Daniela Calarco Arredondo es una de las dos personas -de las 33 en total- que continúan apresadas tras su detención ilegal durante las protestas contra la Ley Bases, en el Congreso de la Ciudad de Buenos Aires. Esta tarde, durante el festival solidario para exigir su libertad y la de Roberto María de la Cruz, así como el cierre de todas las causas, se leyó una carta de su autoría, desde el penal en el que se encuentra alojada. “Lo peor que puede pasarnos no es perder la libertad física, sino que nos dejemos arrebatar la libertad de pensar, de sentir y de soñar”, escribió.
La prisión preventiva de Daniela fue ratificada este jueves último por los jueces Eduardo Farah, Roberto Boico y Martín Irurzun de la Sala II de la Cámara Federal porteña; mientras que al mismo tiempo, le mantuvieron la imputación por “incendio y daño agravado”. Desde la cárcel de Ezeiza, a donde fue trasladada luego de su detención en las inmediaciones del Parlamento, escribió una carta en la que pidió: “Basta de criminalizar la protesta social” y “ni un ajuste más, ni un derecho menos”, por parte del gobierno de Javier Milei.
“No tengo más que palabras de agradecimiento hacia ustedes. Estoy al tanto del laburo enorme que están haciendo para conseguir la libertad de quienes continuamos detenides”, comenzó su carta la mujer de 39 años, defensora de la lucha ambiental y lesbiana -vive actualmente con su pareja Emilia, en Lomas de Zamora, al sur del Conurbano-. En el momento de la represión, durante la manifestación, Calarco Arredondo se encontraba junto a su compañera y otros compañerxs de militancia en la columna del Movimiento Teresa Rodríguez (MTR) Votamos Luchar por el Cambio Social. Se fueron por Avenida de Mayo y cuando logró doblar por 9 de Julio, se encontró con la calle flanqueada por personal policial que disparaba balas de goma y gas pimienta.
Daniela escribió de puño y letra, en la hoja de un cuaderno en donde relató que “ya hace un mes” está privada de su libertad. “Quienes decidimos entregar nuestras vidas a dar pelea en pos de un mundo sin explotación, sabemos que estas injusticias son las que usará el capitalismo para doblegarnos”, dijo. Y aclaró: “Pero lo peor que puede pasarnos no es perder la libertad física, sino que nos dejemos arrebatar la libertad de pensar, de sentir y de soñar (y mucho cuidado, porque eso pueden conseguirlo aún mientras paseamos distraídamente por parque Lezama, sin enterarnos que ya dejamos de ser libres)”.
“Es por esto que necesitamos entender el tamaño del enemigo. Dejar de lado mezquindades e individualismos y abonar, cada une desde nuestro lugar, a la mayor unidad de la clase trabajadora”, pidió en un llamado que hizo a las distintas organizaciones del campo popular y a la sociedad en general. “Este mes de encierro no ha conseguido hacerme dudar ni un solo momento de que el camino es y seguirá siendo la lucha y la organización”, apuntó.
“Somos hijes de un pueblo que sobradamente sabe de ganar y defender sus derechos con lucha. Somos hijes y nietes de la Plaza, y si las madres y las abuelas siguen en ella, lo mínimo que tenemos que hacer es honrar su lucha luchando”, solicitó antes de agradecer a cada organismo de derechos humanos, a las organizaciones políticas y sociales, a sus abogades “no sólo por la labor técnica sino sobre todo por el acompañamiento humano”. El saludo especial fue dedicado a su familia y a sus compañeros de organización “por la incondicionalidad y el amor. Gracias a mi cuna que es mi amado movimiento piquetero”.
“Somos más y mejores quienes entendemos que un mundo más justo, sin explotadores ni explotades es tan posible como necesario. Y debemos pelear para lograrlo. Porque como ya nos enseñó alguien infinitamente más sabio que yo, es mejor morir de pie que vivir arrodillades”, cerró.