El Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) confirmó este viernes que ascendió a 30 el número de ballenas muertas en el Golfo Nuevo, sobre el interior de Península Valdés, en el extremo noreste del Chubut. La información fue difundida en la cuenta oficial de Twitter de esa entidad, donde se destaca que "hasta la fecha, el conteo de ballenas muertas es de 26 adultas y 4 juveniles, totalizando 30 en la presente temporada". Mientras tanto, integrantes del Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral del ICB tomaron muestras para conocer la causa de las muertes.
El documento del IBC informa que, en el Golfo Nuevo, “a los 18 individuos ya confirmados antes, se suman 12 nuevos casos" que se detectaron durante un relevamiento aéreo. Mientras, se aclara que "no se detectaron ballenas adultas o juveniles muertas en el Golfo San José", que es más pequeño que el Golfo Nuevo y que está sobre la cara norte de Península Valdés.
Hasta el momento no hay una confirmación oficial de las causas de las muertes porque no se completaron los estudios de laboratorio de las muestras que se tomaron de los cadáveres. Sin embargo, todo indica que se está ante elevados índices de toxinas producidas por el fenómeno conocido como "marea roja".
El conteo de cuerpos se realiza sobre los que están en la costa y todo indica que los últimos no son de muertes recientes, sino que estuvieron flotando en el golfo y tocaron tierra arrastrados por los vientos. Desde la Dirección de Ambiente de Chubut se confirmó que las toxinas presentes en las microalgas y los moluscos bajaron ostensiblemente en los últimos días.
En el 2015 y en el 2021 también se produjeron muertes, producto de la marea roja, aunque no en tan poco lapso de tiempo como en esta temporada. El fenómeno de tantas muertes se puede explicar en los hábitos alimentarios de la especie que suele consumir Copépodos -pequeños seres identificados como zooplancton- en los últimos meses de la temporada, es decir entre octubre y noviembre.
"La ballena es una gran filtradora, come de esa manera. Al buscar los copépodos -una especie de crustáceo, conocido como piojos de los peces-, introduce también en el organismo microalgas con cargas de toxinas", explicó a Télam el biólogo Mariano Coscarella, investigador del Centro Nacional Patagónico con sede en Puerto Madryn. Las ballenas fueron observadas "filtrando" alimento del agua en la zona conocida como "El nido", cerca de Puerto Pirámides, aunque no es una práctica común porque esta especie carga energías alimentándose cuando sale de la zona de golfos.
La explicación de por qué hay ballenas muertas en el Golfo Nuevo y no en el San José sería que en este último no se divisó a ninguna ballena filtrando agua para comer. Las toxinas provenientes del fenómeno "marea roja" afectan a los seres de sangre caliente pero particularmente a los filtradores de agua como las ballenas.
En tanto, investigadores del Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral del ICB dieron a conocer un informe en el que hacen un racconto de los hechos y de los trabajos que se llevan a cabo hasta el momento. Allí, advirtieron: “Los eventos en grandes ballenas son raros o poco documentados. El mayor evento registrado hasta la fecha afectó a más de 300 ballenas sei en el sur de Chile en 2015”.
La Médica Veterinaria Agustina Donini, Coordinadora de Campo del Programa afirmó que las ballenas que examinadas hasta ahora se encontraron en “buen estado general, con condición corporal excelente, presentando un correcto espesor en su capa de grasa (medidos en 9 regiones diferentes) y abundante presencia de grasa en cavidad abdominal y en diferentes tejidos internos”. Además, indicó que constaron la presencia de contenido en el aparato digestivo, lo que da cuenta de su alimentación previa a la muerte. “Ningún ejemplar presentó evidencias de lesiones anormales ni heridas traumáticas recientes que expliquen su muerte”, sostuvo.
Cada ejemplar de ballena muerta importa. Cada una de ellas lleva en sí un bagaje genético y conocimiento ancestral de los procesos y rincones del océano que habitan.
¿Qué es la marea roja?
El documento explica que es un “fenómeno natural potenciado por actividades humanas”. El fitoplancton está compuesto por microalgas, que se convierten en los principales productores primarios de materia orgánica del océano al captar la energía solar a través de la fotosíntesis, dice el informe. "La gran mayoría son inocuas, pero algunas generan biotoxinas naturales (sustancias tóxicas naturales producidas por microorganismos, plantas o animales)", aclara.
En condiciones ambientales apropiadas, como ser: temperatura adecuada, horas de luz en aumento (como sucede en primavera) y la presencia de nutrientes en el agua, las algas pueden reproducirse de manera veloz y cuando son tóxicas generan las llamadas “floraciones algales nocivas”. Ese fenómeno es también conocido como “marea roja”, dicen desde el ICB, ya que algunas pueden dar esta coloración al agua.
Sobre esto, el director científico del ICB y co-director del Programa, Mariano Sironi, hizo énfasis en el hecho de que la actividad humana tiene “efecto directo” en la generación de este tipo de floraciones algales nocivas costeras: “Las algas se ven favorecidas por el aumento de la temperatura del mar por el calentamiento global, sumado al exceso de nutrientes (eutrofización) que llegan a los cuerpos de agua, entre otras vías, por el vertido de efluentes cloacales e industriales mal tratados, y por los fertilizantes que filtran desde los campos hacia los ríos y el mar, aportando nitrógeno, fósforo y otros elementos que las algas utilizan. Es un fenómeno que se está acentuando a nivel mundial”.
“A nivel global, las floraciones algales nocivas producen la muerte de muchas especies, incluyendo personas, y generan pérdidas económicas por cientos de millones de dólares al año”, indicaron.
Las ballenas como exponentes de la salud del océano
Para las y los investigadores del Programa del ICB la muerte de las ballenas adultas sanas, en buen estado, en una zona de reproducción y de cría es un llamado de atención: “Las ballenas son verdaderas centinelas de la salud del mar”, determinó Sironi. En consecuencia, lo que se debe observar es que este hallazgo “alerta sobre un problema inminente que estaba pasando desapercibido”.
En ese sentido, el director del Instituto llamó a sostener un “compromiso más activo y más responsable” en la relación con el mar y con las especies que lo habitan. “Las ballenas y nosotros merecemos un océano más sano y libre de amenazas”, cerró.
Con información de Télam.