La pandemia del coronavirus fue mucho más que un problema sanitario. Como hecho social condensó aspectos sociales, políticos, económicos y culturales que dejarán huella en las sociedades y cuyas consecuencias analizaremos durante varias décadas. Lo que sí podemos observar hoy, a más de un año y medio de su inicio, es que potenció múltiples prácticas y comportamientos vinculados a un modelo de subjetividad pensado a imagen y semejanza de las formas de comunicación digitales y los modelos estéticos del neoliberalismo del siglo XXI .
La vida ordinaria ya no se ordena por los grandes relatos políticos, colectivos, y cargados de conflictos. Las narrativas y expectativas suelen estar más ligadas a las experiencias biográficas, la construcción de una imagen de unx mismo para mostrar en redes, y una relación instrumentalizada del propio cuerpo. Cuestiones que no se interrumpieron, e incluso crecieron con el coronavirus y las medidas de aislamiento. Investigaciones y estudios señalan que durante el aislamiento aumentaron considerablemente, sobre todo en mujeres jóvenes, los trastornos alimenticios, las consultas por tratamientos estéticos. De hecho la sociedad Argentina de Pediatría alertó en 2020 por casos de anorexia o bulimia nerviosa en una de cada tres adolescentes.
Como lo advirtió la reciente denuncia que se realizó contra Instagram y las empresas de Mark Zuckerberg por los efectos nocivos de sus plataformas que empeoran la relación de lxs adolescentes con su cuerpo en uno de cada tres adolescentes, la abundancia de contenido y el gesto automatizado de compararse con lo que se ve en las redes sociales produce cuadros de ansiedad, depresión y otros padecimientos de salud mental.
Argentina, un país demasiado preocupado por la belleza
En este marco llama la atención que, según cifras estadísticas de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS), durante 2020 las cirugías estéticas crecieron un 7,4% en todo el mundo, y Argentina ocupa el séptimo puesto del ranking, solamente por debajo de Estados Unidos, Brasil, México, Alemania, India, e Italia . Las intervenciones más pedidas siguen el aumento del busto, que son el 15,8% de todas las intervenciones estéticas del mundo; la liposucción; la cirugía de párpados; abdominoplastia; y rinoplastia. Sin embargo el aumento en el volumen de la cola es el procedimiento que más creció en demanda (38,4%) en este último año en el mundo. También aumentaron considerablemente los tratamientos no quirúrgicos, sobre todo con los de toxina botulímica, ácido hialurónico, reducción de grasas no quirúrgicas y fotorrejuvenecimiento.
La Dra. Johanna Furlan es medica cirujana estética (MN 122 975 IG) y señala que Argentina “en general siempre fue uno de los países del mundo que más importancia le da a la estética. No solo en materia de cirugías, sino en materia de tratamientos estéticos. Brasil es algo parecido, también puede ser en Centro América. No pasa lo mismo por ejemplo en países como Uruguay o Chile. En Argentina los mandatos de belleza y sobre todo las modas pesan y marcan tendencias”. En este sentido identifica que, a diferencia de otras décadas donde se aspiraba a un aspecto más natural o disimulado, hoy la tendencia es a que las cirugías y los cambios se noten.
Las moda de diseñar cuerpos para vender
Toda época esta marcada por determinados modelos corporales de belleza que funcionan como parámetros universales y hegemónicos. En los 90’s y 2000’s los estándares de la moda que marcaban los medios tradicionales, sobre todo las revistas graficas, la TV y el Cine, eran la extrema delgadez y la casi ausencia de las formas femeninas. Podemos listar varias actrices, modelos, cantantes y famosas Winona Ryder, Angelina Jolie, Victoria Beckham, Lindsay Lohan, Dolores Barreiro, Nicole Richie, Naomi Campbell o Valeria Mazza, quienes lucían cuerpos esbeltos y cada vez más delgados, con caderas huesudas y piernas largas como hilos. Las consecuencias son ineludibles: durante los 90 y 2000 aumentaron abruptamente las cifras de trastornos alimenticios y problemas de autoestima.
Pero desde la segunda década del siglo XXI las cosas han cambiado. Con el estallido de las redes sociales, los contenidos digitales, y el crecimiento de la llamada cultura FIT o saludable, las exigencias sobre los cuerpos se transformaron y se incorporan nuevos consumidores: el público masculino. Hoy en día priman los cuerpos híper trabajados y marcados, y las curvas exaltadas. El modelo de algunas celebridades como el clan Kardashian, que constituyeron un hito en los programas de televisión de Reality, introdujo nuevas variables al mundo de los deseable y cirugías. “Hoy en día la moda predominante es la de los glúteos, la boca, y hay una tendencia a pedir la boca de una determinada famosa. Las modas van cambiando. Hace 10 años era ser mucho más flaco y no tener forma. Hoy es lo contrario, tener exceso de forma”, subraya la Dra. Furlan.
En general son las mujeres las que más se someten a procedimientos cosméticos, pero en los últimos años ha crecido llamativamente la práctica en los hombres, sobre todo entre los 25 y 55 años, lo que era algo impensado hace varias décadas: “Hay mucha más demanda en cirugía y tratamientos en varones. Ellos en general no vienen tantas veces a hacerse muchos tratamientos. Tal vez vienen menos, pero prefieren algo quirúrgico. Los varones son más prácticos, toman decisiones más funcionales. Lo que más suelen hacerse son tratamientos capilares y marcaciones de abdominales”.
Cirugías millennials y boquitas de filtros
Todo es risas en las redes sociales hasta que lo que parece ser un inofensivo filtro de perrito, se transforma en un experimento que juega con las más profundas vulnerabilidades de lxs jóvenes y humanxs, y lleva los límites de lo posible a terrenos peligrosos para la salud física y mental. El relato futurista de la serie Black Mirror o el avance ilimitado de la Tecnología sobre la vida cotidiana que se ilustra en Years and Years, que hemos visto azorados pero con cierta distancia por tratarse de una ficción, comienza a hacerse realidad y llegó para quedarse.
La híper exposición de las personas y su mediación a través de redes sociales, plataformas y filtros faciales ha modificado el vínculo de lxs sujetos con su propio rostro y cuerpo. En un mundo regido por exigencias permanentes y mandatos de belleza inalcanzables, la invitación a millones de jóvenes, adolescentes y niñxs a “jugar” a intervenir el propio cuerpo y modificar los rasgos faciales para lograr mayor aceptación o parecerse a otra versión de unx mismo es un arma de doble filo (y un gran negocio).
Furlán señala que en la última década también ha cambiado la edad de quienes consultan y se realizan tratamientos. “Hoy a los 18 o 19 años ya empiezan a consultar para prevenir situaciones, o por problemas como el acné que ahora tiene tratamiento. No quieren sufrir el bullying, quieren verse bien. Tienen mucha exposición a nivel fotográfico, por las redes, y quieren estar bien en las pantallas y verse de la mejor forma posible”. Sin embargo es importante aclarar que se trata de una práctica legal a partir de los 16, siempre y cuando sea firmado un consentimiento, y se consulte con un responsable o tutor que lo avale.
“Ahora estoy haciendo un posgrado europeo y uno de los temas a tratar es tratamientos para Millennials, que son edades nuevas, con requerimientos nuevos, y cabezas diferentes. En general las mas jóvenes preguntan por tratamientos por labios y rinomodelación que hoy está muy de moda -cuenta la cirujana- las redes sociales y filtros influyen un montón. Muchas jóvenes consultan porque quieren tener los labios que le aparecen con ciertos filtros de Instagram. Siempre la belleza fue un valor que a la mayoría le abrió puertas, y hoy vemos como juegan con eso los Instagramers, influencers, youtubers o cantantes, eso es lo que ven los pibes. En las redes casi no ven científicos que estudian, no ven escritores. Ven las redes y gente millonaria que vive de eso. Desde los medios y las redes se incentiva a la práctica porque se muestran realidades que no son verdad. Y no solo los famosos, la gente normal que hace un recorte de su vida. Es como una vida en paralelo. La advertencia que yo hago es siempre hacerlo con alguien recomendado que lo sepa hacer”.
De hecho ya existe el término "dismorfia de Snapchat" que usan los cirujanxs plásticos para referirse a una nueva tendencia, entre adolescentes y jóvenes, a solicitar cirugías estéticas para parecerse a "su filtro" de la famosa aplicación. La dismorfia es un trastorno por el que se altera la autopercepción del cuerpo, se ven los “defectos” propios de forma exagerada y crecen los complejos, afectando las relaciones sociales y la salud. Suelen aparecer durante la adolescencia ya que es el período vital donde comienza la preocupación por la apariencia física y surge la necesidad de aceptación de los pares.
Puede que los estándares cambien, e incluso las prácticas sean cada vez más extremas, pero en el fondo el problema sigue siendo el mismo: si no sos de una determinada manera, o no te ves como los valores de la sociedad lo imponen, corres el peligro de quedar excluido y discriminado de espacios de sociabilidad vitales como el mercado laboral, el ocio y la recreación, las redes, e incluso instituciones primarias como la escuela o el club. No responder a ciertos estándares implica estar automáticamente inhabilitado, borrado del mapa. La incorporación prematura de exigencias sociales y la presión que suman las redes sociales por acercarse a modelos de vida, en muchos casos imposibles, termina generando malestar, angustia, depresión, y la búsqueda de respuestas en cirugías y tratamientos estéticos.