06 de agosto, 2020 | 12.38

De tocar para casi 100 mil personas a vender sánguches: el reinventarse de la banda sanjuanina más popular

La historia del grupo Omega y el duro golpe que les dio la pandemia. Sobrevivieron a la cuarentena con un microemprendimiento que los salvó y ahora volvieron a los escenarios, pero con un protocolo especial.

Para Omega, todo parece un dejavú. El retroceso visual a 10 años, cuando tocaban sólo para 50 personas como máximo, vuelve como un fantasma, pero con la esperanza de que poco a poco todo vuelva a su momento de máximo esplendor. No será fácil, porque esta nueva normalidad que atraviesan los músicos sanjuaninos tiene sus reparos. Lo cierto es que la vuelta a los escenarios, que parecía casi improbable para este año, se convirtió en un hecho antes de tiempo; Entonces, por qué no pensar en enfrentarse a un público masivo antes de lo imaginado.

Mientras la posibilidad de volver a los escenarios se pensaba lejana, Omega debió reinventarse para subsistir. Una idea que comenzó para unos pocos, fue tomando forma y fuerza con los días y se convirtió en un sostén impensado. Un microemprendimiento de sanguches de miga terminó por ayudar a los 20 integrantes de esta banda de cuarteto, cumbia y bachata. Una situación inimaginada sobre la primera parte de marzo de este año.

La última noche que tocó Omega en San Juan, lo hizo en uno de los boliches más conocidos de esa provincia. Nada hacía suponer que sería la última vez en varios meses, pero se disfrutó como si fuera la última vez. Ese fin de semana, el grupo sanjuanino estuvo en Mendoza y pensaba emprender su viaje al Norte argentino, la semana siguiente a decretarse el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio en todo el país. Precisamente, es la única región argentina que les queda por recorrer, ya que Omega ha tenido múltiples convocatorias en el resto del país.

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Hace cuatro años que esta banda toca en la Fiesta Nacional del Sol, que es el mayor evento que tiene San Juan. La última edición en febrero, lo hicieron en el escenario mayor, la noche que la fiesta convocó a 100.000 personas. Después de eso, todo pareció desvanecerse, un mes después, cuando la pandemia obligó a callar las voces de todas las bandas del país. Omega la pasó mal, como muchos.

En esta banda, la mayoría de los músicos se quedaron sin trabajo, sin labores extras, sin ningún tipo de ingresos. Algo nuevo tenía que pasar para salir adelante, porque la proyección era muy negativa para aquel entonces.

“Los primeros dos meses fueron muy triste, más que nada por la incertidumbre de no saber qué iba a pasar con todo esto. Nunca tuvimos una noticia alentadora. Todo marcaba que podríamos volver a fin de año o el año que viene. No eran buenas noticias”, relató el vocalista de la banda, Hugo Flores a El Destape.

Entonces, entre tanta incertidumbre una idea surgió. Un microemprendimiento sostenido por la última recaudación que habían obtenido, un delivery de sanguches de miga: le llamaron “Qué sanguchito”. “Lo hicimos porque teníamos la esperanza de que íbamos a volver en algún momento, nadie quería dejar la música definitivamente, era la opción. Primero, los hicimos para vendérselos a familiares y amigos, pero la gente nos acompañó y pasaron a producir cantidades importantes”, contó.

La producción de sanguches pasó de unos pocos a 40 docenas diarias lo que significó un importante ingreso monetario. Esta PYME se sostiene hasta hoy, con 8 de los 20 integrantes de la banda, ocupados 100% a producir.

Mientras tanto, la banda numerosa debió dividirse en tres. Lo que ocurre es que la nueva normalidad los obliga a reducir su número, por la capacidad de los escenarios, teniendo en cuenta que deben mantener 2 metros de distancia entre uno y otro. Además, San Juan permite que estas bandas toquen en bares con no más de 50 personas, dependiendo de la capacidad del lugar.  “Después de casi 4 meses y medio sin música, volvimos a tener ese contacto con el público, pero fue raro por la situación. Acomodar a todos los protocolos, se torna un poco complicado, pero la gente lo acepta porque nos extrañaba tanto como nosotros a ellos”, remarcó.

Cuando Omega va a tocar en un lugar, lanza la convocatoria por las redes sociales y la reserva se cubre en menos de una hora. Por eso, han tocado tres días este último fin de semana y así lo seguirán haciendo, con turnos para cada músico. El protocolo es un poco frío. No les permite tener contacto con el público, el escenario debe estar a 3 metros de la primera mesa y todos los comensales deben permanecer sentados. De hecho, como no le permiten a nadie levantarse de la mesa mientras los músicos tocan, lo recomendable es hacer la reserva y pedir la comida por adelantado, para que los mozos lleven el pedido antes de que comience el show.  

“Estamos tratado de ser cautelosos, sabemos que la gente sale de manera diferente y sufre un poco; pero se van a acomodando al mientras tanto”, destacó Hugo. En este sentido, quiso remarcar que San Juan es la única provincia que volvió a permitirle a los músicos que toquen en bares. Esto despierta el interés de sus pares de otras provincias quienes les consultan detalles del protocolo para hacer su pedido formal. “Sabemos que todos los ojos están puestos en San Juan”.

Hoy Omega está compuesto por 20 personas, los músicos son 15: Hugo Flores (voz), Alejandro Flores (manager y baterista), Golo Ábrego (congas), Mauricio Flores (timbaleta), Cristian Esquivel (tambora), Emanuel Flores (güiro), Lucas Gómez (piano), Lorenzo Aballay (teclados), Rolando Lucero (acordeón), Matías Silva (bajo), Emanuel Cortez (guitarra), Claudio Herrera (trompeta), Ignacio Castro (trombón), Matías Olmos (trompeta), Jonathan Benegas (animación). Con un equipo cantando y otro produciendo en la cocina, Omega se acomodó a la nueva normalidad que les permite volver a reencontrarse con la gente, como hacía 10 años atrás.