Los cuerpos y la tierra son territorios que han sido históricamente colonizados, y poder ejercer la soberanía, en ambos casos, es sin duda una postura política que reivindicamos desde el feminismo. Es por eso que presentamos un proyecto de Ley que promueva el Programa de Accesibilidad a los Productos reutilizables de Gestión Menstrual cuyo objetivo es lograr la autonomía de los cuerpos en el marco de una política con perspectiva de género que encuentra su fundamento en los derechos humanos.
Escocia es el primer país del mundo en aprobar por unanimidad la gratuidad de los productos de gestión menstrual. En nuestro país, si bien hubo algunos avances en la entrega gratuita de estos productos, todavía no se ha discutido sobre qué entendemos por accesibilidad de la gestión menstrual, cómo se trabaja la menstruación en relación con la salud de las mujeres y cuerpos menstruales, por qué no se habla en ningún lado acerca de esto ni tampoco está pensado dentro del temario de la ESI en la Argentina.
Las estadísticas locales señalan que 58 por ciento de los hogares tienen a alguien en edad menstruante, pero el 64 por ciento de estas personas no pueden pagar los suministros de la higiene menstrual necesarios. Es por ello que se trata de un tema relevante, no solamente en el contexto general del país sino en particular con la pandemia, ya que vemos muy limitadas las posibilidades de accesibilidad en cuanto a la gestión de la vida cotidiana.
Respecto al precio de los productos de gestión menstrual, las mujeres anualmente gastamos alrededor de 7000 pesos. Muchas se las arreglan con telas, trapos, pañuelos o papel higiénico; algunas incluso usan pañales para niños o toallas de papel tomadas de baños públicos por no poder acceder a los productos.
Pero esta propuesta no se refiere solo al costo y a la dificultad de acceso a los productos, sino que hace foco en los conceptos de educación, escucha genuina de lxs ciudadanxs, libertad de elección y garantía de derechos.
Y por eso requiere de un trabajo transversal entre los Ministerios de Salud, de Educación, de Desarrollo Social, de las Mujeres, Géneros y Diversidades y Medio Ambiente, para por un lado dar una respuesta material a una problemática y a la vez generar un cambio social y cultural que implica reconocer y valorar la salud, en un amplio sentido, de la población argentina.
Los objetivos de la ley para la gestión menstrual
- Capacitar sobre la menstruación a todas las personas menstruantes, contemplando las cuestiones culturales por regiones dentro del país como la necesidad de conocer el cuerpo propio a los fines de utilizar determinados productos de gestión menstrual.
- Reconocer la importancia de la soberanía de los cuerpos.
- Garantizar el acceso a la información de manera clara, didáctica y respetuosa de las opciones señaladas por la persona.
- Potenciar la participación de la persona menstruante en la toma de decisiones relativas a la gestión menstrual.
- Promover desde el Estado opciones sostenibles y respetuosas del medioambiente de producir reutilizables para la gestión menstrual.
- Asegurar el acceso oportuno a productos de gestión menstrual esenciales para la población sin cobertura de salud y en situación de pobreza, achicando de este modo la desigualdad de género de acceso a la salud.
- Fortalecer el modelo de atención primaria y promover políticas saludables con gestión participativa.
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Y un último punto muy importante, los productos de gestión menstrual “convencionales” también ponen de relevancia el modelo sobre el cual se concibe la utilización de la naturaleza. El uso de productos descartables genera toneladas de residuos no biodegradables anualmente.
Una persona que menstrúa con un flujo normal usa aproximadamente 13.000 toallas higiénicas y tampones a lo largo de su vida. Si cada uno de estos productos después de usado pesa 5 gramos, producimos 65 kg de basura al año solo en toallas higiénicas.
En cuarenta años tiramos a la basura amplias toneladas de basura altamente contaminante y no degradable en nuestro medio ambiente. Recordemos que una toalla higiénica o un tampón demora en degradarse 500 años. Este es, sin dudas, un motivo más que suficiente para comprender que también debemos pensar en un gran cambio hacia el uso de productos renovables, indispensable para el medio ambiente.
Las copas menstruales están hechas de silicona, caucho, látex o elastómero de grado médico y pueden durar hasta 10 años, son de fácil limpieza utilizando un vaso con agua a 100°C y dejando la copa reposar. Todos los estudios cualitativos describieron la familiarización de la persona con la copa menstrual a lo largo del tiempo, con la práctica, el apoyo de pares y la capacitación como la clave del éxito
Conclusión: hay mucho por hacer y por esto el Programa Nacional de Accesibilidad Gratuita a Productos de Gestión Menstrual Reutilizables, que proponemos, es la manera conjunta con el poder ejecutivo de dar respuesta a una necesidad básica de la población menstruante, mejorando la salud, el medioambiente y la economía y con una clara perspectiva de género.