Un estudio de análisis de cohorte en el Reino Unido publicado en la prestigiosa revista científica “The Lancet” (de la cual hemos hablado mucho en Argentina a partir de la publicación sobre la eficacia y seguridad de la Sputnik V), establece que las personas con VIH podrían ser un grupo de alto riesgo de muerte por COVID-19. Lxs investigadorxs que llevaron adelante este análisis refieren que sus resultados son similares a los de un gran estudio de cohorte de población realizado en Sudáfrica, que involucró a 3.5 millones personas y sugieren: “Las personas que viven con el VIH también pueden necesitar una consideración prioritaria cuando se disponga de una vacuna contra el SARS-CoV-2.”
Numerosos países en el mundo ya han incluido a las personas inmunocomprometidas –donde se encuentran las personas con VIH– en las fases prioritarias para la vacunación contra el COVID-19. Algunos fueron Australia, Alemania, México, Perú y Chile, por citar algunos. Sin embargo, Argentina dejó fuera del esquema prioritario de vacunación a las personas con VIH.
El 11 de febrero desde el Ministerio de Salud de la Nación se nos compartía, en tono de celebración, un memorándum sobre la vacuna Sputnik V en el que se comunicaba la recomendación de la Comisión Nacional de Inmunización (CoNaIn): “Excluir el concepto de ‘contraindicación para la vacunación contra la COVID-19’ a embarazadas, mujeres en período de lactancia, personas inmunocomprometidas o con enfermedades autoinmunes que formen parte de los grupos que pertenecen a la población objetivo a vacunar (siempre y cuando la plataforma de la vacuna utilizada NO sea a virus vivos y atenuados)”.
Algo que, a nivel mundial, por lo menos respecto de las personas con VIH, ya había sido comunicado un mes antes por ONUSIDA, que es el programa de Naciones Unidas para la temática del VIH.
En ese momento hubiéramos podido celebrar que, finalmente, Argentina estaba en sintonía con lo que se comunica a nivel mundial y también reconocía que las vacunas para el COVID-19 son seguras para las personas que tenemos VIH, para el resto de las personas inmunocomprometidas, personas embarazadas y personas en período de lactancia.
¿Cómo no íbamos a celebrar si era lo que esperábamos? Desde los primeros días de la pandemia nuestra población corrió riesgos de desarrollar formas graves frente al COVID-19 y las autoridades del Ministerio de Salud de la Nación nos confirmaban que ya estábamos incluidxs en la fase cinco de prioridad para la vacunación. Esperábamos que, una vez que las vacunas fueran seguras para nosotrxs, pudiéramos acceder a ellas.
Pero no. Al hacer lectura del memorándum queda claro que quedamos excluidxs de la priorización a no ser que seamos trabajadorxs de las salud, fuerzas armadas, fuerzas de seguridad, docentes o que tengamos otros factores de riesgo que sí integran el segundo grupo de población objetiva a vacunar y en el cual no estamos: adultos de 60 años y más; personas mayores residentes en hogares de larga estancia; adultos de 18 a 59 años pertenecientes a grupos en riesgo (obesidad grado 2 o más -IMC mayor o igual a 35 kg/m2-, diabetes insulinodependiente o no insulinodependiente, enfermedades crónicas: renales, respiratorias o cardiovasculares).
Argentina supo ser un país con políticas a la vanguardia en lo que refería a la respuesta al VIH, pero estos últimos años hemos caído en un abismo. Los cuatro años de neoliberalismo macrista y el desmantelamiento del sistema público de Salud fueron fulminantes para la respuesta al VIH y más de 5000 personas fallecieron por causas relacionadas al VIH. Esos cuatro años nos dejaron sin medicamentos, sin reactivos de carga viral y CD4 –estudios que rutinariamente debemos hacernos al menos cada 6 meses–, sin leche de fórmula para las personas que están en período de lactancia, sin preservativos, con los índices y tasas de sífilis y otras infecciones de transmisión sexual más altas en la historia, sin acceso a las pensiones no contributivas para el 70% de las personas con VIH que no pueden acceder a trabajos registrados porque se les hace testeo forzosos y son discriminadxs. Apenas comenzábamos a cambiar esa realidad durante el 2020 y nos vemos atravesadxs por una nueva pandemia. Ni siquiera hemos podido lograr que se sancione la Nueva Ley de VIH, ITS, Hepatitis Virales e ITS.
Podrán lxs técnicxs, académicxs y científicxs del Ministerio de Salud, de la CoNaIn y otros comités debatir sobre los estudios y evidencias científicas que avalen o no las hipótesis de la asociación VIH y COVID-19, pero lo que no deben es desconocer la realidad social en la que vivimos: ¿Qué evidencias reales tienen de la situación en la que se encuentran las personas con VIH que viven en situación de extrema vulnerabilidad? Si durante los dos últimos años no se han podido hacer los análisis de control por falta de insumos, si por la situación de cuarentena y confinamiento las personas no han accedido mayoritariamente al sistema de salud; desconocen que esta situación de pandemia, post neoliberalismo salvaje, ha conducido a un terrible empobrecimiento general de gran parte de la población y que este contexto, para las personas con VIH, extrema la situación de vulnerabilidad y genera condiciones de riesgo para desarrollar formas graves frente al COVID-19.
Las personas con VIH somos quienes, en estos últimos 40 años, estamos atravesadxs por dos pandemias: hemos sido la peste rosa, lxs embichadxs, lxs marginadxs, lxs abandonadxs. Y a la exclusión mortífera no volvemos nunca más. Hace muchos años que las personas con VIH integramos los grupos prioritarios para la vacuna anual de la gripe y la neumonía, pero ahora resulta que no somos prioritarios para el COVID-19, que es un poco más que una gripezinha bolsonara.
Por eso, las organizaciones que formamos parte del Frente Nacional por la Salud de las Personas estamos exigiendo ser incorporadxs inmediatamente en el esquema de vacunación junto al grupo de personas adultas entre 18 y 59 años que presentan factores de riesgo. Somos 70 mil personas más que se suman a las casi 5 millones de personas consideradas en esa fase de vacunación.
Las personas con VIH esperamos que, con la asunción de Carla Vizzotti como Ministra de Salud de la Nación, se revise el plan de vacunación y podamos volver a ser consideradxs dentro de los grupos con factores de riesgo para que podamos recibir la vacuna lo antes posible.
Lorena Di Giano, Directora Ejecutiva de Fundación GEP y José María Di Bello, Presidente de Fundación GEP.