El viudo de Nora Dalmasso cruzó al fiscal que lo imputó y lo acusó de "mamarracho"

El juicio contra Marcelo Macarrón comienza 15 años después de cometido el asesinato. El viudo, Marcelo Macarrón, está acusado de haberle pagado a sicarios para eliminar a su esposa, mientras él jugaba al golf en Punta del Este, Uruguay.

14 de marzo, 2022 | 20.57

“Pizarro es un mamarracho como fiscal, discúlpeme”, así con esas palabras Marcelo Macarrón (62), único imputado por el asesinato de su esposa Nora Dalmasso (51), se despachó ni bien llegó esta mañana al edificio de los Tribunales de Río Cuarto, donde se inició el juicio en su contra.

El viudo llegó pasadas las 9.30 al nuevo edificio judicial de esta ciudad ubicada a 220 kilómetros al sur de la Capital. Lo acompañaron sus hijos Facundo y Valentina, quienes en todo momento apoyaron a su padre, quién se declara inocente de la acusación en su contra: “Homicidio calificado por el vínculo, por alevosía y precios y promesa remuneratoria, en concurso real”, fue como lo imputó el quinto y último fiscal de la causa, Luis Pizarro.

El viudo adelantó a los periodistas que mañana va a prestar declaración ante los jueces de la Cámara 1ª del Crimen: “Hoy me van a leer la imputación; mañana voy a declarar”, dijo, a la vez que admitió estar “ansioso”. Cuando le preguntaron si se podía esclarecer el asesinato de su esposa, ocurrido hace 15 años, tres meses y 17 días, el viudo lo puso en dudas: “Es muy difícil después de tantos años”.

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En la tumultuosa caminata desde el ingreso a Tribunales hasta la sala de audiencias, Macarrón disparó que "desde el principio se hizo todo mal”, a la vez que aclaró: “Siempre reclamamos Justicia, lo que pasa que no hicimos marchas porque no estamos convencidos de eso”. En los 15 años que pasaron desde el crimen, ni el viudo, ni sus hijos Facundo y Valentina se presentaron como querellantes para lograr determinar quién asesinó a Dalmasso la madrugada del 25 de noviembre de 2006. Tampoco participaron de movilizaciones reclamando por el esclarecimiento del crimen. El 3 de junio de 2015, durante una masiva marcha por Ni Una Menos que se realizó en Río Cuarto, una mujer y su hijita portaron una cartulina escrita con fibrón que tenía una foto de Dalmasso: “Hoy marcho por vos. Nora Dalmasso presente”. Fue la primera vez, desde el 25 de noviembre de 2006, que alguien marchó reclamando justicia. La mujer que pidió Justicia por Dalmasso hace casi siete años fue Alejandra Antequera, una amiga de Delia Grassi, la mamá de la mujer asesinada en Villa Golf: “Queremos justicia para Nora, nada más. Está todo tapado. Queremos saber quién la mató, merecemos saberlo”. Esa tarde, entre las y los ocho mil riocuartenses, marcharon una cuñada y una sobrina de Nora, esposa e hija de Juan Dalmasso. Ni un Macarrón.

Ese fatídico fin de semana del 25 de noviembre de 2006, el hombre jugaba al golf en Punta del Este, su hijo vivía en Córdoba donde estudiaba derecho y su hija estaba en un intercambio estudiantil en Estados Unidos.

Los Macarrón cierran filas

Como escoltas de su padre, Valentina y Facundo acompañaron al único imputado por el crimen de su mamá en todo el trayecto desde la explanada de Tribunales hasta las sala de audiencias. Los hijos llegaron hace unos días a Río Cuarto para apoyar a su padre: Valentina desde Mendoza, donde vive con su esposo y su hijo recién nacido; y Facundo desde Bruselas, Bélgica, donde trabaja como diplomático.

Valentina, la hija menor del matrimonio, apuntó: “No investigaron lo que tienen que hacer” y defendió nuevamente a su padre: “Está ansioso de salir libre, chicos. Es inocente”; “dejalo en paz”, “pobre hombre”; decía mientras caminaba junto a Macarrón.

Facundo, al igual que su padre y su hermana, apuntó contra el último fiscal: “Es por culpa de él (Pizarro) que la causa quedó impune, justamente él es el gran responsable de tanta impunidad". El hijo mayor del matrimonio, que hacia fines de 2021 y a principios de 2022 hizo algunas apariciones en medios que defienden la postura de su padre, aseguró que “estamos con mucho dolor porque la principal víctima en todo esto es mi madre”, y cuestionó la investigación: “No sé por qué Pizarro imputó a mi papá. Desconocemos si hay alguna cuestión política por detrás o simplemente porque fue el camino más fácil”.

Seis horas después, cerca de las cuatro de la tarde, luego de que finalizara la primera audiencia donde se leyó parte de las 300 fojas de la acusación contra el viudo, un grupo de 15 amigas de la familia Macarrón los recibió a la salida de Tribunales reclamando por la inocencia de Marcelo Macarrón. Facundo, nuevamente tomó la palabra y dijo: “Los medios se portaron muy mal con mamá. Hubo una violencia de género simbólica por la manera que se trató. Quizá nosotros estuvimos muy mal asesorados en ese momento al hacer la conferencia de prensa que no se debió haber hecho”; también señaló que “como hijos jamás vimos desavenencias matrimoniales entre nuestros padres como de las que habla el fiscal. Siempre tuvieron discusiones como cualquier pareja normal y tenemos todos. Nunca se habló de un divorcio. Somos víctimas de una gran injusticia”.

Censura a la prensa

La apertura del juicio contra Macarrón por el asesinato de su esposa en su chalé de barrio Villa Golf estuvo marcada por cuestiones extrajudiciales: los Tribunales de Río Cuarto amanecieron vallados y con un impresionante despliegue policial como si se tratara de un proceso contra una banda de narcotraficantes o terroristas.    

Además se restringió el trabajo de los periodistas: por orden del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) el juicio no se transmitirá y sólo se accede a las testimoniales en forma presencial o a través de la vecina Sala de Prensa, que paradójicamente no cuenta con servicio de Wi-Fi.

Aquellos periodistas acreditados que ingresaron a la sala de audiencias, debieron dejar sus teléfonos móviles bajo resguardo de la Policía de Córdoba. Hernán Vaca Narvaja y su colega Vanesa Lerner tenían sus aparatos móviles apagados y fueron “invitados” a desprenderse de ellos bajo apercibimiento y ser retirados por la Policía. Ambos periodistas se negaron a entregar sus teléfonos porque se vulneraban sus derechos y son sus herramientas de trabajo, por lo que debieron retirarse del lugar. “Nos echaron de la sala de audiencias, este no es un juicio público”, apuntó el periodista Vaca Narvaja, director de la revista El Sur.

Mientras los periodistas tienen prohibido utilizar sus teléfonos en la sala de audiencias, los jueces le permitieron al viudo utilizar un grabador de voz durante toda la audiencia.

La decisión de los jueces de la Cámara 1ª del Crimen de Río Cuarto, Daniel Antonio Vaudagna, Natacha Irina García y Gustavo José Echenique Esteve, de restringir la labor de los periodistas, avalada por el TSJ, implica que el ex fiscal General de la Provincia y actual defensor de Macarrón, Marcelo Brito, sigue siendo un fuerte jugador en el sistema judicial cordobés.

Para mañana se espera que se termine la lectura de la acusación, que declare el viudo y único imputado, y que a la tarde declaren los primeros testigos.

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