El 20 de julio de 1969 el hombre llegó a la luna. Si bien el soviético Yuri Gagarin se había convertido en el primer cosmonauta humano en 1961, la misión Apolo 11 de la NASA encabezada por los astronautas Neil Armstrong, Edwin "Buzz" Aldrin y Michael Collins, marcaría el curso de la historia. Los dos primeros lograron pisar por primera vez la superficie lunar, mientras que el tercer integrante, Collins, daba vueltas al Satélite natural de la Tierra en el módulo de mando. La hazaña tuvo dos grandes objetivos: el primero era geopolítico y se trataba de ganar la carrera espacial que enfrentaba a EUA con la Unión Soviética en el marco de la Guerra Fría; y el segundo, de corte más técnico, era seguir consolidando los viajes de estudio y reconocimiento de la superficie lunar, para recoger información sobre la estructura del satélite y sus movimientos. Desde ese día, “el hombre” volvió a la luna seis veces más entre 1969 y 1972.
Además del hecho científico y político, la magia que produjo en términos simbólicos fue producto de la puesta en marcha de un aparato propagandístico sin precedentes en el marco del siglo XX y una cobertura televisiva inédita que envió imágenes de lo que estaba pasando de forma directa a los hogares de millones de personas. La transmisión estuvo al aire durante 30 horas lo que generó un profundo impacto en la cultura y la subjetividad de la época. Sin dudas el alunizaje representó un hecho político, social y cultural universal y paradigmático. Me atrevo a decir que casi todxs quienes lo vivieron recuerdan con entusiasmo y emoción dónde estaban al momento de producirse, qué estaban haciendo y qué sintieron en ese contexto en donde el futuro parecía promisorio y optimista para toda la humanidad.
Sin embargo, la llegada del hombre a la luna no significó lo mismo para todos los países del mundo y sectores sociales. El cantante y poeta afro americano Gil Scott-Heron, lo manifestó abiertamente en un tema de proto rap que compuso en 1970. 'Whitey On The Moon', que puede traducirse como “el blanquito en la luna” ironiza sobre la llegada del hombre a la Luna. En una obra seudo hablada, que solamente dura dos minutos, el artista logra contrarrestar la foto de la heroica hazaña de los astronautas, con la situación cotidiana de constante padecimiento que vivían los negros y una gran porción de la población marginada y pobre de Estados Unidos: “Una rata mordió a mi hermana Nell, con el blanquito en la Luna. La cara y los brazos se le empezaron a hinchar, y el blanquito está en la Luna. No puedo pagar la factura del médico, pero el blanquito está en la Luna. Dentro de diez años seguiré pagando, mientras el blanquito está en la Luna. El casero me subió la renta anoche, porque el blanquito está en la Luna. No hay agua caliente, ni baños, ni luz, pero el blanquito está en la Luna. Me pregunto por qué me ha subido el precio, ¿porque el blanquito está en la Luna? Ya le pagaba cincuenta a la semana / con el blanquito en la Luna».
La carrera espacial turística, un juego de millonarixs blancos y vanidosos
Durante el siglo XX la carrera espacial, los avances tecnológicos y la cultura se mantuvieron anclados en un contexto histórico asimilable a un campo de batalla por la expansión permanente. Por el contrario el siglo XXI aparece descargado de dramatismos, libre de épicas fantásticas, y casi desangelado como lo define el sociólogo Alberto Quevedo. El paradigma que rige la matriz socio cultural y económica en la actualidad se presenta como un abanico de propuestas posibles que estimulen el desarrollo ilimitado del yo, del relato individual, y la búsqueda a entorno de pertenencia, y esto también abarca la carrera espacial que ya no es lo que era . El acceso se ha convertido en la etiqueta o símbolo general para la realización y el avance personal, y funciona como de forma tan poderosa como lo fue la idea de democracia para generaciones previas. El acceso constituye una simple palabra pero en su uso esta lleno de significaciones políticas y económicas ligadas a la experimentación sin límites.
En esta nueva era los personajes principales ya no son astronautas profesionales, sino tres multimillonarios que compiten y sueñan con presumir su liderazgo en el negocio. No casualmente la semana pasada, para el 52 aniversario del alunizaje, Jeff Bezos, el magnate multimillonario y fundador de Amazon, organizó su primer vuelo al espacio tripulado a bordo de su nave New Shepard, construida por su empresa Blue Origin, que fue creada con el objetivo de poner marcha y potenciar al flamante mercado del turismo espacial comercial privado. Bezos y su tripulación, formada por su hermano Mark, la pionera de la carrera espacial Wally Funk de 82 años y el estudiante Oliver Daemen, partieron desde un centro privado de lanzamiento cerca de Van Horn, Texas, ascendieron hacia la famosa línea de Kármán, que es la frontera con el espacio, a 100 km de altura, experimentaron unos cuatro minutos de ingravidez , y volvieron a la Tierra. Todo ese viaje duró menos de 11 minutos y el protagonista lo definió como el mejor día de su vida.
Pero resulta que Bezos no fue el primero. El 11 de junio, tan solo unos días antes, el multimillonario británico Sir Richard Branson tocó las puertas del espacio en el avión cohete Unity de su compañia Virgin Group . En este caso la misión partió desde Nuevo México, en Estados Unidos, para pasar un momento de ingravidez fuera de la Tierra, y duró un poco más de una hora antes de regresar a la superficie del planeta. Con este viaje le ganó la pulseada a Jeff Bezos, de Amazon, y Elon Musk, de SpaceX, y se convirtió en el primero de los nuevos millonarios tenía fecha prevista para unas semanas más tarde, pero el inglés quiso subirse al jueguito de la carrera y aceleró los trámites para lograr su objetivo antes que Bezos. En una conferencia después del aterrizaje, Branson, de 70 años, dijo que el vuelo había sido "la experiencia de su vida" y agregó: "Y habiendo volado al espacio, he visto cómo Virgin Galactic es la línea espacial para la Tierra. Estamos aquí para hacer que el espacio sea accesible para todos, y queremos convertir a la próxima generación de soñadores en los astronautas de hoy y de mañana ".
Tanto Virgin Galactic como Blue Origin están trabajando en organizar próximos viajes al espacio y hacerlos cada vez más comerciales. La firma ya lleva vendido 600 boletos y los costos son entre 200 y 250 mil dólares, por lo que su acceso esta limitado a una minoría multi millonaria hiper reducida. Además se piden otro requisitos como tener buen estado físico, no pesar más de 100 kg, y someterse a un entrenamiento que dura más o menos 5 días. Según la revista Business Hala entre los compradores se encuentran algunos famosos artistas y celebridades como Leonardo DiCaprio, Tom Hanks, Brad Pitt, Angelina Jolie, Russell Brand, Lady Gaga, Katy Perry y Justin Bieber.
El hilo del Capital que todo lo une
En la conferencia de prensa posterior al vuelo Jeff Bezos agradeció “a cada empleado de Amazon y a cada cliente de Amazon, porque ustedes pagaron todo esto”. El comentario causó revuelo y fuertes críticas de los sectores progresistas de la política local. El senador de Vermont, Bernie Sanders, rápidamente tuiteó: “¿Se supone que debo estar impresionado de que un multimillonario haya ido al espacio mientras ha pagado cero en impuestos federales algunos años y los trabajadores de su empresa luchan por pagar sus facturas médicas, el alquiler y la comida de sus hijos? No. Es hora de invertir en la gente trabajadora aquí en la Tierra”. Y la joven congresista de Nueva York, Alexandria Ocasio – Cortez agregó: “Sí, los trabajadores de Amazon pagaron por esto. Con sueldos más bajos, la eliminación de los sindicatos, un lugar de trabajo frenético e inhumano, y conductores de entrega que no tienen seguro médico durante una pandemia. Y los clientes de Amazon están pagando por ello con Amazon abusando de su poder de mercado para perjudicar a las pequeñas empresas.” Elizabeth Warren, senadora demócrata de Massachusetts, expresó: “Jeff Bezos se olvidó de agradecer a todos los estadounidenses trabajadores que realmente pagaron impuestos para mantener este país funcionando mientras él y Amazon no pagaron nada”.
Quienes se sumaron también a los cuestionamientos por sus dichos fueron los propios trabajadores de Amazon que se manifestaron en twitter y en varias redes sociales. Todo tiene sentido: Tanto Bezos como su amigo y competencia Elon Musk, los hombres más ricos del mundo, son portavoces explícitos de la lucha contra la sindicalización en sus empresas y plantas de trabajo. La razón principal que alegan es que perderían la libertad y capacidad de aumentar o reducir la nómina de empleados ante cambios en la demanda, la situación del mercado laboral o la actividad económica de Estados Unidos. Claro, por la situación especial del Covid y las limitaciones de circulación la empresa contrató a 1.400 personas por día en 2020 llegando a una planta de 1,2 millones de trabajadorxs. La firma de Bezos es después de Walmart, la segunda empresa mayor empleadora de dicho. Si bien desde muchas sedes de la empresa lxs empleados denunciaron condiciones de trabajo extremas, recortes del sueldo y hasta despidos injustos, en abril de 2021 se convocó a una votación y el 72% de la planta se negó a la posibilidad de conformar un gremio dentro de la empresa. Por la votación Amazón anunció un aumento de entre 50 centavos y tres dólares el pago de la hora de trabajo a más de medio millón de trabajadores de sus equipos de cumplimiento, entrega y clasificación.
Cosmonautas afro americanos: el techo de cristal espacial
Tal como lo expresa Gil Scott-Heron en su poesía sobre el alunizaje, mientras el blanquito juega en la luna los negros y pobres de Estados Unidos, y del mundo, se limitan a pensar en cómo pagar el seguro médico, llegar a fin de mes y sobrevivir a la violencia policial. A medio siglo de tal acontecimiento histórico nada parece haber cambiado demasiado. Luego de un año y medio de pandemia, según información del National Center for Health Statistics, las esperanza de vida en Estados Unidos se redujeron 1,5 años pero el doble en el caso de los afroamericanos y los hispanos, en gran parte debido al aumento de las muertes por COVID-19 que afectaron sobre todo a los sectores migrantes y de menores recursos.
Esta historia puede verse con claridad reflejada en el documental “Black in Space: Breaking the color barrier”, dirigido por Laurens Grant. La obra recorre la vida de Ronald Erwin McNai, el segundo afroamericano en viajar al espacio, después de “Guy Bluford en 1983. Vale aclarar que en realidad el primer astronauta latinoamericano y negro en el espacio fue el cubano Arnaldo Tamayom, enviado por la URSS. Arnaldo orbitó alrededor de la Tierra a bordo del Soyuz-U en 1980 y estuvo una semana en la estación espacial.
Según muestra la película cuando era niño Grant, a los 9 años, entró a una biblioteca de la ciudad de Carolina del Sur y al preguntar por un libro el bibliotecario lo echó del lugar, lo agredió y amenazó con llamar a la policía si no se marchaba. La película muestra como a lo largo de su vida el astronauta tuvo que enfrentarse a la segregación, la pobreza, el racismo, las barreras sociales que lo alejaban del espacio y la hostilidad de miembros de la NASA. McNair murió en 1986 en el trágico accidente del Challenger, 73 segundos después de despegar en el transbordador espacial . Grant, explica que los primeros afroamericanos tuvieron que sacrificarse el doble, ya que no sólo debían estudiar y formarse en ciencia y tecnología, sino también bregar con la política racial de la época.
Recién el año pasado el astronauta Victor Glover, de 44 años, también originario del sur de California, graduado de la Universidad Politécnica Estatal de California con tres maestrías (en ingeniería de pruebas en vuelo, ingeniería de sistemas y arte y ciencia operacional militar) se convirtió en el primer astronauta afrodescendiente en llegar a la Estación Espacial Internacional (ISS) para iniciar una misión completa de 6 meses. En ese momento el diario The New York Times subrayó que más de 300 astronautas de la NASA habían llegado al espacio, pero Glover era solo el decimoquinto miembro afroamericano.
¿Y dónde están las mujeres?
Poco más 500 personas han estado en el espacio. De esa cifra solamente el 13 por ciento han sido mujeres. La soviética Valentina Tereshkova fue la primera mujer en salir al espacio, el 16 de junio de 1963 en la nave Vostok-6, solo dos años después del viaje de Gagarin. Luego en 1983 Sally Ride fue la primera astronauta estadounidense en viajar al espacio, y la tercera en todo el mundo. Durante el proceso de preparación y entrenamiento, antes de emprender la misión en la NASA le hicieron preguntas que no solían hacerle a ningún otro astronauta como “¿lloras cuando las cosas salen mal en el simulador de vuelo? ¿el viaje afectará tu fertilidad, no quieres tener hijos?. En una que le hizo Rebecca Wright en 2002, Ride contó que los ingenieros de la NASA decidieron que las mujeres astronautas querrían maquillaje, por lo que diseñaron un kit de maquillaje: “vinieron a mí pensando que podría darles un consejo. Era lo último en el mundo en lo que quería dedicar mi tiempo a entrenar. Así que no le dediqué mucho tiempo. Pero había un par de mujeres astronautas, a quienes se les asignó la tarea de determinar qué debería incluirse en el kit de maquillaje y cuántos tampones deberían volar como parte de un kit de vuelo”.
En 2013 desde la NASA, la misma administradora asociada Lori Garver dijo que si bien se producían “alrededor de 1,000 nuevas contrataciones por año", solamente el 37 por ciento eran sido mujeres por lo que era sumamente necesario mejorar en la paridad de género. Necesitamos aumentar eso". A partir de la incorporación de algunos cambios y proyectos con una mirada más igualitaria la NASA logró ampliar la convocatoria y en las últimas oportunidades ha llegado a la paridad, es decir el 50%.
En 2019 Jessica Meir y Christina Koch , dos astronautas mujeres estadounidenses, realizaron el primer paseo espacial íntegramente femenino para reemplazar un control de carga de baterías solares en la Estación Espacial Internacional (EEI). Protagonizaron una caminata espacial de siete horas y diecisiete minutos, e incluso en ese contexto recibieron una llamada del ex presidente Donald Trump. El dato de color es que se suponía que Koch y otras astronauta, Anne McClain, harían ese paseo siete meses antes, el 29 de marzo. Pero en un paseo espacial unos días antes, McClain vistió el traje espacial denominado unidad de movilidad extravehicular y se dio cuenta que no era de su talle, y el único componente mediano disponible no podía configurarse a tiempo. En ese momento Nick Hague sustituyó a McClain. Nadie se había dado cuenta que las herramientas no se habían diseñado teniendo en cuenta a las mujeres.
Las experiencias individuales son importantes y muestran pequeños avances en materia de inclusión social. Sin embargo la situación general de la carrera espacial y los mecanismos de profesionalización marcan todavía una fuerte brecha de género y racial. Según un artículo de la revista Acta Astronáutica de 2020 realizado por Mathias Basner y otros investigadores de la Universidad de Pensilvania (EE UU), el perfil de los astronautas sigue siendo muy parecido al de mediados de siglo XX. El estudio que implicó el análisis de las 562 personas que viajaron al espacio desde 1961, observó que las características del astronauta medio en seis décadas son las de un varón cis heterosexual blanco, casado, de 40 años, con experiencia militar, educación superior con un máster como mínimo y 2,1 hijos de media.