Más ajuste a los jubilados por el recorte de los medicamentos, pero Milei sigue en un cumpleaños

06 de diciembre, 2024 | 18.33

¿Nos vamos a acostumbrar a ver llorar personas mayores por televisión? ¿A verlas tiradas en el piso rodeadas de efectivos de seguridad pertrechados como para una guerra? ¿Se convertirán en parte de nuestro cotidiano los intentos de suicidio frente al Pami, dejarán de impactarnos? ¿Y los movileros y movileras de televisión, podrán contener el llanto frente a hombres o mujeres que han vivido y trabajado mucho, que no quieren morirse sino seguir llevándole alfajores a sus nietos? Menos aún quieren morir por abandono del Estado. Antes prenderse fuego.

La situación es crítica y a la vez terriblemente obscena. “No creo que vayan a morir por esto”, le dijo el diputado Julio Ovalle a Ari Lijalad. El ministro de Economía falsea hasta la mentira descarada la situación de jubilados y jubiladas. Con la libertad de expresión que tanto proclama este gobierno y que pareciera existir sólo en algunos, poquísimos, serviles medios nadie le repregunta a Luis Caputo de dónde saca que sólo el 11% de jubilades son pobres si el Indec, que depende de su ministerio, dijo que en el segundo semestre la pobreza entre mayores de 65 era del 30 por ciento.

“La gente está desolada, mucho robo y pocas oportunidades”, escribe Nati Molina, referente de la villa 21-24. Escasas palabras, suficientes para sentir cómo se deshilacha el lazo social, cómo existir para la supervivencia empaña la mirada, se deja de ver al otro, incluso al vecino. “Estoy tratando de resistir”, dice también esta dirigente histórica. No solo al hambre, también a ese desánimo que le genera sentir la falta de reconocimiento en su organización: “¿Cuándo van a escuchar a las compañeras que tratan de sostener la trama en los barrios?” Mientras, el comedor se le llena de viejxs y apenas si hay arroz para poner en la olla.

Oliva, el diputado de la sinceridad brutal, se apoyó en que “alguien habrá que los ayude”, tendrán hijos o hijas, dijo. No es el caso de Gladys, ella trabajaba en informática hasta que se jubiló, su familia es su gata. “Los familiares que me quedan están en la línea que imponen los medios masivos, ni les digo que voy a las marchas”. Gladys va cada miércoles a la concentración de jubilades. Se sumó a la Asamblea de Barracas en cuanto se abrió ese espacio como respuesta al gobierno de la crueldad y ahí encontró su lugar de sostén. “Cuando ganó, me sentí existencialmente sola. Lo votaron con odio contra sus propios intereses. La crueldad no tiene límites, se los tenemos que poner nosotros. Quieren que nos sintamos un ‘gasto hundido, mendigos que viven de las dádivas”.

Gladys, de la asamblea de Barracas, el 24 de noviembre

No se trata sólo de una cuestión económica, Gladys lo entiende perfecto. Los recortes a las jubilaciones, la sincronía entre la eliminación del impuesto Pais y la quita de medicamentos al 100 por ciento que aliviaba la canasta básica de las personas mayores es cada vez más marcar la cancha de quiénes importan y quiénes no, de quienes son descartables y por eso se les saca lo poco que tienen. Pero ahora la Playstation para navidad sale más barata.

Privatización del cuidado

Jorge del Río acompañó a su mamá de 90 años a Pami para pedir el subsidio social que implica, además de humillaciones y escaneos sobre la familia, trámites y más trámites. La madre de Jorge cobra entre pensión y jubilación 503 mil pesos por mes. Quedó afuera del límite de la mínima y media. Paga 80 mil de expensas, aunque su departamento no tiene ascensor, está en La Boca y ocupa 60 metros cuadrados. Al día siguiente de su extensa jornada llenando formularios, lo citó una asistente social para constatar la situación de la señora. Llevó expensas, servicios, la larguísima lista de medicamentos con sus precios. También preguntaron qué auto tenía su mamá y si tenía embarcaciones. Pero no fue suficiente, el interrogatorio siguió con el estado patrimonial de Jorge, monotributista social que no vive con su madre. “Evidentemente están buscando quién puede hacerse cargo de los medicamentos, me llamó muchísimo la atención”, dice Jorge, sin embargo, ahí está expuesta la estrategia en la que confía Julio Ovalle, alguien se hará cargo. Como si la jubilada no tuviera derecho a sus ingresos, como si fueran las familias las que tuvieran que cubrir la falta de cuidado del estado.

El precio de los medicamentos que no cubre el PAMI para la mamá de Jorge del Río

“No se sabe cuánto puede tardar el trámite, no se tomaron el trabajo de fotocopiar todos los papeles que llevé como para armar un expediente coherente, no tenemos constancia de que ya nos reunimos con una asistente social”. Jorge, en otro momento de su vida, fue el encargado de instalar la automatización de las estaciones de servicio AXION en Centroamérica. “Te lo cuento porque se viene una desocupación muy fuerte en ese sector con la idea de Sturzenegger. De todos modos ahora vendo yerba de manera ambulante. La verdad es que tendríamos que hacer más. Después de lo que vi en el Pami, creo que habría que quedarse ahí hasta se solucione”.

En Bariloche hubo una “toma simbólica” del Pami, en Bahía Blanca renunciaron todos sus empleados. En Córdoba, las escenas dramáticas arrugaron el corazón de todo el mundo ¿es posible acostumbrarse?

Reacciones

Aunque Javier Milei se esté preparando para su primer año de gobierno como si fuera un cumpleaños infantil y haya usado la Conferencia de Acción Política Conservadora (Cpac) para bailar con la nuera de Donald Trump y lo más rancio del republicanismo estadounidense, más allá y más acá de los números, el descontento se siente en los barrios. Si hay apatía es porque la crueldad es demoledora, porque no hay fuerza política que devuelva reconocimiento a quienes la están pasando tan mal.

La Marcha de la Resistencia de las Madres de Plaza de Mayo, tan poquitas ya que es difícil pensar cómo será esa palabra, resistencia, cuando ya no quede ninguna, se unió a la movilización que convocó la CTA unificada, algunos gremios de la Corriente Federal (CGT), el Smata y la Utep. Hubo miles de personas, estar en la calle es parte de ese reconocimiento necesario para quienes son más castigados por este gobierno.

“Que se muera el pobre, que se muera el jubilado, todo lo que no genere ganancia, que se muera; esa es la política de este gobierno”, dice Mónica Ameneiros, delegada de APA, el gremio aeronáutico que ayer estuvo en Plaza de Mayo. “La marcha contre el hambre, contra el ajuste fue significativa por la unión de las dos CTA, y la unidad es muy importante en este momento. Hubiera esperado más gente, y aunque hubo sindicatos de CGT, tendría que haber sido masiva. Todos los sectores estamos atravesados, acá no se salva nadie”, insiste Mónica que sufrió como sus compañeros y compañeras la agresión desde el gobierno contra el sector aeronáutico por seguir exigiendo paritarias y defender Aerolíneas Argentinas. “Frente al odio misógino, clasista, racista, nos tenemos entre nosotres, por eso es importante la marcha”, cierra Mónica que evalúa lo que los libertarios llaman “batalla cultural”, como “patriarcado recargado”.

Miguel Gutiérrez es secretario general de la Mesa Coordinadora de organización de jubilados y pensionados. Frente a la pregunta sobre la apatía social, es dice: “No sentimos indiferencia, muchos estudiantes se acercan solidarios a nuestras movilizaciones y acciones, algunos sindicatos nos prestan sus instalaciones, los miércoles en nuestra ronda al Congreso recibimos un gran apoyo de los transeúntes y automovilistas, pero todos estos gestos son insuficientes para poner freno a esta ofensiva estratégica, brutal de Milei y los grandes grupos económicos contra los trabajadores, los jubilados y el pueblo en general. Sencillamente quieren destruirnos”. Miguel siente que humor social está dañado por diversos padecimientos, que no hay ahora cómo conducir la bronca para generar una sociedad diferente. Pero él está ahí cada miércoles, como Gladys, como tantos y tantas.

Se trata de resistir, no sólo los avances neofascistas que ahora se exhiben sin ningún pudor -como gobernar por decreto y anunciar que al presidente no le importa la opinión de nadie más que la suya -, también de resistir la indiferencia a la crueldad, que es lo que se busca, que en la repetición de la estigmatización o el despojo a determinados grupos deje de importar que se esté construyendo un país para pocos. Que deje de importar el dolor ajeno. Y a eso no nos podemos acostumbrar.