¿Estás dispuesto a usar los mensajes de WhatsApp de un familiar muerto para entrenar un bot y conversar con esa persona? Hablar con seres fallecidos podría consignarse como una práctica vinculada con ritos religiosos o esotéricos, pero el desarrollo de la inteligencia artificial los transformó en una realidad, o por lo menos en un intento de simulación. Empresas dedicadas al negocio de estas nuevas tecnologías diseñaron aplicaciones que permiten replicar escenas posibles en la imaginación o una película de ciencia ficción.
A diferencia de los grandes avances tecnológicos históricos del pasado, las transformaciones de la inteligencia artificial (IA) dan muestras de cómo las "máquinas" empiezan a tercerizar el pensamiento humano y mecanizar aspectos de la vida cotidiana en extremos imposibles. Ahora también pueden intermediar nuestro vínculo con la muerte y el desbalance emocional que nos produce.
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Cuando morimos, dejamos en el mundo un legado digital conformado por correos electrónicos, audios, fotos, videos y diálogos. Incluso si agarrás el celular en este momento y revisás tus contactos, podés repasar viejas interacciones que tuviste con alguna persona que haya fallecido. Esto simboliza un escenario inédito que complejiza la relación entre la vida y la muerte.
La aplicación HereAfter AI crea clones digitales de voz con los que se puede interactuar en conversaciones potenciadas por modelos masivos de lenguaje. Se trata de un trabajo de cuatro horas de entrenamiento con la persona a replicar, en una grabación que sigue un guión predeterminado para poder tener información sobre su vida y recuerdos.
“La gente es aprensiva ante la muerte y la pérdida”, sostuvo en una entrevista el empresario James Vlahos, cofundador de HereAfter AI y sumó: “Podría ser difícil de vender porque la gente se ve obligada a enfrentarse a una realidad en la que preferiría no participar”.
Otra empresa dedicada a la IA aplicada a este tipo de experimentos es la estadounidense StoryFile. En este caso, crean bots fantasmas de individuos muertos para interactuar con los vivos, ya sea a través de chat, voz o vídeo.
La particularidad de este caso es que la app entrevista a personas durante su vida por vídeo, haciendo una serie de preguntas sobre experiencias clave, como su infancia, su mayor desafío y objetivos, junto a otros comentarios que el entrevistado decida agregar. A partir de las respuestas se genera un vídeo interactivo con el cual los hijos, padres, amigos y parientes podrán dialogar en el futuro. Cerca de 5.000 personas ya crearon perfiles en la plataforma.
Stephen Smith, cofundador de StoryFile, explicó que la empresa nació hace una década con el objetivo preservar la memoria de supervivientes del Holocausto. Sin embargo, luego viró a que cualquier persona puede grabarse con una webcam desde su hogar.
Espíritus virtuales
Federico Toledo es psicoterapeuta, especialista en inclusión tecnológica y miembro de la comisión curricular del Departamento de Psicología de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE). En diálogo con El Destape, explicó cómo incide un duelo como la muerte en nuestra psiquis: "Para atravesar cualquier proceso de duelo de forma satisfactoria, hay que aceptar esa pérdida. Aceptarlo lleva tiempo, implica una elaboración conjunta desde la parte racional y la carga emotiva. Es doloroso, es una crisis vital, un momento de quiebre en la vida y atraviesa la existencia de las personas. Todos pasamos por ello". Y profundizó: "Los factores que interfieren en un proceso de pérdida son muchos: las circunstancias de la muerte, el vínculo con el fallecido, el contexto socio-familiar. Es muy importante y necesario expresar el dolor que conlleva esa pérdida, y entender que hay un proceso de adaptación a un medio distinto donde existe esa ausencia. Sin entrar en distinciones patológicas, cada persona atraviesa un duelo distinto, pero siempre en un proceso no patológico se va a requerir de la aceptación de un nuevo contexto donde todo cambió para siempre".
Por este motivo dejó en claro sus reparos sobre la interferencia de la IA: "Esto de la continuidad, de la no despedida, de mantener la llama de intercambio con una persona que ya no está... en cierto modo si este proceso no se completa podría ser dañino". Las personas como "seres sociales" tienen una "cualidad que nos diferencia de las máquinas, que es la interacción con otras personas, poder procesar información abstracta, ser sensibles a las emociones", remarcó Toledo. Hasta este momento, "la IA no ha logrado captar estas señales sociales y emociones, lo mismo el doble discurso, la ironía el libre albedrío".
Son millones los usuarios de Facebook que murieron y sin embargo sus cuentas siguen activas. Sus familiares y allegados administran su espacio con el objetivo de mantener vivo el intercambio como si estuviera aún entre nosotros. Según Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, un duelo se manifiesta a través de la pérdida y sensación de dolor ante la ausencia de alguien que representa significativamente una parte importante de nuestras vidas. Es por esto que Jorge Enrique, inventor portugués fascinado por la inteligencia artificial, creó Eter9. Esta red social garantiza la inmortalidad virtual, permitiendo que las personas perduren incluso posteriormente a su muerte.
Esta identidad digital se construye mediante la recopilación de archivos e información de las redes sociales del usuario y puede decidir incluso el nivel de autonomía. Este fenómeno es denominado como "espíritus virtuales", según Toledo.
El número de usuarios en estas redes aumenta ya que no distingue activos de fallecidos. Ofrece un banco de información permanente sin fecha de caducidad. "Probablemente nunca perderemos recuerdos de un vínculo significativo y así debería ser. No se trata de olvidarlo sino de establecer un lugar propicio que permita recurrir a ellos, sin interferir con los nuevos. A través de sus fotos y comentarios se transita una ilusión de permanencia que separa lo que fue del presente. Esto permite mantener una charla con aquel que se fue, pero a un clic de distancia en la eterna virtualidad", opinó Toledo.
El cringe de la IA y el desafío de la ética
La Universidad Nacional de Rosario (UNR) dicta la Tecnicatura en Inteligencia Artificial, la primera que se imparte en una institución pública del país. Ignacio Evangelista es el coordinador de esta área. En conversación con este medio, contó cuál es el desafío de instruirse en una disciplina que juega al filo de cuestionamientos éticos insospechados décadas atrás.
"Nos interesa forma profesionales responsables para insertarse en un mundo cambiante. Es necesario que sean consecuentes con sus actos y puedan analizar cómo estas tecnologías pueden impactar en la vida de las personas", aseguró Evangelista. Y subrayó: "Hacemos hincapié en la dimensión ética de la IA y los dilemas que nos plantea. En particular, lo trabajamos en una de las materias, que se llama Introducción a la Inteligencia Artificial, donde trabajamos varios aspectos".
"Trabajamos sobre las fake news, la desinformación, los sesgos que se incorporan en los diseños de sistema de IA, la explicabilidad, transparencia y responsabilidad. Si un algoritmo de una IA toma una decisión, ¿Quién es responsable de eso? Dimensiones como la conciencia... cómo será el día en que las computadoras adquieran una dimensión más allá de la actual si es que puedan hacerlo. Cómo se usa una tecnología que es capaz de manipular aspectos de la vida tan trascendentes, como es en este caso la muerte", detalló Evangelista.
La falta de consenso sobre la dirección del desarrollo tecnológico en torno a la inteligencia artificial parece colocar a la sociedad contra las cuerdas. La democracia moderna no luce tan fuerte para dirimir estos dilemas y la montaña rusa de emociones que genera la muerte es un negocio fértil a explorar.
No hay dudas acerca de que ya abrimos las puertas de una nueva era digital, donde nuestras huellas virtuales son tan amplias y múltiples que pueden volver insoportable a la existencia misma. ¿Estamos dispuestos a convivir con el post mortem digital? ¿Importa realmente lo que pensemos si ya está sucediendo?