La población pelirroja representa un porcentaje muy bajo en la totalidad mundial: tan solo el dos por ciento. Esta condición es la que, en la edad media, los condenaba a la hoguera porque, además, en esa época el color rojo era representativo del fuego y del infierno. Pero los avances científicos lograron una victoria sobre estos y otros mitos: hoy se puede explicar, a ciencia cierta, el origen de los excepcionales rasgos de las personas pelirrojas. Desde la Agencia de noticias científicas de la UNQ elaboramos un repaso, a partir de la voz autorizada de un científico.
Cuestión de genes
La cadena genética del ser humano tiene de 50 a 70 genes involucrados en la pigmentación, pero solo uno de ellos es el responsable de que existan los pelirrojos: el MC1R, gen receptor de melanocortina 1, responsable absoluto de que algunas personas tengan el pelo anaranjado.
En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas UNQ, el doctor Mariano Belaich, especialista en Genética Molecular, docente e investigador de la UNQ, explica que “cuatro o cinco variantes de este gen impiden al cuerpo la producción del tipo más común de melanina, la eumelanina, de color marrón oscuro. Las personas con estas mutaciones solo pueden fabricar la otra clase de melanina existente: la feomelanina, de color rojo”.
¿Cuándo puede nacer una persona pelirroja?
Los genes poseen variantes en una población, llamadas alelos. Y, en los seres humanos, como el genoma nuclear se compone de un 50 por ciento de la madre y el otro 50 por ciento del padre, suelen tener dos copias por gen. “A veces, esas dos copias tienen el mismo alelo (homocigota). Pero, en otras ocasiones, podemos tener dos diferentes (heterocigota)”, dice el especialista. Y aclara que las instrucciones de algunos alelos pueden prevalecer sobre otras, por eso se las suele llamar en función de sus efectos (fenotipos) como “dominantes” o “recesivas”.
En el caso del color de pelo y de la piel, participan genes vinculados con la síntesis de pigmentos. Entre ellos, variantes de melanina. Algunos de estos alelos presentan dominancia sobre otros. Por ejemplo, pigmentos oscuros sobre los claros. Si bien se han identificado alrededor de 200 genes implicados en tales fenotipos, destaca el gen MC1R (receptor de melanocortina 1). En particular, este gen posee un alelo del tipo recesivo que, en estado homocigota, explica alrededor del 73 por ciento del fenotipo “pelirrojo” según un estudio de un grupo británico publicado en Nature Communications en 2018. En ese sentido, portar esta doble carga alélica para MC1R predispone con alta probabilidad a ser una persona pelirroja. Y esto puede derivar a partir de que la madre y el padre también fueron homocigotas para este alelo, y pelirrojos, o que ambos portan esta variante en estado heterocigota.
El origen
La frecuencia de los alelos para los distintos genes varía según las poblaciones humanas y sus historias evolutivas, de migraciones y cruces entre etnias. Por ejemplo, los alelos de MC1R asociados al fenotipo pelirrojo son más frecuentes en el noroeste europeo que en el resto del planeta. Alrededor del 1-2 por ciento de la población mundial sería pelirroja, pero, en Escocia, ese grupo crece hasta alrededor de un 13 por ciento. En general, los fenotipos homocigotos recesivos son siempre menos frecuentes, dado que se requiere del estado homocigota para su manifestación.
Piel menos protegida
Las personas pelirrojas, al igual que el resto de personas con piel más clara, tienen menor capacidad protectora y reciben una mayor dosis de radiación UV. “Más allá de una característica física, los genes vinculados con la pigmentación son importantes porque presentan roles en el desarrollo de cáncer, como el melanoma. Si uno es pelirrojo y amante del sol, es necesario cuidarse mucho porque el cuerpo no está del todo preparado para ese ambiente cálido y veraniego, pleno de rayos UV”, remarca el especialista.
¿Más sensibles al frío?
Otro aspecto frecuentemente asociado a las personas pelirrojas es la percepción a los cambios de temperatura. Una investigación de la Universidad de Louisville (Kentucky, Estados Unidos) apuntó que la mutación genética que les hace tener el pelo rojo y la piel delicada, también parece hacerles más sensibles a los cambios de temperatura.
Tras comparar la sensibilidad al dolor térmico en 30 mujeres pelirrojas y 30 morenas, el estudio detectó que las pelirrojas comenzaron a sentir dolor alrededor de los 6ºC, mientras que aquellas con cabello más oscuro no comenzaron a notarlo hasta que la temperatura rozó la congelación. El equipo de investigación concluyó que el gen MC1R puede provocar que la respuesta de detección de temperatura de una pelirroja las vuelve más sensibles al frío.
Como sea, aunque la fascinación provocada por su aspecto no siempre fue positiva, en pleno siglo XXI, el color rojo en el pelo los convierte en uno de los grupos minoritarios más dispersos y fascinantes en el mundo. Tras siglos de peligroso desconocimiento, afortunadamente, la ciencia otra vez hizo lo suyo.
Con información de la Agencia de Noticias Científicas