Ser docente en la Puna jujeña y luchar con el guardapolvo blanco como bandera: tres historias de resistencia

Gabriel, Gloria y Lina son docentes rurales de Jujuy que después de muchos años decidieron reclamar por mejoras salariales y llevaron a cabo un paro histórico en el norte del país. Cómo es ser docente en los poblados a 4 mil metros sobre el nivel del mar y haciendo dedo para llegar a dar clases. El desarraigo familiar y los problemas de salud.

29 de junio, 2023 | 00.05

Cuando Gabriel Vargas decidió marchar por su salario y condiciones dignas de trabajo pensó en sus hijos. El profesor de inglés trabaja de lunes a viernes en dos poblados a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar y a 270 kilómetros de su casa en San Salvador de Jujuy y, como cientos de trabajadores de la educación, tiene que hospedarse en las localidades donde enseña para cumplir con su trabajo. Gloria Machaca también marchó por su familia. La profesora de historia sostiene sola su casa con cinco hijos, educó en la altura y con temperaturas bajo cero y no quiere que su trabajo siga siendo desvalorizado. Lina Mamani estuvo en la represión de Purmamarca donde da clases a adolescente del secundario del pueblo. Su alumno perdió un ojo por una bala de goma que disparó la Policía de Gerardo Morales. La maestra decidió que, aún con miedo, iba a defender el guardapolvo blanco y la educación en la Puna y Quebrada jujeña. 

Las historias de Gabriel, Gloria y Lina tienen un común denominador, lxs tres son trabajadorxs de la educación de Jujuy y cobran uno de los salarios más bajos del país, según el último informe del Ministerio de Educación nacional. Los profesores de la Puna jujeña a diario emprenden el desafío de enseñar “ante la cruda realidad y la falta de reconocimiento”. Muchos de ellos sufriendo el desarraigo familiar, las bajas temperaturas y las alturas que los dejan sin aire. 

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El profesor de inglés ejerce la docencia desde hace 12 años. Cuando tenía 24 años estuvo por primera vez frente a un aula. En diálogo con El Destape admitió que “muchas veces piensa si tanto esfuerzo vale la pena”.  Gabriel vive en San Salvador de Jujuy y su semana la divide entre una escuela secundaria de Rinconada, un pueblo a 4320 mil metros sobre el nivel del mar, en el oeste de la provincia de Jujuy; y otra ubicada en Lagunillas del Farallón, a pocos kilómetros del cerro Zapaleri, triple frontera entre Argentina, Chile y Bolivia, también a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar. Para poder enseñar de lunes a viernes, todos los domingos abandona su familia para dormir en una habitación 3x3 hasta el viernes siguiente y evitar viajar todos los días 10 horas. 

Gloria es docente de Tilcara y hace poco tuvo que renunciar a su cargo en Rinconada porque su salud dijo "basta". La profesora de historia todos los miércoles salía de su casa a las 7 de la mañana y después de 7 horas de viaje llegaba al colegio secundario. Con mantas, sin calefacción y con hasta 14 grados bajo cero en invierno, daba clases de historia argentina en un aula con techos altos y en condiciones edilicias precarias. La campana sonaba a las 19:40 y todos volvían a sus casas, excepto ella. La docente alquilaba de miércoles a viernes una pieza en el pueblo para poder cumplir con su trabajo y recién el fin de semana retornaba a su hogar . Durante tres años hizo esta rutina hasta que la salud se lo impidió y debió renunciar. "Me empecé a quedar sin aire, tuve picos de presión y eso me imposibilitó seguir”, detalló la mujer en diálogo con El Destape.

Gloria es docente en Tilcara y recuerda sus años duros en Rinconada que dejaron su salud debilitada

Durante sus tres años en Rinconada, Gloria trabajó con Gabriel. Como todo docente rural en Jujuy, ambos padecen las mismas dificultades y, una de ellas, y quizá la más difícil, es la salud.  Cuando la docente conoció a su colega él recorría alrededor de 10 kilómetros en bicicleta, haciendo dedo o caminando para ahorrarse dinero. Pero un día, una hernia de disco no le permitió pedalear ni caminar más, aunque lo sigue haciendo. El esfuerzo de avanzar contra el viento en rutas de tierra con todos los materiales didácticos a cuestas hicieron que su espalda quede devastada. Los médicos le dieron la peor noticia: "Su dolencia no es operable", le dijeron.

Tanto Gloria como Gabriel tienen más de 10 años de trayectoria en la docencia y se desempeñan como docentes rurales "un poco por vocación y otro por necesidad". El profesor de inglés admite que "el esfuerzo muchas veces parece no servir porque los sueldos son bajos" pero aún así "tiene que llevar el pan de cada día a su casa". Según un informe Indicativo del Salario Docente que elabora el Ministerio de Educación de la Nación, cada tres meses, Jujuy se ubica entre una de las cinco jurisdicciones con los salarios más bajos de todo el país. De acuerdo a este relevamiento, el salario inicial bruto de un docente jujeño es de $87.074.

“Son cinco días que estoy metido en las localidades, sin poder ver a mi familia. Pienso si realmente lo vale y siento que no porque, mas allá de que tengamos vocación, esto tendría que estar bien remunerado. El docente rural no comparte tiempo y nos ve a tus hijos crecer”, lamentó.

En las escuelas de la puna jujeña en invierno puede haber hasta 25 grados bajo cero y no hay calefacción

Desarraigo familiar y salud en riesgo

Gabriel comenzó a ejercer su profesión cuando tenía tan sólo 24 años, hoy tiene 36. Eligió esta carrera por vocación y para tener un futuro junto a su compañera de vida con quien actualmente tiene dos hijos. El hombre se instaló en San Salvador de Jujuy, pero gran parte de sus días los divide entre Lagunillas y Rinconada donde trabaja en escuelas secundarias dando clases de inglés. Una de las cosas que más le duelen al maestro es no poder ver crecer a sus hijos. “Sé que por este trabajo me pierdo de ver crecer a mis hijos y eso es difícil. No soy el único docente que hace este tipo de esfuerzo, somos muchos los que tenemos que alquilar una pieza en las localidades para poder cumplir con nuestro trabajo ya que son muchos kilómetros para llegar a las escuelas desde nuestro lugares de residencia”, detalló a este medio.

Mi semana arranca el domingo a las 23 cuando tomo dos micros para llegar a Lagunillas el lunes a las 8, allí alquilo una habitación donde tengo una cama para dormir. Cuando llega el miércoles, me tomo una trafic que me lleva hasta Rinconada, el otro pueblo donde trabajo y duermo hasta el viernes, día que emprendo mi retorno. A veces hasta viajo parado porque son muchas personas y pocos colectivos que circulan”, puntualizó.

Para Gabriel, el contexto de trabajo es difícil no solo por el clima que "puede llegar a 25 grados bajo cero en la zona cercana a la triple frontera" sino porque las falencias edilicias en los colegios y de calefacción hacen que “educar sea muy crudo”. Enfatizó que “el frío es crudo y tenemos que aguantar el clima. Realmente los chicos se ponen al hombro el país para estudiar y salir adelante en esas condiciones”.

El docente hoy padece una hernia de disco y dolores en su espalda, luego de años de pedalear y caminar contra el frío y en caminos de tierra “para ahorrar dinero”. “Cuando empecé a trabajar en ruralidad hacía 10 kilómetros en bici o caminando para ahorrar plata, hasta a veces a dedo en estos caminos que son de poca circulación. Luego comenzaron los dolores y no pude hacerlo más, aunque a veces debo hacerlo por la falta de transporte”, contó Gabriel, en referencia al trayecto entre el paraje Morros y Rinconada que mayormente lo hace en trafic junto a compañeros del colegio.

“Realmente son bastante grandes los gastos que tengo que hacer como docente rural. Son en tres lugares diferentes donde vivo, además necesitamos ropa para el invierno, mochilas, mantas y el viático. A su vez, tengo a una familia que depende de mí”, admitió el docente que participó de todas las marchas en Jujuy para exigir salarios dignos. "Salimos a marchar porque queremos sueldos dignos para los docentes", recalcó.

El maestro sueña algún día trabajar más cerca de su casa, pero el puntaje todavía le imposibilita acceder a otro cargo en la capital jujeña. Los docentes de Jujuy tienen una grilla de puntaje que denuncian que "no favorece" a los docentes, ya que no se le reconoce cursos. Incluso, si tienen muchas horas lejos de su lugar de residencia les quitan puntos. Tampoco cuentan con puntos por trabajar en "zonas desfavorables".

Hacer dedo en la ruta para ir a educar

Gloria recuerda que un día fueron convocados a una jornada institucional en Rinconada y muchos de los profesores se quedaron sin transporte público, entonces tuvieron que hacer dedo en medio de la oscuridad de la ruta. "Estuvimos parados haciendo dedo sin saber si alguien nos iba a parar. Hasta nos agarró una tormenta y nos tuvimos que poner en medio de la ruta para que alguien nos llevara. Ese día nos dimos cuenta de lo que peligraba nuestras vidas", expresó.

Después de renunciar a su cargo en ese poblado, la docente continuó ejerciendo cerca de Tilcara donde vive actualmente. Hoy tiene que cuidar su salud porque estos tres años que trabajó en altura le provocaron problemas de presión y también dolores cervicales "por los movimientos bruscos de los colectivos cuando iban por caminos de tierra y piedras".

Para Gloria la realidad de los maestros rurales es una de las peores de los docentes de Jujuy. Muchos docentes recién recibidos toman este tipo de colegios por la falta de puntaje para acceder a otros cargos en colegios más accesibles. "Muchos son docentes recién recibidos que tienen desconocimiento de los derechos que tenemos y son hostigados por muchos directivos", afirmó.

La mujer detalló que hay un ítem en el recibo de sueldo que cuenta el presentismo de los docentes para que el sueldo sea más alto, por eso los maestros hacen esfuerzos inhumanos para poder cumplir con el horario.  "Por ese porcentaje que hacía que el salario sea un poco más alto, muchos iban al trabajo enfermos, caminando o haciendo dedo para llegar, saliendo a la noche para llegar a horario a un colegio en medio de la Puna", relató. Uno de los reclamos de los docentes fue que ese porcentaje se incluya en el salario básico de los trabajadores y trabajadoras.

Gloria estuvo desde el primer momento participando del paro docente y creó junto a otros colegas el centro de asistencia a la lucha en Tilcara. "Toda la docencia se adhirió y fue masivo porque prácticamente hace 8 años venimos silenciados por un gremio que se había vendido. Este año recién logramos elegir una dirigente que nos represente y tuvo que haber una intervención del Ministerio de Trabajo de Nación porque fueron elecciones fraudulentas", detalló la docente. Actualmente la secretaria general del  Centro de Docentes de Enseñanza Media y Superior (CEDEMS), es Mercedes Sosa, que nuclea a profesores de secundaria y nivel superior.

La profesional contó que todos los docentes de Jujuy no llegan a fin de mes, muchos de ellos tienen que recurrir a préstamos y otros tienen que trabajar en algún comercio para poder sostener sus familias. "Yo tengo cinco hijos. Tengo que mantenerlos sola y nuestros sueldos no alcanzan", admitió. "Por eso desde el primer momento tuvimos conciencia de que estábamos luchando por lo que corresponde. Primero fue por la mejora salarial y luego por la consigna de la reforma constitucional porque nosotros también somos indígenas", enfatizó.

Gloria recordó la primera marcha con mucha emoción porque "estuvimos mucho tiempo callados", pero después comenzaron a sentirse desgastados. Aún así seguían en la calle: "Sentimos mucho el apoyo de las comunidades porque cuando se unen los pueblos originarios también salieron mis alumnos y todas las familias", completó. 

Vivir la represión con el delantal blanco: la docente que vio cuando a su alumno le arrancaban un ojo

Lxs tres docentes fueron parte de las marchas que se desarrollaron en todos los puntos de Jujuy, pero Lina Mamani vivió lo que ningún maestro quisiera vivir: el momento en el que en la represión en Purmamarca le sacan el ojo a un alumno. “Fue algo muy violento que nunca lo viví. De todas las marchas que participé ninguna fue así”, expresó la docente de historia, de 39 años. Durante la represión en Purmamarca, Lina sufrió un intento de ser secuestrada por la Policía jujeña pero gracias a sus gritos la liberaron. “Me agarraron, pero tuve que gritar y me soltaron”, detalló. 

Durante esa marcha, su alumno Mijael Lian Lamas, de 17 años, había decidido participar junto a su familia y comunidad para apoyar el reclamo de los pueblos originarios. Pero cuando se encontraba en la manifestación pacífica y comenzaron los gases lacrimógenos, salió corriendo con un grupo de amigos del lugar y se topó de frente con un policía que le disparó a la cara con una bala de goma.

Lina pidiendo justica por su alumno que quedó sin un ojo por la represión en Purmamarca

Lina aún no sale del shock y con su voz quebrada todavía no comprende la brutal violencia por parte de las fuerzas policiales contra “abuelos, niños y adolescentes”. La docente cuenta que fueron reprimidos cuando llevaban una lucha pacífica y que “claramente sacarle un ojo a un joven es un mensaje” por parte del gobierno de Morales.

Nos duele porque ese joven tiene toda una vida por delante y ahora, a partir de acá, tienen que configurar todos sus días sin una parte imprescindible de su cuerpo. Este gobierno nos quiere cegar, quería dar un mensaje de que los poderosos son ellos, pero no se imaginó que el pueblo jujeño aunque es callado, tiene resistencia", expresó. Lina definió la represión como “una guerra sin compasión” porque “no les importa que haya abuelos, niños ni jóvenes”.

Lina junto a un anciano durante las manifestaciones

En el momento más crudo de la represión en Purmamarca, Lina sintió por primera vez miedo de morir. Cuando comenzaron los impactos, ella decidió correr entre los coloridos cerros y las quebradas que por un momento se opacaron. “Pensaba que nos iban a impactar y empecé a correr para escondernos, pero no podíamos”, relató. Cuando pensó que estaba a salvo fue interceptada por policías que intentaron llevársela detenida. “Tuve que gritar que era maestra para que me soltaran y vi a muchos funcionarios como entregadores, eso fue muy doloroso”, relató.

Lina Mamani es de Maimará, de la quebrada, y da clases en Humahuaca y Purmamarca. La docente recuerda que desde 2015 no hacían paro porque les “tocaban el bolsillo y les descontaban las horas de paro y movilización”. Aseguró que eso los fue acallando y silenciando hasta que el pasado 5 de junio dijeron basta y comenzaron a marchar. “Nuestro salario se vio empobrecido, sumado a los items que debemos cumplir como excusa para que no faltemos nunca, muchos compañeros se hacían pomada para poder y tener esa plata a fin de mes”, agregó. 

Ningún gobierno ha conseguido tanto con los docentes como este, nos metió mucho miedo durante muchos años, pero ahora que la lucha se inició no vamos a parar porque fuimos por nuestros salarios. Ahora somos todo el pueblo jujeño reclamando por sus derechos”, enfatizó. 

Los docentes aún no volvieron con normalidad a las escuelas. El gremio aceptó la propuesta salarial del gobierno de Morales pero aún se sigue reclamando por ir marcha atrás en la reforma. Sin embargo, lxs maestrxs coinciden que hubo un antes y después de esta lucha que comenzó el 5 de junio y sufrió fuertes represiones que dejaron a personas heridas y detenidos. Sienten que, por primera vez, enseñaron a sus alumnos sobre la lucha y resistencia en las calles y rutas. Desde ese momento, "ya no hay vuelta atrás".

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