El Vaticano está contemplando la posibilidad de una visita del Papa Francisco a Argentina. Este posible viaje suscita expectativas y recuerda a los argentinos la única visita papal anterior. Recordamos dos momentos emblemáticos en los que los sumos pontífices llegaron a suelo argentino.
1982: Juan Pablo II ante la Guerra de las Malvinas
En la mañana del viernes 11 de junio de 1982, una escena singular se desplegó en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Juan Pablo II, el Papa polaco, se inclinó para besar la tierra argentina, marcando el inicio de uno de los viajes más inusuales de su papado.
La visita de Juan Pablo II a Argentina, en medio de la Guerra de las Malvinas entre Argentina y el Reino Unido, fue un acto estratégico de la diplomacia vaticana. La histórica planificación de las acciones del Vaticano se vio desafiada por las circunstancias excepcionales de un conflicto sangriento y desigual. El Papa, que ya había recorrido el Reino Unido en una gira programada con anticipación, decidió intervenir personalmente para abogar por el cese del fuego.
Desde su llegada, recibido por el presidente de facto Leopoldo Fortunato Galtieri, hasta su paso por la Catedral Metropolitana, Juan Pablo II fue aclamado por una multitud esperanzada en el fin de la guerra. El mensaje de paz del Papa resonó con la misma urgencia que la necesidad de poner fin al conflicto. Aquel día lluvioso en Ezeiza quedó grabado en la memoria colectiva como un símbolo de esperanza en medio de la adversidad.
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1987: Juan Pablo II, la gira sudamericana
Cinco años después, Juan Pablo II regresó a Argentina como parte de su gira sudamericana. La visita de 1987 fue meticulosamente planificada y formó parte de una extensa gira que incluyó Uruguay y Chile. Esta vez, el Papa polaco, entonces con 67 años, desembarcó en Argentina después de recorrer diversas ciudades sudamericanas.
La gira abarcó más de seis días y llevó al Papa a nueve ciudades argentinas, desde Buenos Aires hasta Rosario. Durante su estancia, Juan Pablo II dirigió 26 mensajes pastorales y bendijo a alrededor de cinco millones de personas. La recepción fue grandiosa, y el Papa fue recibido por el presidente Raúl Alfonsín en la Casa Rosada.
Uno de los momentos culminantes fue la III Jornada Mundial de la Juventud, celebrada en la Avenida 9 de Julio y Avenida Santa Fe. Un altar inmenso sirvió como escenario para el encuentro con un mar de fieles, estimándose que al menos un millón de personas se congregaron para ser parte de este evento histórico.