La automedicación se volvió un hábito: ante un dolor de cabeza, un resfrío o una molestia muscular, las personas toman algún fármaco para aliviar el síntoma y, por ende, posponer o, directamente, evitar la consulta médica. Sin embargo, desde hace años, los especialistas sostienen que se trata de una práctica riesgosa que puede ocultar y/o empeorar una enfermedad en curso. En diálogo con la Agencia de Noticias Científicas de la UNQ, los médicos Adrián Baranchuk y Leda Guzzi explican cuáles son las causas y consecuencias de esta práctica, quiénes son los responsables y definen si existe la posibilidad de llevar adelante una automedicación responsable.
La OMS detalla que más de la mitad de los medicamentos a nivel mundial se prescriben, dispensan o venden de manera inapropiada y el 50 por ciento de los pacientes no toma sus medicamentos correctamente.
El presidente electo de la Sociedad Interamericana de Cardiología (SIAC), Adrián Baranchuk, explica que esta práctica se da por diversas variables relacionadas tanto con el individuo mismo como con su entorno. “En el plano individual, en el 95 por ciento de los casos las personas que se automedican lo hacen solo cuando perciben síntomas leves que no ameritan la visita médica. Además, establecen una relación costo-beneficio: si un síntoma es leve, y me voy a pedir un día de trabajo para estar toda una mañana esperando a que me atiendan, mejor me automedico”, sostiene.
En cuanto al plano social, el cardiólogo señala que la abundancia de publicidad sobre fármacos y la falta de acceso a una cobertura médica por una parte de la población hace que se elija la automedicación como el camino a seguir.
El bombardeo publicitario
Tal como plantea Baranchuk, la automedicación no es un fenómeno aislado sino que se ve afectado por diversos factores. Atender el problema de la automedicación sin rever qué otras cosas llevan a eso sería solo ver la punta del iceberg. En su lugar, se debe analizar todos los eslabones de una extensa cadena de responsabilidades: desde el individuo hasta la industria publicitaria, pasando por las farmacias y el sistema de salud.
Los especialistas coinciden en que hay un “bombardeo” de publicidad de medicamentos, basta con encender la televisión unos minutos y así recibir información sobre óvulos ginecológicos, pastillas para dormir, para dolores físicos, o bien, cremas para hongos. Esto puede tener graves consecuencias ya que un medicamento puede no ser apropiado y causar otros problemas.
Uno de los efectos se relaciona con el fenómeno de resistencia a los antibióticos. Cuando las personas los consumen sin prescripción médica o los finalizan antes de tiempo, puede suceder que no se terminen de matar a las bacterias. En ese sentido, aquellas sobrevivientes pueden mutar y convertirse en “superbacterias” y dar lugar a la “resistencia microbiótica”. Si bien esta resistencia es un proceso natural, la automedicación lo acelera y fortalece. Tal es la gravedad del asunto que la OMS define a la resistencia microbiótica como “una de las mayores amenazas para la salud mundial, la seguridad alimentaria y el desarrollo”.
La irresponsabilidad de las farmacias
“Cuando un farmacéutico o técnico en Farmacia proporciona un medicamento que debe darse bajo receta, lo que está haciendo es una usurpación de título porque no están preparados para eso. Cada actor debe saber cuál es su responsabilidad”, dice Leda Guzzi, médica infectóloga de la Sociedad Argentina de Infectología. Luego completa: “Cuando hablamos de autoprescripción nos referimos al uso de fármacos que en realidad deben darse bajo receta médica. Esto puede traer consigo efectos adversos, algún tipo de interacción con otros medicamentos que ya toma el individuo o puede enmascarar otro síntoma”.
Además, por su parte, Baranchuk sostiene: “Si el sistema de salud no presentara tantas trabas, como la falta de acceso o el tiempo de espera, el problema de la automedicación se terminaría. Pero eso no pasa”.
Consumir, pero de manera cuidada
La automedicación es posible pero, según los especialistas consultados, debe ser responsable. Por un lado, se pueden consumir de manera cuidada aquellos medicamentos de venta libre, pero los fármacos que se venden bajo receta deben ser dados por un profesional. Por el otro, si un síntoma persiste o no se alivia rápidamente, se debe consultar a un médico. Asimismo, se tiene que prestar atención a cuál es el síntoma que aparece: “si es fiebre y no se va, el individuo debe atenderse”, ejemplifica Guzzi.
Del mismo modo, todos los eslabones de la cadena de responsabilidad deben atender el tema. “El problema mayor es dónde desarticular la automedicación”, declara Baranchuk, y continúa: “Se debe discutir el asunto para mantenerlo en el sentido común de la gente. Cualquier agente de salud tiene que traer el tema de la automedicación a la superficie. Por último, a nivel social, la automedicación se debe desarticular con educación, educación y educación”.
Por: Luciana Mazzini Puga
Con información de la Agencia de Noticias Científicas