En el mundo actual, donde el ritmo de vida acelerado es la norma, las decisiones sobre nuestra alimentación son cruciales para nuestra nutrición y la salud. Entre estas decisiones, no solo importa qué comemos, sino también cuándo lo hacemos. Esto no solo influye en nuestro peso, sino también en nuestra salud metabólica y nuestro riesgo de enfermedades crónicas.
Por eso en este artículo, te contamos qué dicen los expertos y por qué desayunar y cenar temprano es beneficioso según los últimos estudios científicos.
Las ventajas de desayunar temprano: qué dice la ciencia
Desayunar temprano se alinea con nuestros ritmos circadianos naturales, esos ciclos de 24 horas que regulan desde nuestras fluctuaciones hormonales hasta nuestros ciclos de sueño. La ciencia ha demostrado que nuestro cuerpo está más preparado para digerir y metabolizar alimentos durante las primeras horas del día. A medida que avanza el día, nuestra eficiencia metabólica disminuye, lo que significa que una comida a las 9 puede tener efectos metabólicos muy diferentes a la misma comida a las 21.
El campo emergente de la crononutrición, que estudia la relación entre el momento de las comidas y la salud, está cambiando la forma en que los investigadores piensan sobre la nutrición. En lugar de enfocarse únicamente en los nutrientes y calorías, se está descubriendo que el momento de las comidas tiene un impacto significativo en el peso, el apetito, el riesgo de enfermedades crónicas y la capacidad del cuerpo para quemar y almacenar grasa.
Un estudio de la Universidad de Murcia encontró que incluso en España, conocida por su cultura de comer tarde, aquellos que comen un almuerzo grande a mitad del día y una cena ligera tienen menos problemas metabólicos que aquellos que consumen más calorías por la noche. Estos hallazgos sugieren que adaptar nuestras comidas a un horario más temprano podría ser beneficioso para nuestra salud metabólica.
Además, diversos estudios han revelado que quienes desayunan temprano y cenan ligero tienden a perder más peso y presentan mejoras en su azúcar en sangre, niveles de colesterol y sensibilidad a la insulina, en comparación con quienes hacen lo contrario. Esto indica que el momento en que consumimos nuestras comidas es un factor dietético importante que puede influir en nuestra salud metabólica.
¿Hay que cenar temprano? Lo que dicen los expertos
Cenar temprano también se alinea con nuestra biología interna. Nuestro cuerpo está más capacitado para secretar y responder a la insulina durante las primeras horas del día. Por la noche, la sensibilidad a la insulina disminuye y las células beta del páncreas, que producen insulina, se vuelven más lentas y menos receptivas a los aumentos de azúcar en sangre.
Investigaciones han mostrado que cenar tarde no solo nos hace más propensos a almacenar grasa, sino que también aumenta nuestra sensación de hambre. Los niveles de grelina, una hormona que estimula el apetito, aumentan, mientras que los de leptina, que provocan saciedad, disminuyen. Esto puede llevar a un círculo vicioso de comer tarde y aumentar de peso.
Los especialistas sugieren varias estrategias para optimizar la salud a través del momento de las comidas: no saltear el desayuno, consumir carbohidratos por la mañana o temprano en la tarde, cenar temprano y hacer de la cena la comida más pequeña del día. Incluso si no es posible cenar temprano todos los días, intentar seguir este patrón al menos cinco días a la semana puede tener beneficios significativos.
Es importante destacar que no todas las personas pueden seguir este horario de comidas, como los trabajadores nocturnos. Sin embargo, para aquellos cuyos horarios lo permiten, adaptar nuestras comidas para alinearlas con los ritmos naturales de nuestro cuerpo puede ser un paso clave hacia una mejor salud.