Fueron cuatro crímenes y varios atentados que en una semana llevaron a Rosario a la parálisis total. Dos taxistas, un colectivero y el playero de una estación de servicio fueron las víctimas. Además, balearon colectivos y una comisaría. En los ataques se usaron balas de la policía de Santa Fe pero no hubo policías ni funcionarios detenidos.
Después de los asesinatos, el Ministerio de Seguridad de la Nación reforzó la seguridad en la provincia con gendarmes, Policía Federal, Policía Aeroportuaria y efectivos de Prefectura.
Hubo varios operativos y una treintena de detenidos. Entre ellos varios menores de edad. Las comunicaciones entre los acusados y el intercambio de mensajes hizo que se pudiera identificar a los sicarios.
Asi llegaron al relato de un adolescente de 15 años que está sindicado como uno de los asesinos a sueldo. “Mato por 400 mil pesos” fue la frase que sorprendió a todos.
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A partir de las declaraciones se pudo reconstruir que por el crimen del taxista Diego Celentano se pagaron 400 mil pesos que se dividieron el adolescente y el ocasional pasajero de la víctima. Además, el mismo adolescente cobró otros 400 mil pesos por el crimen del playero Bruno Busaniche. El mismo sicario aseguró que también participó del crimen del taxista Héctor Figueroa. En total, por todos los crímenes cobró cerca de un millón de pesos.
El entramado de los narcocrímenes
El relato también sirvió para entender el entramado de los narcocrímenes. “La orden era matar a cualquiera”, relató en otra parte de la entrevista. Con las declaraciones pudieron descifrar que detrás del terror está un narco y asesino apodado “Chuky” Monedita que ordenó “sembrar el miedo” desde el Penal de Piñero.
La orden que partió desde la cárcel llegó a los menores a través de la pareja del preso que está detenida con prisión domiciliaria y maneja una banda desde su casa en la localidad de Funes. En esas órdenes se buscaba contratar a menores de edad con el objetivo de que los asesinos fueran inimputables.
Estas bandas y el condenado “Chuky” están ligados a la banda del narco Esteban Lindor Alvarado. Alvarado está preso en Ezeiza y su nombre resonó a mediados de 2023 cuando un “arrepentido” contó que el capo narco había contratado un helicóptero para escapar del penal.
Hasta el momento, los fiscales no imputaron a Alvarado pero siguen recabando elementos de prueba para determinar si existe una “corporación” de capos narco o si hubo algún líder de las famosas bandas rosarinas que haya ordenado más ataques.