La historia de Dylan, el violinista que tocó la marcha peronista y se volvió viral

Tiene 12 años y fue viral por hacer una versión de la marcha peronista. Desde sectores cercanos a la oposición le dijeron de todo, pero se mantuvo firme. Con su sueño como horizonte, mantiene sus estudios para mejorar su talento.

22 de octubre, 2020 | 21.22

Con tan solo doce años, Dylan Villanueva se hizo conocido por su capacidad para tocar el violín. Detrás de las cuerdas y de los sonidos virales se esconde un chico que solo toca para divertirse. A pesar de los insultos y comentarios en contra, él solo busca jugar.

A Dylan le gusta la música y escucha de todo. En su casa no hay silencio. Reggaeton y tango conviven. También hay cumbia, Beethoven, Bach, rock y David Garret, el violinista más rápido del mundo. “Me gustaría ser como él, dibuja unas canciones increíbles. Saca temas clásicos, pero también populares, hace que el violín sea para todos”, contó el artista de doce años a El Destape. Antes de hacerse viral por tocar la marcha peronista, el casi adolescente ya había deslumbrado en el monumento a la bandera en Rosario, con el líder de Los Palmeras, en varios actos de la escuela y en la calle. Sin embargo, su mayor exposición llegó a través de las redes sociales.

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“Se hizo viral por primera vez cuando era más chico. Tenía diez años. Fue con Despacito, la canción de Daddy Yankee”, dijo a este medio Marcelo, su papá. Ese día estaba en el patio de la escuela y lo filmó una maestra, le pidió permiso y lo publicó en las redes sociales. Antes de que Los Palmeras popularicen el “Soy Sabalero”, el pequeño hincha de Colón de Santa Fe hizo su versión en violín que también se desparramó por Twitter y Facebook. La tercera fue con Jijiji, de Los Redondos. Una chica lo vio en la calle con su violín, lo subió a sus cuentas y en un día Dylan ya volvió a ser conocido. Hasta lo compartió el propio Indio Solari en Virumancia, la página de Facebook en la que el mítico cantante da a conocer las cosas que quiere decir. Todo era aplausos y elogios. Pero cuando Dylan decidió subir a sus redes una versión de la marcha peronista, los insultos, la intolerancia y el odio no tardaron en aparecer.

Tocar la marcha peronista: motivo de furia en las redes

Dylan no escapó de la furia de las redes. Los comentarios empezaron a explotar. Más allá de las felicitaciones esta vez hubo agravios. Uno, por ejemplo, le reclamó por las políticas de Juan Domingo Perón en los setenta. Dylan nació 34 años después del fallecimiento del líder político.  “Yo no le doy importancia. Lo charlé con mi papá, pero la verdad no le doy importancia, me quedo con el afecto y las cosas lindas que me dijeron”, sostiene el pequeño violinista que mantiene las ganas de hacer su música. En el medio, entre el acompañamiento que recibió, estuvo el mensaje de Alberto Fernández que le escribió: “Qué placer escuchar el amor que transmite tu violín. Solo oí al amor y nunca escuches el odio”.

Dylan es parte de “Somos Música”, un proyecto social que tiene casi 12 años en el Barrio Nuevo Horizonte. Es parte de la orquesta. Hay más de 250 chicos en el programa. No fue el primero en su familia en estudiar música ahí. Su hermano, que ahora tiene 22, aprendió a tocar piano y su hermana, de 18, también había empezado violín. De ella sacó la pasión por el instrumento. Los dos más grandes empezaron a estudiar cuando se mudaron a esa zona. Todo el grupo familiar tuvo que trasladarse allí luego de la grave inundación del 2003 que azotó a decenas de barrios en Santa Fe. “Nosotros vivíamos cerca de la cancha de Colón. Estuvimos casi dos años evacuados y nos mudamos al barrio donde estamos ahora”, contó a El Destape su padre.

Más allá de los proyectos que lo rodean, Dylan estudia música en la escuela provincial 9.901 de la Provincia de Santa Fe. Pasó a sexto año de una carrera musical que dura diez y está compenetrado con los exámenes. Le gusta. Se levanta a la mañana y lee. Termina de comer y se pone a practicar. Entre corcheas y semifusas, el violinista no se desliga de los estudios de secundaria. La tradición de la familia lo marca así, pero la oportunidad igualadora que brindó el Estado a través de un programa le dio la contención para encontrar su vocación. “Mi hijo más grande ahora estudia arquitectura y tiene trabajo. Cuando puede viene y nos ayuda a hacer pan casero para vender. Eso me llena de orgullo”, añadió el papá de Dylan. Y agregó: “No sé cuántos amigos del más grande terminaron la escuela o terminaron en cualquiera por malas decisiones”.

Con los estudios a cuestas todo parece responsabilidad. Pero eso cambia cuando agarra el arco para hacer sonar las cuerdas. Le piden una canción. Dylan la escucha una, dos, tres veces. Nada más. A la cuarta ya la saca. Es su juego. “Cuando toco me siento relajado. Más suelto. Cuando termino de tocar me tranquilizo y hasta me siento más libre para hablar”, contó. Ese instrumento es su juguete y cuando Dylan se divierte, su talento fluye.