Andrés "Pillín" Bracamonte, jefe de la barra brava de Rosario Central, fue asesinado el sábado pasado en las inmediaciones del estadio Gigante de Arroyito tras el partido contra San Lorenzo. Sin embargo, semanas atrás, había hablado de su posible homicidio, advirtiendo que, en caso de que sucediera, la ciudad santafesina se iba a "incendiar".
“Si me matan la ciudad se incendia. Los Menores se quieren quedar con parte de la ciudad. Cuando me dispararon en el parque Alem Los Monos me ofrecieron hacer una cacería esa misma noche. Me ofrecieron diez autos con gente armada para salir a buscar a los que me habían disparado. Yo los paré porque no quiero volver a la cárcel”, expresó, semanas atrás, en referencia al grupo de sicarios organizados de Rosario, que querían, según él, parte del negocio de la zona norte de la ciudad.
Bracamonte lideraba a "Los Guerreros", la hinchada de Rosario Central, hace casi 30 años. A lo largo de su vida, recibió múltiples amenazas y 29 intentos de asesinato, en un contexto de guerra del narcotráfico, bandos en el fútbol y en la ciudad. En el último tiempo, se enfrentó con Matías Gazzani, el líder de Los Menores, y del cual aseveró que "está prófugo desde marzo. Nadie lo encuentra. Se dice que está en Buenos Aires, pero lo vimos varias veces paseando por Rosario en un Mercedes Benz".
“Yo soy distinto. Vivo bien, no me drogo, no tomo, no fumo. Tengo todo en blanco. Mi empresa de baños químicos está impecable. Me cuido para vivir una buena vida”, dijo también el barra brava de 53 años. Según sus dichos, Gazzani lo quería correr del manejo de la hinchada y fue uno de los ideólogos del ataque que sufrió en el parque Alem en agosto pasado, donde recibió tres balas que le atravesaron la espalda. “Me intentaron matar 29 veces. Esas son la cantidad de cicatrices que tengo en el cuerpo. Todos son balazos”, aseguraba Bracamonte.
Según sus últimos dichos, la ciudad de Rosario "quedó llena de sangre porque son todos unos descerebrados. Todos se creen Pablo Escobar, y están todos presos o enterrados. Nunca entendieron el negocio y se empezaron a matar por el control de dos cuadras. ¿Cuál es el negocio si terminas en el cementerio o en la cárcel, que es lo mismo?”. Y agregó: “Durante mucho tiempo nadie puso un freno a esto. Para estar en esto tenés que ser un pesado, pero eso no quiere decir que te tengas que convertir en un psicópata. Yo me sigo agarrando a trompadas, pero jamás ordenaría que maten a un chico. En Rosario se rompieron códigos que hicieron que todo se vaya a la mierda".
La palabra del gobierno de Pullaro
En diálogo con El Destape Radio, el secretario general de la Gobernación de Santa Fe, Juan Cruz Cándido, negó que la zona haya estado liberada, ya que hubo "cámaras que produjeron imágenes que está investigando la Fiscalía y había postas policiales funcionando como debían funcionar". En esa línea, no descartó "ninguna hipótesis", ya que es "una situación mucho más compleja que algo que se pueda explicar por una sola razón".
Consultado sobre la falta de luz en la zona, el funcionario sostuvo que "no ocurrió así" y "no hubo ninguna manipulación del sistema de iluminación". Y lanzó una insólita justificación: "Suele ocurrir en esa zona cuando hay eventos masivos y mucha gran cantidad de carritos" que las personas "se enganchan de la red de energía y, muchas veces, terminan tumbando" el sistema. Sin embargo, el fiscal Ferlazzo remarcó que el día anterior había luz en la calle y que se normalizó pasada la medianoche, luego de que se haya perpetrado el doble crimen.