Las piernas cuentan con dos sistemas de venas que alimentan todos sus tejidos. El más profundo se encarga de la parte interna, mientras que el superficial, de la piel. Las várices ocurren cuando se presenta una obstrucción en este sistema.
Es muy común que las várices aparezcan cuando se pasan muchas horas de pie, aunque existen otros factores que pueden ocasionarlas. Sus síntomas más comunes son la pesadez, incomodidad, picazón y dolor en las piernas.
Además del malestar físico, las várices representan un problema estético para muchas personas. Lo mejor de todo es que es posible prevenirlas y revertirlas. A continuación, te diremos todo lo que necesitás saber acerca de este problema circulatorio tan común.
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¿Qué son las várices?
Cuando los sistemas venosos superficiales de las piernas experimentan una dilatación, se le conoce como insuficiencia venosa crónica. Las várices son un síndrome que afecta la función de las venas como consecuencia de sus síntomas.
Las válvulas que controlan el retorno de la sangre hacia el corazón van perdiendo fuerza a causa de la gravedad. Esto ocasiona que la sangre se acumule dentro de las venas, lo que termina por dilatarlas.
Así se originan los síntomas y complicaciones tan características de este padecimiento. Se sabe que el 60% de las mujeres y el 40% de los hombres padecen de várices. Las alteraciones hormonales y hábitos poco saludables son algunos de los factores de riesgo.
Conforme avanza el síndrome los síntomas pueden ir agravándose. En casos más extremos, se pueden presentar pigmentaciones o alteraciones cutáneas e inclusive úlceras. Esto incrementa el riesgo de contraer una infección.
Tipos de várices
Existen tres tipos distintos de várices:
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Vasculares o telangiectasias: su único problema es estético y no ponen en riesgo la salud.
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Reticulares: son más gruesas y pueden evolucionar más rápidamente.
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Tronculares: estas son las más problemáticas, siendo las más avanzadas y las que requieren de una intervención quirúrgica para corregirse.
Importancia de la genética
Dentro de los factores relacionados con la aparición de las várices, el que tiene mayor incidencia es el genético. Los genes son responsables del 97% de las probabilidades de padecer insuficiencia venosa crónica.
Las várices son el síntoma más común de esta insuficiencia. Debido a la base genética del síndrome, algunos pacientes pueden experimentar el retorno de los síntomas incluso después de la cirugía.
Se ha descubierto también que la enfermedad tromboembólica y la insuficiencia venosa crónica están relacionadas a nivel genético. Esto significa que las várices son más que un problema estético, cobrando mayor importancia clínica para su estudio.
Las várices tienen su origen principalmente en la genética y suelen presentarse después de los 30 años.
A partir de los 30 años comienzan a presentarse los primeros síntomas de esta insuficiencia. Se sabe que más del 50% de la población mayor a los 50 años padece de várices principalmente en las extremidades inferiores.
El sedentarismo de la vida actual hace que los factores genéticos se potencien, incrementando las probabilidades de la aparición de várices. Lo cierto es que si existen antecedentes familiares, es muy posible que tu cuerpo llegue a presentar síntomas.
¿Cómo se ven las várices?
Al pasar demasiado tiempo de pie o caminar durante varias horas, la sangre aumenta su presión en la zona baja del cuerpo. Cuando esto ocurre de forma prolongada, las venas de las piernas comenzarán a ser más notorias, siendo el primer síntoma visible.
Las várices comenzarán su progreso, incrementando el grosor de las venas y presentando una apariencia más retorcida. Hasta este punto no suelen ser más que un problema estético que puede revertirse llevando el tratamiento y los hábitos adecuados.
Mientras más avanza el síndrome, mayor será la incomodidad. Las piernas se sentirán pesadas y cansadas con frecuencia. Además, la picazón y el malestar pueden aumentar, llegando a presentar una úlcera en los casos más avanzados.
Una vez que se alcanza este estado tan avanzado, existe un mayor riesgo de desarrollar complicaciones que pongan en riesgo la salud de la pierna y el cuerpo entero.
El tratamiento para eliminar las várices dependerá de varios factores, incluyendo el estilo de vida y el nivel de avance de la insuficiencia venosa crónica. Existen casos donde es posible revertir el problema, mientras que otros requieren una intervención.
Algunos de los síntomas que pueden indicar un problema de várices son:
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Venas de color azul oscuro o púrpura.
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Venas retorcidas y sobresalientes.
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Sensación de dolor o pesadez en las piernas.
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Ardor, pulsaciones o calambres en las piernas.
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Incremento del malestar después de pasar mucho tiempo de pie o sentado.
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Picazón en una o más venas.
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Decoloración en la piel que rodea las venas varicosas.
Inicialmente, las várices no presentan dolor, por lo que pueden ser difíciles de detectar en un inicio. Sin embargo, mientras más temprano se administre el tratamiento adecuado, mayores serán las posibilidades de revertir el problema.
¿Se pueden prevenir?
Aunque existen factores que pueden incrementar el riesgo de padecer várices, es posible prevenirlas o reducir su aparición. El primer factor es el estilo de vida, pues se trata de un problema circulatorio que se relaciona con todos los hábitos diarios.
Un buen comienzo es evitar pasar demasiado tiempo de pie o con las piernas inmóviles. Tomar descansos regulares para mover las piernas permitirá restablecer la circulación, reduciendo las probabilidades de tener problemas de esta índole.
Evitar pasar demasiadas horas de pie puede reducir el riesgo de padecer várices.
La actividad física regular, así como el uso de un calzado cómodo permite procurar la buena salud en las piernas. El baile, la natación, la bicicleta o correr son algunos de los deportes que mayores beneficios ofrecen a la circulación sanguínea.
Es recomendable evitar la exposición prolongada al calor. Los tratamientos como la depilación con cera caliente, el sauna, jacuzzi o las camas solares pueden incrementar las probabilidades de que aparezcan várices.
Llevar una alimentación equilibrada y rica en fibra permite que tu organismo libere sus toxinas de forma adecuada. Esto favorece la buena nutrición, lo que a su vez mejora la circulación sanguínea.
Para mejorar el retorno de sangre en las venas es recomendable dormir con las piernas elevadas. También podés hacerlo para descansar después de períodos prolongados en la misma postura.
Otra forma de activar la circulación para prevenir la aparición de las várices es con ejercicios musculares. Contraé y relajá las pantorrillas o parate en las puntas de los pies de vez en cuando.
El calzado también tiene un papel fundamental en la salud circulatoria de las piernas. Evitá zapatos con taco alto o demasiado plano. Podés incluir unas medias de compresión que favorezcan la buena circulación.
Dependiendo del nivel de progresión de las várices, el médico puede recomendar algún medicamento que ayude con los síntomas y la inflamación. Lo más recomendable es acudir a consulta en caso de cualquier anomalía y síntoma relacionado con las várices.
¿Se pueden curar?
Sin importar el nivel en el que se encuentren las várices, existen tratamientos para revertir y aliviar este padecimiento. Debido a la naturaleza circulatoria e inflamatoria de la insuficiencia venosa crónica, el primer paso es un antiinflamatorio.
Esto permite fortalecer las paredes venosas y reducir los edemas ocasionados por la inflamación. Con ello es posible reducir su aparición a nivel estético y aliviar los síntomas que las acompañan.
Los tratamientos tópicos pueden ayudar a aliviar la incomodidad de forma directa. El uso de medias de compresión permite reactivar la circulación de toda la pierna, lo que alivia las molestias de las várices de forma efectiva.
Un procedimiento común para la eliminación de várices es la escleroterapia. En ella se inyecta un medicamento de forma directa en las venas afectadas. Esto ocasiona una irritación e inflamación que ocasiona la eliminación de la vena varicosa.
Para los casos más avanzados de insuficiencia venosa crónica, la cirugía es una de las mejores opciones. Además de optimizar el flujo venoso, los síntomas desaparecen y la apariencia estética mejora de forma significativa.
Este tipo de intervenciones quirúrgicas han ido evolucionando con el paso del tiempo. Por ello existen muchas más opciones de tratamiento que pueden eliminar las várices de forma efectiva, mejorando la calidad de vida exponencialmente.
Factores de riesgo
El principal problema y causante de las várices es la gravedad. Debido al estilo de vida que llevamos en la actualidad, los procesos circulatorios deben hacer un mayor esfuerzo para funcionar.
Es ahí donde las venas varicosas comienzan a aparecer. Son la consecuencia de pasar demasiado tiempo de pie o en una misma postura que no favorece la circulación sanguínea.
Con un estilo de vida sedentario resulta mucho más probable que se presente la insuficiencia venosa crónica. Algunos de los factores que pueden incrementar el riesgo de padecer várices son:
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Edad. Al igual que con el resto del cuerpo, las piernas van experimentando una fatiga con el paso de los años. El desgaste natural provoca que las válvulas de las venas superficiales de las piernas fallen con la edad.
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Sexo. Las mujeres son mucho más propensas a padecer esta insuficiencia venosa. Está relacionado principalmente con los cambios hormonales que ocurren durante la menstruación. Se ha descubierto, también, que los tratamientos hormonales y los anticonceptivos pueden incrementar el riesgo de tener várices.
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Embarazo. La cantidad de sangre que se bombea en el cuerpo cambia drásticamente durante el embarazo. Esto, junto con los cambios hormonales, puede ocasionar que las venas de las piernas se agranden.
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Antecedentes familiares. Como lo mencionamos anteriormente, los factores genéticos juegan un papel muy importante en la aparición de las várices. Los antecedentes familiares marcan una propensión a esta insuficiencia.
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Obesidad. El sobrepeso exige un mayor esfuerzo circulatorio. Ante esta exigencia, las venas más alejadas del corazón se verán afectadas, incrementando su tamaño y perjudicando su funcionamiento.
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Estar de pie durante períodos prolongados. Los trabajos que implican pasar muchas horas de pie suelen incrementar la aparición de várices. Esto debido a que la sangre debe luchar contra la gravedad para volver al corazón.
Complicaciones de las várices
Cuando las várices se dejan sin atención médica pueden complicarse, ocasionando problemas que pongan en riesgo la salud general del cuerpo. Algunas son poco frecuentes, mientras que otras representan riesgos más graves.
Úlceras
Conforme el agrandamiento de las venas varicosas avanza es posible que la piel a su alrededor comience a cambiar de color. Esto puede ser indicativo de la aparición de una úlcera, sobre todo cerca de los tobillos.
Las várices pueden complicarse, ocasionando mayores problemas si se dejan sin atención médica.
Al originarse una herida abierta se incrementan las posibilidades de contraer una infección. En los casos de pacientes diabéticos, esto puede ocasionar mayores complicaciones que perjudiquen el bienestar general del cuerpo.
Coágulos
Al existir una dilatación en las venas más profundas, el dolor y la inflamación irán en aumento. La presión puede ocasionar una acumulación de sangre, provocando coágulos sanguíneos.
A esto se le conoce como tromboflebitis y puede tener consecuencias fatales. Si uno de estos coágulos viaja por el torrente sanguíneo, puede evitar la respiración, el funcionamiento cardíaco e inclusive, afectar el flujo hacia el cerebro.
Sangrado
Mientras más superficiales sean las várices, mayores probabilidades puede haber de que estas exploten. Esto ocasionará un sangrado leve. Sin embargo, es importante darle la atención médica adecuada para evitar cualquier complicación posterior.
Tratamientos para curar las várices
Los tratamientos quirúrgicos para curar las várices suelen ser ambulatorios. Gracias a los avances tecnológicos, los procedimientos láser son una de las formas más sencillas de cerrar las venas varicosas.
Otra forma de tratamiento es a través de un catéter que puede incluir radiofrecuencia o láser para destruir las venas afectadas. De acuerdo con la gravedad de las várices, es posible optar por la ligadura o extirpación de las venas profundas.
La flebectomía, por su parte, extirpa las venas más superficiales para aliviar los síntomas de forma poco invasiva. Las várices también se pueden extraer a través de una cirugía endoscópica.
Conclusión
Las várices son el síntoma más común de la insuficiencia venosa crónica y se manifiestan con la inflamación de las venas superficiales de las piernas.
Aunque existen distintos factores que pueden incrementar el riesgo de padecer este síndrome, en la mayoría de los casos tiene su origen en la genética. Afortunadamente, existen muchos tratamientos que pueden ayudar a prevenir y aliviar las várices.
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