Sometimiento sexual y odio racial en el siglo XXI: el chineo, la violación a mujeres y niñas originarias

Las denuncias de un grupo de mujeres wichís por hechos de violencia sexual de los cuales fueron víctimas visibilizó un delito encubierto en una práctica cultural que viene sometiendo a las feminidades y diversidades originarias desde el colonialismo. Exigen que la justicia lo tipifique como crímenes de odio racial.

27 de mayo, 2022 | 11.27

"El chineo es la violación de las niñas indígenas que tiene su origen desde la llegada de los españoles y que aún perdura. Los violadores de ayer gozaban de impunidad, la misma que tienen los violadores de hoy". Estas crudas palabras son de Moira Millán, la weychafe mapuche y fundadora del Movimiento de Mujeres y Diversidades Indígenas por el Buen Vivir tras el tercer Parlamento Plurinacional de Mujeres y Diversidades Indígenas. La referente mapuche relata que "las niñas indígenas que están al borde de la pubertad" son seleccionadas para ser abusadas y "sus cuerpitas son trofeos de estos crímenes".

Las denuncias de decenas de mujeres wichí por más de 25 hechos de violencia sexual, de los cuales fueron víctimas y por los cuales exigen la filiación de hijas e hijos nacidos tras estos abusos, expusieron estos delitos que buscan ser definidos como crímenes de odio por toda la comunidad originaria del país, representada principalmente en las provincias de Salta, Jujuy, Formosa y Chaco.

"El chineo debe ser considerado un crimen de odio, con penas de máxima, debe ser imprescriptible, con embargo de los bienes del violador y un resarcimiento económico desde el Estado a las víctimas. Justicia es que paguen con cárcel, tanto él como sus cómplices", es la principal exigencia de las originarias que lanzaron la campaña #BastadeChineo, que busca terminar con la práctica de abuso sexual que sufren desde la época del colonialismo hasta ahora. Las mujeres denuncian la connivencia de los violadores con hombres de las comunidades y el Estado.

Odio racial y colonialismo en el siglo XXI: el origen del chineo

Los abusos sexuales y violaciones en grupo por parte de los llamados criollos (los nacidos en América e hijos de españoles) a las feminidades y diversidades originarias tiene un término con un origen discriminatorio instalado por los violadores: el chineo, que hace referencia a las indígenas como "chinas" a las que "iban a cazar". El antropólogo del Ministerio Público de la Defensa de Salta, Martín Yañez, dialogó con El Destape y detalló que "el chineo es una práctica de abuso sexual que se da en el Chaco Salteño pero también donde hay contacto entre pueblos originarios y criollos que tiene orígenes coloniales porque es propia del conquistador que está dominando al pueblo oprimido y esa dominación se juega en el cuerpo de las mujeres y niñas".

"El criollo de alguna manera heredó esa práctica y la fue naturalizando al punto de realzar chistes. Por ejemplo, cuando iba a cazar o pescar, decían 'vamos a chinetear'", detalló. El antropólogo enfatizó que las violaciones en banda de criollos a mujeres de comunidades indígenas, conocidas como "chineo", necesitan ser reconocidas como una de las formas de violencia de género, con componente racista y requieren de políticas públicas que las condenen."Es un delito no solo de violencia de género sino también de odio racial porque el criollo le niega la condición de humanidad a ese otro indígena y cree que tiene acceso a todo lo que hay en el monte, incluso a estas mujeres y niñas. Estamos ante la presencia del racismo en el siglo XXI", enfatizó.

Estas prácticas se naturalizaron donde hay contacto interétnico entre comunidades originarias y occidentales

El caso Juana: el chineo que llegó a la justicia y condenó a los culpables

Uno de los casos emblemáticos fue el conocido bajo el nombre “Juana”, una niña wichí con discapacidad que en noviembre de 2015 fue abusada sexualmente en grupo en el paraje salteño Alto La Sierra. La madre de la menor intentó denunciar el abuso pero recibió amenazas hasta que en mayo de 2016 el caso tomó relevancia cuando médicos que atendieron a la niña declararon que estaba embarazada producto de un abuso, pero ya no se podía practicar un aborto. Finalmente, la bebe nació, pero al tiempo falleció.

En tanto, la causa continuó y el 25 de febrero de 2019, los seis acusados de violar a esta niña fueron condenados a 17 años de prisión por el Tribunal del Juicio de Tartagal, que además declaró responsables penalmente a dos menores imputados en la causa, mientras que un tercer menor fue declarado en rebeldía.

El caso de Juana se convirtió en la primera condena de una violación grupal a una niña indígena en nuestro país y también fue el primero en presentarse en foros internacionales de Derechos Humanos que logró visibilizar la violencia sistemática que se vive en las comunidades indígenas a través del chineo.

"Fue un caso paradigmático porque fue la primera vez que se pudo juzgar con una condena ejemplar de 17 años a estos jóvenes de Alto la Sierra, en el limite tripartido Paraguay, Bolivia y Argentina en el chaco salteño", destacó el profesional.

Basta de chineo

Los casos como el de Juana se vienen repitiendo a lo largo y ancho de las comunidades originarias, que también denuncian connivencia entre los hombres de dichas comunidades y el Estado. En este marco, en el último encuentro de las mujeres originarias, Neli Curia de la nación mapuche y hermana del Movimiento remarcó que buscan que “este crimen hacia nuestres niñes sea tipificado como un crimen de odio racial” y agregó la importancia de también hablar de terricidio, lo que implica “hablar de todas las formas destructivas que padecemos en los territorios”.

"No hay solo un delito de género, sino uno de orden racial. No es un delito individual, sino que hay un daño a esa mujer y a toda su comunidad que se le niega la condición de humanidad", agregó por su parte el antropólogo.

Reclamo a la justicia

En este marco, desde la organización de las mujeres originarias y los organismos de derechos humanos, junto con activistas, exigen al gobierno nacional como a los provinciales y municipales que incorpore la violación de niños y mujeres indígenas por parte de hombres no indígenas en el código penal como un delito de odio agravado.

Sobre este tema, Gustavo Farquharson, delegado provincial para Salta del organismo estatal contra la discriminación, Inadi, dialogó con El Destape y pidió un tratamiento urgente de estas modificaciones en el código penal porque hay "mujeres y niñas que viven en peligro constante de ser abusadas y asesinadas”. 

"Es un práctica racista y no solo tiene que ver con el cuerpo y el abuso sobre la mujer, sino una forma de dominación de un pueblo sobre otro, por eso consideramos que deben haber condenas más duras con este tipo de delitos sexuales y de odio. Así como se encontró la figura de femicidio para estos delitos", remarcó Farquharson que insistió que "se debe encontrar una figura en el código penal para los hombres que cometen este tipo de abusos tengan penas más duras. "El Estado tiene responsabilidad de prevenirla y evitarlas y la Justicia tiene que mejorar los acceso porque las comunidades no tiene facilidades", agregó en referencia a impedimentos como la falta de traductores en el Poder Judicial.

El delegado provincial de Inadi para Salta remarcó que desde el organismo vienen reclamando un Estado con perspectiva indígena para que las políticas públicas se hagan desde una visión indígena (y no blanca y europea). "Es necesaria mayor formación de los tres poderes y funcionaria y funcionarias indígenas con su cosmovisión que es muy distinta a la nuestra", agregó.

En tanto, gracias a la movilización de más 250 mujeres y diversidades de más de 20 pueblos indígenas que habitan el territorio argentino, que concluyeron el pasado 25 de mayo el Tercer Parlamento Plurinacional de Mujeres y Diversidades Indígenas en Salta, avanzan con un proyecto de ley para la abolición del chineo que incluye la creación de espacios de contención entre comunidades; que el chineo sea declarado crimen de odio y los responsables reciban penas ejemplificadoras y embargos  de sus bienes para asistir a las víctimas; como también hacer campañas de prevención.
 

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