El lenguaje inclusivo es, según la Organización de las Naciones Unidas, "la manera de expresarse oralmente y por escrito sin discriminar a un sexo, género social o identidad de género en particular y sin perpetuar estereotipos de género". Las palabras tienen un peso importante ya que el lenguaje construye sentido y, desde tiempos inmemorables y de manera silenciosa, el lenguaje fue un poderoso modo de opresión y reproducción de la desigualdad.
Pese a que su intención sea terminar con la convención que hace evidente la supremacía masculina en el lenguaje, existen sectores que resisten con vehemencia su uso, incluyendo a la Real Academia Española (RAE), que en 2020 expresó que “los masculinos genéricos no son residuos del patriarcado”.
Esta semana, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires hizo evidente su rechazo a las modificaciones del lenguaje, pese a que admiten que no es neutro y que las desigualdades en cuanto al género también se exponen en nuestro idioma. A partir de hoy, se prohibirá el uso de las "e", "x" y "@" en las instituciones educativas con el objetivo de "simplificar los aprendizajes de los estudiantes".
Por qué es importante el uso del lenguaje inclusivo
Se considera al lenguaje como un proceso dinámico cultural, es decir que los cambios en el lenguaje dependen del uso que se haga. Esto inaugura la posibilidad de transformar la manera de nombrar, interpretar y pensar el mundo, hacia formas más igualitarias de comportamiento, de construir otro sistema de valores, otra forma de entender, de pensar y de representar al mundo. Victoria Freire, socióloga, feminista y Directora del Observatorio de Géneros y Políticas Públicas, remarca: "El lenguaje se transforma en los contextos sociales e históricos, no es estático, sino deberíamos hablar todxs un castellano antiguo. El lenguaje muta, es un recurso vivo que en este contexto dio lugar a la posibilidad de construir una referencia que no invisibilice las identidades. Por ejemplo las palabras con E, no niegan otras formas de hablar, sino lo contrario: abren, incluyen y expanden las nominaciones tradicionales".
Quienes emplean el vocabulario de género neutro, usando la "e", la "x" o el arroba, están hablando de una forma más inclusiva y evitan usar el masculino de forma automática como forma genérica para referirse a un grupo mixto de personas. En este sentido, Freire, explica: "Busca referirse e incluir a esas personas que no se reconocen con las categorias binarias, sexogenéricas como hombre y como mujer. En algunos casos el lenguaje inclusivo viene a señalar que existen formulaciones que solo refieren a un género, el masculino. Poder nombrar a todas las identidades implica poder involucrar a ser partícipes y respetar la identidad de género de todas las personas". De este modo, el lenguaje inclusivo tiene concordancia con la Ley de Identidad de Género, conquistada por los movimientos feministas y el colectivo LGBTIQ+: "En su artículo 12 habla del trato digno, que es un derecho que se debe garantizar".
De esta forma, el lenguaje inclusivo garantiza el derecho de niñeces y adolescencias que no se autoperciben varón o mujer a, básicamente, ser nombrados y a que se respete su identidad.
Desde el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, presentaron una guía para una comunicación con perspectiva de género en la que explican que "promover el uso del lenguaje inclusivo supone un proceso de aprendizaje y, sobre todo, de des-aprendizaje porque implica dejar atrás paradigmas que guiaron nuestras formas de nombrar e interpretar discursivamente el mundo y avanzar en otras, que nos convocan a repensar el rol que el discurso y las palabras tienen en el camino hacia la igualdad".
"El modo en que hacemos uso del lenguaje no es nunca neutral en relación a los géneros e identidades; siempre está cargado de sentidos e ideología", plantean desde el Ministerio y destacan la importancia de estos cambios culturales que son mayormente impulsados por los movimientos feministas y colectivos de la diversidad sexual.
Promover el uso del lenguaje inclusivo implica advertir la invisibilización de las mujeres y LGBTI+. La Ley de Identidad de Género establece el derecho de toda persona al reconocimiento de su identidad y a ser tratada conforme su autopercepción y la correspondiente obligación de llamar a las personas por su género autopercibido, sin necesitar ninguna modificación registral para hacerlo. Prohibirlo, para Freire, "es absurdo y preocupante. Las experiencias que tenemos de prohibición de lenguaje en la historia fueron todas llevadas a cabo por regímenes que no llevaban a incluir, que no eran democráticos, sino que, por lo contrario, generaron formas de resistencia que preservan esos dialectos y esas lenguas, y que es importante seguir sosteniendo y desarrollando".