Pensé a Diego

26 de noviembre, 2020 | 22.50

Pensé que ya había llorado suficientes veces por vos.

Pensé que eras inmortal, pero inmortal en serio. Por eso todavía sigo esperando que vuelvas a aparecer, y que esto sea una joda.

La inmortalidad no es una cuestión de perogrullo en esto, pensé que eras inmortal realmente. Inmortal como un superhéroe. Nuestro superhéroe.

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Pensé que eras incómodo. Incómodo para los poderosos. Pero incluso incómodo para los que te amamos.

Pensé que eras invencible, y que eras el paroxismo de una palabra a la que odio, que es “resiliencia”. Que es ni más ni menos que la palabra que usan los chotos para “reponerte de las difíciles” O “salir de la mierda”.

Y sí, claro que lo pensé, si era tu especialidad eso.

Pensé que eras una especie de Rocky, pero real, tan real e irreal que a ningún guionista se le podría haber ocurrido escribirte. Porque eras real, pero inverosímil.

Esto de Rocky lo pensé cuando te vi escurrir una camiseta llena de transpiración frente a la cámara, como Rocky pegándole a la media res, y decir “esto es para ustedes, Argentinos”, cuando te preparabas para volver a la Selección, en el repechaje contra Australia, después de haber dejado el fútbol tras la suspensión por drogas.

Pensé que ibas a salir campeón al año siguiente. En el 94.

Pensé en cuando te dejaron afuera de ese mundial, yo tenía 12 años, y lloré mucho más que ayer.

Después pensé que te habían hecho una trampa. Una cama, pensé. Que la culpa era de los demás.

Siempre pensé que la culpa era de los demás cuando te pasaba algo malo.

Porque pensé que eras como un chico.

Pero no eras un chico como pensé. Porque viviste como quisiste. Y como pudiste. Eso lo pensé después.

Porque no es fàcil ser Maradona, pensé. Pensé que la tuya era una vida de mierda.

Pero si no hubieses sido Maradona hubieras tenido una más de mierda, como la de la mayoría de tus vecinos de la villa de Fiorito. Eso también lo pensé

Pensé que nadie defendía a sus compañeros y colegas como vos.

Pensé en cuando te apareciste en ese estudio, sacado, para defender a Goycochea.

Pensé también que todos tus enemigos eran enormes.

Pero pensé que a veces te la agarrabas con gente que no estaba a tu altura.

Pensé que me habías hecho el hombre más feliz del mundo, cuando te vi entrar por primera vez a una cancha en vivo. Y no a cualquier cancha. En la bombonera.

Pensé que no te tendrías que haberte peleado con Román.

Pensé que decías las frases más geniales.

Pensé que eras un capo por tus excesos.

Pensé que eras un boludo por tus excesos.

Pensé que te usaban.

Pensé que tampoco era fácil estar con vos.

Pensé que te amaban con locura.

Pensé que eras un Dios.

Pensé que eras muy humano.

Pensé que eras un artista.

Pensé que eras la representación de Argentina.

Pensé que mas que peronista, eras las personificación del peronismo, como me dijo mi amigo Barragán.

Pensé que eras único. Pero pensé también que eras como todos.

Pensé que -como dijo Dady- cuando vos tomabas una copa de champán en Saint Tropez, todos un poco levantábamos esa copa.

Pensé un montón de cosas.

Cómo me hiciste pensar, Diego. Esas cosas que Borges no podría entender. Un futbolista que te hace pensar.

Pensé que pensándote, vas a estar siempre conmigo.

Porque nos marcaste a todos para siempre… Eso pensé.

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