El Hospital Garrahan logró un reconocimiento regional e internacional por su atención multidisciplinaria, en el Día Mundial de las Personas con baja talla. El servicio de Crecimiento y Desarrollo de la institución realiza actualmente el seguimiento a unos 1.500 pacientes con displasias esqueléticas y 500 con acondroplasia.
La displasia esquelética es una enfermedad de origen genético, acompañada de baja estatura y en muchos casos desproporción; mientras que la acondroplasia es un tipo de displasia, cuya prevalencia es de uno de cada 20.000 recién nacidos.
"El servicio de Crecimiento y Desarrollo del Garrahan logró recientemente un reconocimiento regional e internacional, participando y compartiendo los resultados de la atención multidisciplinaria en congresos internacionales", informó hoy a través de un comunicado la institución pediátrica de Salud.
La jefa clínica de Crecimiento y Desarrollo y médica tratante de una adolescente, Mariana Del Pino, explicó ciertas dificultades que acompañan a las familias con esa afección.
"Antes teníamos más dificultades con los colegios, porque no aceptaban a las niñas y niños simplemente por ser bajos, pero se fue trabajando y mejoró mucho. En el Hospital sabemos de la situación porque los padres o madres acuden acá a plantear esas problemáticas y, en muchos casos, se interviene a través de cartas o reuniones, explicando e instando a la institución a favorecer la inclusión de la niña o niño", dijo la médica.
Una de las pacientes de Del Pino, Ludmila de 13 años, se atiende en el Garrahan desde los 10 meses a causa de un tipo de displasia esquelética, una enfermedad poco frecuente que genera baja estatura, y manos y pies pequeños, informó el documento. Sin embargo, su condición no le impide practicar patín artístico y bailar.
"No hay que limitarse ni caer en el no puedo", es el mensaje esperanzador de la joven para quienes viven con su misma condición.
En el último tiempo, cuenta la médica, gracias a dejar de sentir dolor en las manos, "Ludmila sumó habilidades cotidianas como peinarse, escribir o usar los cubiertos sola, algo que aumentó su independencia que ya de por sí era bastante para su condición, sostienen las médicas tratantes".
Con 13 años, la adolescente sufre displasia geleofísica, por lo que su estatura, manos y pies son más pequeños que lo esperado para la edad.
Por último, Ludmila, que es oriunda de la localidad bonaerense de Merlo, aseguró: "No hay que limitarse ni caer en un ´no puedo´, siempre se puede, hay una manera para hacer todo. Y si hago algunas cosas distintas a los demás, para mí lo normal es hacerlo así. Hay que luchar por los sueños".
Con información de Télam