien ni siquiera lo pensamos. Con la inteligencia artificial, se han abierto un montón de puertas y advertimos, por ejemplo, que la predicción de enfermedades cardiovasculares es posible. Sabemos que la obesidad y el sedentarismo infantiles hoy promocionados por tecnologías y videojuegos, tienen una relación directa con patologías cardíacas en la adultez y en la vejez. En las últimas dos décadas los infartos se producen a edades cada vez más tempranas. Estoy por cumplir 53 años y todos los días me encuentro con pacientes más jóvenes que yo a los que les tenemos que destapar las arterias. Algo impensado 15 años atrás.

-¿Y qué hay del vino? Ha investigado este tema específicamente.

-Si le dijera a un paciente que caminar hace bien al corazón, lo estaría instando a caminar porque es parte del arsenal terapéutico para prevenir y tratar enfermedades cardiovasculares. Todos los efectos beneficiosos que podamos discutir para el vino y para cualquier otro tipo de alcohol, jamás deben ser interpretados como una terapia, como una recomendación para mejorar la dinámica del aparato cardiovascular. La American Heart Association (AHA) señala que si una persona no toma alcohol no debe proponérsele que beba a pesar de sus posibles beneficios porque son dosis dependientes.

-Es decir que habrá beneficios en la medida en que se tome de manera controlada.

-Si se consume de forma controlada los efectos adversos son prácticamente nulos y los beneficios cardiovasculares emergen. El problema es que cuando uno se pasa de esas dosis sugeridas aumentan los riesgos que conducen a incrementar la mortalidad. Mientras que las dosis bajas a moderadas mejoran la presión arterial, los excesos incrementan la presión y puede ocasionar problemas muy graves. De modo que los tres grandes pilares internacionales al respecto son: si usted no toma no tome; si usted toma por encima de las dosis recomendadas disminuya el consumo hasta ingresar en un margen bajo-moderado; si usted toma bajo-moderado (y no existen otras alteraciones físicas que prohíban el consumo para el individuo: embarazos, hígados grasos) puede seguir haciéndolo basándose en los aspectos cardiovasculares positivos.

Adrián Baranchuk.

 

-¿Cuáles son estos aspectos positivos?

-Más allá de que sea bebido sin preguntarse demasiado sobre su composición, el vino está hecho a partir de más de 500 sustancias. De ellas, hay algunas que son particularmente buenas para el aparato cardiovascular. Los polifenoles, por ejemplo, poseen un potente mecanismo antioxidante que mejora la performance de los vasos y las arterias del corazón y de todo el cuerpo. Además desempeñan una acción antiagregante: en dosis bajas a moderadas podría ser de utilidad para la gente que tiene tendencia a formar coágulos y enfrenta un mayor riesgo de infarto o de ACV. También es positivo porque estimula los beneficios cardiovasculares de la insulina y la función endotelial (el endotelio es el tejido que recubre al corazón y a otras cavidades).

-¿Estos beneficios se obtienen con la toma de cualquier vino?

El tinto tiene 10 veces mayor concentración de polifenoles que el blanco. Ambos poseen etanol (alcohol) que produce antiagregación plaquetaria, esto es, la disminución de la probabilidad de formar trombos y también beneficia la dinámica endotelial. A bajas dosis es vasodilatador y aquí reside una paradoja. Cuando uno estaba en la montaña, tenía frío y se hallaba con un principio de congelamiento venían los perros San Bernardo con un barril colgado del cuello lleno con aguardiente. Si te suministran alcohol cuando te estás congelando te terminás de congelar porque te dilata los vasos y se pierde el poco calor que se tiene. El mito era bonito pero tenía poco asidero científico.

-Ha mencionado muchas veces que están permitidas las dosis bajas a moderadas, ¿a qué cantidad se refiere?

Se recomienda un máximo de dos copas de vino por día para los hombres, dejando dos días libres de alcohol a la semana, y la mitad para las mujeres. Antes que lo preguntes, la segregación por sexo está siendo constantemente revisada. Se afirmaba que la recomendación, en muchos casos, se basaba en la contextura física pero ello no tiene mucha lógica; tengo colegas que son iguales de altas que yo. Entonces, ¿por qué deberían tomar menos? Afortunadamente, en la actualidad, las mujeres nos ayudan a abrir un poco la cabeza y a deconstruir paradigmas médicos de tiempos pretéritos. Es cierto que hay diferencias genéticas, de concentración hormonal y a nivel biomolecular, pero muchas guías de recomendación se construyen sobre la base de vicios psicosociales y sin ningún fundamento que provenga de la ciencia.    

-Según la OMS, cada año se producen 3 millones de muertes en el mundo debido al consumo nocivo de alcohol. Esto hay que enfatizarlo. 

Está totalmente claro que beber alcohol en dosis altas aumenta la mortalidad en forma total, es decir, la cardiovascular y la que no se provoca por estos motivos. Respecto de la primera, la toma excesiva (alcoholismo o toma esporádica pero en altas dosis) produce sangrado intracraneal (ACV hemorrágico) y genera, en forma crónica, cardiopatía dilatada alcohólica (aquí el etanol produce un daño directo en las células miocárdicas), que conlleva un deterioro irreversible de la persona. En relación a la segunda, produce daño hepático e incrementa de manera considerable la probabilidad de tener cáncer, sobre todo, los más malignos y difíciles de tratar que se alojan en el tracto digestivo. Lo más dramático es que incrementa la mortalidad por accidentes de tránsito y, por supuesto, de terceros. En Canadá si te encuentran alcoholizado al volante te cuesta la licencia de conducir. Aquí mejora la conciencia pero todavía falta mucho

-Se combate el consumo de drogas pero no el de alcohol que se comercializa libremente, casi sin restricciones…

-Es un asunto histórico y cultural. Está bien demostrado que cuando se despenaliza la marihuana el consumo baja. Existen experiencias muy significativas. En ciudades chicas como la que vivo se despenalizó; el primer día había cuadras de cola de gente que quería consumir pero, como todo, después la novedad pasó. Pasé anteayer y no había nadie. Aquí, en Canadá, la venta a menores de 18 años está penalizada con cárcel para el comerciante. Pienso que lo fundamental es pensar que cuando uno está frente a un alcohólico, es un individuo que no halla la manera de dejar de serlo. La salud pública debería acompañarlos de otra manera, un mecanismo de control social, de forma que se logre reducir el estigma que arrastran. Las etiquetas y los prejuicios no hacen más que empeorar las cosas en cualquier caso.

-¿Qué sería más conveniente: que el alcohol se moviera hacia el sector de las sustancias prohibidas, o bien, que la marihuana se trasladase al sector de las drogas permitidas?

-Preferiría lo segundo, insisto, hace 17 años que vivo en este país y he visto los efectos positivos de la despenalización. Ello no implica consumo irresponsable, se trata de aprender en el camino. Los controles de alcoholemia se calculan a partir de gramos de alcohol en sangre; en cambio, no está muy bien estipulado cómo se debería medir la cantidad de THC. La Ley Seca (1920-1933) en EEUU ya se experimentó y ya vimos cuáles fueron los resultados: potenció el alcoholismo de manera crónica y fomentó los negocios paralelos alrededor del consumo.

Con información de la Agencia de Noticias Científicas