Rechazar los abrazos no es un simple comportamiento, sino que tiene una explicación psicológica. De acuerdo con los expertos en psicología, las personas que rechazan los abrazos responden a cierto tipo de patrones de personalidad. Si sos una de esas personas o algún ser querido lo es, tener esta información puede ayudarte a comprender qué hay detrás de este particular comportamiento.
No todas las personas son fanáticas de los abrazos. Mientras para algunos son fundamentales (ya sea en relaciones familiares, amistosas o vínculos amorosos), para muchas otras es algo insoportable. Existen quienes sienten un profundo rechazo al contacto físico, y por esta razón, no toleran ser abrazados ni dar abrazos. Esto puede tener que ver con rasgos de personalidad, cuestiones biológicas o culturales, o bien experiencias de la infancia.
Según los expertos en psicología, muchas personas que rechazan los abrazos tienen apego evitativo. Los tipos de apego son estilos de comportamiento que desarrollamos desde nuestros primeros años de vida y que determinan nuestra forma de relacionarnos en la adultez. Se dividen en apego seguro, apego ansioso-ambivalente y apego evitativo.
El apego seguro es el más saludable de todos y se da cuando el niño se siente seguro con sus cuidadores (ya sean padres, abuelos o cualquier persona que los críe). En estos casos, el cuidador le genera seguridad al niño y se establece una relación saludable, en la que el niño sabe que si necesita ayuda o contención por parte del adulto a cargo, va a recibirlo. Por esta razón, suelen tener relaciones saludables y manejar un buen equilibrio entre su independencia y la cercanía emocional con los demás. Suelen ser personas muy abiertas con lo que sienten, comunicativas, que no juegan juegos, que disfrutan de la conexión emocional con otros y que regulan muy bien sus emociones.
En cambio, el apego ansioso-ambivalente se caracteriza por una necesidad constante de atención y validación. Se trata de niños que no recibieron un cuidado y una presencia consistente por parte de sus cuidadores, y que por esta razón, desarrollaron un miedo constante al abandono que, si no se trabaja, puede persistir hasta su adultez. Estas personas suelen ser dependientes o inseguras en sus relaciones y tienden a sentir altos niveles de ansiedad en sus vínculos. Pueden alternar entre la idealización y la frustración con su pareja, generando conflictos o dinámicas de altibajos emocionales. Además, tienden a tener dificultades para regular sus emociones.
Por qué a algunas personas no les gustan los abrazos
Por último, el apego evitativo es el que se desarrolla en personas que durante la infancia tuvieron cuidadores emocionalmente distantes o que respondieron muy poco a sus necesidades emocionales. De esta forma, crecen siendo demasiado autosuficientes e independentes, a tal punto que desarrollan una gran dificultad para conectar emocionalmente con otras personas. Les cuesta mucho abrirse, expresar sus sentimientos y tener intimidad con sus seres queridos.
Suelen evitar la vulnerabilidad, reprimen sus emociones y tienden a minimizar la importancia del amor y las relaciones. Además, tienen dificultad para expresar afecto, por lo que es muy común que rechacen los abrazos, besos u otras demostraciones de afecto. En lugar de sentir el amor, lo racionalizan y lo ven como un problema, ya que consideran que amar y ser amados equivale a dependencia emocional. Si vos o una persona que conocés siente rechazo por los abrazos, una posibilidad es que tenga este tipo de apego.
Qué significa acumular los platos sin lavar en la cocina, según estudios
Dejar los platos acumulados en la cocina sin lavarlos dice mucho sobre la personalidad de los individuos, según estudios realizados por científicos, psicólogos y psiquiatras. De acuerdo con los expertos, este no es un simple hábito que las personas tienen, sino que responde a una serie de patrones de personalidad que dan indicios sobre la conducta y manera de ser de las personas.
Es normal dejar los platos sin lavar en la cocina de vez en cuando, ya sea porque estás muy cansado, porque te tenés que ir a trabajar o porque no tenés ganas de hacerlo en el momento. Sin embargo, si este hábito se repite a diario y se sostiene en el tiempo, puede ser un indicador crucial sobre la personalidad de quien lo hace.
Si procrastinás tareas como lavar los platos, puede significar que tu sistema de recompensa está dañado. El sistema de recompensa del cerebro es una red neuronal que se activa cuando ciertos estímulos nos generan satisfacción. Por ejemplo, cuando hacemos una tarea placentera (como comer), el cerebro lo asocia con algo positivo y genera dopamina, ya que se produce una gratificación instantánea. Sin embargo, las personas que se vuelven adictas a este placer inmediato suelen procrastinar tareas poco placenteras, que no generan una sensación de felicidad a corto plazo, como lavar los platos.
Por esta razón, los psicólogos, psiquiatras y expertos en neurociencia recomiendan practicar posponer el placer inmediato, ya que el cerebro tiende a priorizar tareas que generan placer fácil y posponer aquellas que generan una molestia o un esfuerzo, como lavar los platos. Sin embargo, si entrenamos a nuestro cerebro para realizar estas tareas sin posponerlas tanto (por ejemplo, lavando los platos apenas terminamos de cenar), nuestro cerebro dejará de percibirlo como una actividad aburrida y recibirá satisfacción al completar una tarea, generando a largo plazo el placer de ver los platos limpios, en este caso.
Esta simple procrastinación de lavar los platos puede verse reflejado en otros hábitos de tu vida. Quizás, pospongas otras cosas más importantes, como ir a entrevistas laborales, empezar proyectos que querés, ir a lugares o eventos, o simplemente privarte de hacer cosas que deseás, simplemente por el esfuerzo que conlleva el proceso. En cualquier caso, se aconseja que empieces poniéndote metas cortas, ya que las metas muy grandes podrían abrumarte. Si comenzás de a poco, evitarás sentirte ahogado y alcanzarás tus objetivos de manera más eficiente, progresiva y sostenida en el tiempo.