Desde que comenzó la cuarentena obligatoria en marzo pasado, para frenar el avance de la pandemia del Covid-19, las fiestas clandestinas en los countries y barrios cerrados son una constante. Una fiesta clandestina de alumnos egresados del colegio Mark Twain –uno de los más exclusivos de Córdoba- realizada el sábado a la noche saltó a los medios este fin de semana XL cuando se supo que uno de sus alumnos había sido golpeado por un grupo de rugbiers en una fiesta en el country Lomas de la Carolina.
Con signos de la golpiza en su cara, Lautaro Insúa, le contó al canal El Doce –es la emisora cordobesa del grupo Clarín- que “después de la fiesta que tuvimos en el colegio quisimos seguir en una casa. Un grupo de personas entró ilegalmente porque era una propiedad privada. Por la pandemia queríamos que sea poca gente. Les pedimos que se vayan y me empezaron a golpear en toda la cara y en el piso también”. La víctima agregó que “en total eran cuatro chicos. Pero solo dos de ellos me golpearon: Mateo Soler y Tadeo Torasso”.
Mateo Soler juega rugby en El Tala –es el club más importante de Córdoba- y es hijo del ex Puma, Facundo Soler.
Lautaro Insúa, que también jugó al rugby pero ya no lo practica más, contó que los agresores “habían sido autorizados por la guardia del barrio por una familia vecina, sintieron música y se acercaron. La gente empezó a decir que se vayan, y ya cuando el dueño de la casa se enteró, se acercó y lo tiraron al piso. Intervengo, les pido que se vayan, y ahí fue cuando este chico se da vuelta, me pega y me rompe el tabique, luego me tira contra un alambrado, y este mismo me empieza a pegar, lo que me provoca fractura de tabique y de los dos orbitales. Una vez en el piso, un segundo chico me toma a patadas. La saqué barata”.
Verónica, la madre de Lautaro Insúa, apuntó: “De una manera cobarde, se dio media vuelta y le dio una trompada que le rompió el tabique. Lautaro quedó a ciegas y le pegaron. Mi hijo está vivo porque Dios es grande y porque sus amigos lo ayudaron. Si estuviera solo hubiese sido como el chico de Villa Gesell”, dijo en referencia a Fernando Báez Sosa, asesinado en enero pasado por un grupo de rugbiers.
El abogado de la familia Insúa, el penalista Carlos Nayi, le contó a El Destape: “En este ataque cobarde primaron dos cuestiones: la superioridad numérica y física. Los golpes fueron directamente a la cabeza, un golpe de estas características, por parte de estos jóvenes entrenados es suficiente para matar. Vamos s solicitarle al Ministerio Público Fiscal la detención de los cuatro agresores, esto excede lo que pueden ser lesiones graves”. La Justicia no tiene ningún imputado hasta hoy.
Nayi agregó que “Lautaro se llevó la peor parte cuando fue a pedirle a estos intrusos que se retiren. Su actitud fue suficiente para que dos de los agresores monten en ira y lo golpeen; mientras otros dos actuaron como apoyo”.
Mientras que el presunto agresor, Mateo Soler (17), le contó a El Destape otra versión: “Yo entré a la casa a buscar a mis amigos, nunca entramos de manera agresiva, sino que un grupo de madres que estaban ahí me dejaron entrar. Las cosas no son como las cuenta Lautaro; yo pido disculpas a él y su familia, pero sólo me defendí”.
El chico, que juega rugby en El Tala, siguió con su relato: “Yo entré a la casa y Lautaro es el primero que se me cruza. Me empezó a empujar, imaginate, yo peso 85 kilos y él más de 100. Me agarra fuerte para sacarme, le digo que voy a buscar a mis amigos, porque había mucha gente, me agarra fuerte y me mete una trompada. Después me empuja, me hace una especie de tackle y los dos nos caemos contra un alambrado. Yo en el piso me lo saco de encima con dos trompadas, busqué a mis amigos y nos fuimos, no pasó nada más. Yo me defendí, me pegaron, me tiraron al piso y me defendí, nada más”.
Desde el Tala Rugby Club, el vicepresidente Sebatián Barros repudió la agresión a Lautaro Insúa: “Es aberrante esto que pasó, condenamos todo tipo de acción violenta. Como club, como una institución formadora, nos deja muy tristes. Desde el club pregonamos por los buenos valores para que estos niños y adolescentes sean buenas personas”.
El club de barrio Villa Warcalde emitió un comunicado donde destaca: “Tala Rugby Club repudia y condena enérgicamente este hecho y cualquiér manifestación de violencia, y comunica que hemos iniciado el Proceso Administrativo interno correspondiente, a los fines de informarnos pormenorizadamente de la situación y adoptar las medidas disciplinarias que correspondan de acuerdo a lo establecido en el Estatuto de nuestra institución”.
Y agrega: “Reiteramos que no toleramos bajo ningún punto de vista actos y manifestaciones de intolerancia de ningún tipo y que adoptaremos las medidas más rigurosas que estén a nuestro alcance a los fines de contribuir a evitar estos lamentables sucesos”.
Mientras que el ex Puma, Facundo Soler, padre del chico que se peleó con Lautaro Insúa, le contó a El Destape: “Nosotros lamentamos lo que pasó. Mi hijo quiso entrar a la fiesta, lo paró una mamá, que le preguntó si era de la promoción. Cuando le dijo que no, la señora le dijo que no podía entrar. Entonces Mateo le pidió buscar a sus amigos y la señora le dio permiso. Fue ahí cuando Lautaro lo agarró del cuello y le tiró una piña que Mateo esquivó. ¿Qué hubiera pasado si Mateo no la esquivaba?, el golpeado hubiera sido él. Y nosotros no hubiéramos hecho un escándalo mediático”.
Soler contó además que “fuimos con mi hijo a disculparnos con la familia Insúa y a ponernos a disposición; le enviamos mensajes a la mamá, nunca nos respondió. En una radio nos pusieron al aire juntos y le dije que estábamos preocupados y ocupados; Mateo está dolido por lo que sucedió, pero el agredido fue él”.
Fiestas clandestinas
Esta fiesta clandestina del country Lomas de la Carolina de egresados del coqueto colegio Mark Twain se conoció por el incidente del rugbier Soler y el ex rugbier Insúa. Pero suceden todas las semanas desde que se declaró la cuarentena hace nueve meses.
El secretario general del Sindicato Unico de Vigilancia y seguridad Comercial, Industrial e Investigaciones Privadas de Córdoba (SUVICO), y concejal Gustavo Pedrocca detalló que “en los countries tienen sus propias normas, su propia seguridad; donde no respetan la figura del vigilador. Proliferan las reuniones de casa en casa, las reuniones inter vecinales son moneda corriente y entran terceros en los vehículos de los dueños. Contratan DJ´s para fiestas en los SUM; los días que hizo calor, se reunían en las piletas de uso común. No hacían caso a los consejos de los vigiladores que poniendo en riesgo su salud, iban a advertirles que esos comportamientos eran peligrosos para ellos mismos. Cuando los compañeros vigiladores les llaman la atención, responden: “Nosotros te pagamos el sueldo”. En algunos casos, nuestros compañeros han sufrido agresiones físicas, han sido golpeados por los vecinos. En los countries y barrios cerrados no respetan el aislamiento social y preventivo; por eso vemos todos los focos de Covid-19 que proliferaron en las últimas semanas que ponen en riesgo la vida de los trabajadores, no sólo de quienes incumplen las normas”.