Tiene 22 años, es bombera y apaga los incendios en Córdoba: "No vamos a dejar de trabajar hasta parar esto"

Lucía Figueroa le hace frente a los incendios de Córdoba con la misma premisa que tenía de niña cuando le tocaba ver el fuego forestal desde su casa. Esta es su historia. 

14 de octubre, 2020 | 11.37

Cuando Lucía Figueroa tenía 10 años, durante los incendios del 2009 en Córdoba, ella y sus primos menores subían a los techos de las casas y veían las llamas que se acercaban a su ciudad. “Llorábamos y pensábamos en los animalitos. Yo lloraba y sabía que algún día quería salvar a los animalitos”, recuerda, en diálogo con El Destape.

Desde muy chica supo que quería ser parte del cuerpo de bomberos. Su mamá fue parte del primer cuerpo de aspirantes en San Agustín, pero cuando quedó embarazada de ella se apartó de la actividad. Lucía cuenta que “cuando tenía un año, mi papá falleció de cáncer. Mi mamá se dedicó a mí y no pudo volver a ser bombera”.

“Crecí escuchando sus historias. Esa admiración y ese orgullo fueron aumentando y se transformó en el sueño de poder hacer lo mismo, siempre me llamó la atención”, dice la bombera, que continúa mirando para atrás y piensa que si hoy pudiera decirle algo a esos chicos que se suben a los tejados y ven las llamas sería que “todo va a estar bien, que no vamos a dejar de trabajar hasta parar esto”.

“Esto”, son los incendios forestales que azotan a toda la provincia de Córdoba. Según el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria los fuegos quemaron una cifra récord: más de 190.000 hectáreas. Casi el doble de lo registrado en uno de los incendios más recordados en la provincia, el del año 2013. Hoy ya no ve el fuego desde el techo, sino que, con 22 años, forma parte del equipo que pone el cuerpo para hacerle frente a esta catástrofe.

Cómo es ser bombera en los incendios de Córdoba

Lucía y sus compañeros del cuartel de bomberos 162/7 de San Agustín son convocados por un grupo de WhatsApp que comparten exclusivamente para emergencias. Ella relata la forma en que trabajan: “Llegamos a la mesa de operaciones y nos explican dónde va a estar cada uno y distribuyen las responsabilidades. Después cuando estás frente al fuego, tenés que evaluar la situación y decidir cómo lo vas a enfrentar. Es un momento de mucha adrenalina y miedo”.

El miedo es bueno”, explicó Lucía a El Destape. “Porque si no tenés miedo te exponés y te arriesgás a cosas que pueden ser perjudiciales para vos o para tu dotación. El miedo es lo que va a hacer que no arriesgues tu vida o la de otra persona”.

Eso lo fue aprendiendo durante los dos años que cursó como aspirante hasta 2016 para ser la única bombera en graduarse de un grupo grande que había arrancado en 2014. Su entrada fue algo impulsiva. “Un día llegué a mi casa y le dije: Ma, me inscribí a los bomberos”, se acuerda. Tras varios exámenes y capacitaciones casi todas las semanas con prácticas y simulacros llegó a ser parte del equipo que hoy responde a los incendios en la región 7 de Córdoba.

Uno de los tantos focos en los que el fuego continúa avanzando en la provincia del centro del país es el de Villa Amancay. Allí, con la ayuda desde el aire de dos hidrantes, mientras un helicóptero permanece en alerta, trabaja entre otros la dotación de bomberos voluntarios de San Agustín. De los que ya lograron sofocar las llamas, Lucía participó en los operativos que se llevaron a cabo en Alta Gracia, Malagueño y Villa Carlos Paz.

Contrario a los estereotipos de género que recaen sobre ciertas profesiones, Lucía es clara con que la desigualdad no existe en su ambiente de trabajo: “Nunca sentí una diferencia por ser mujer. Tengo el apoyo de mis amigos, de mi familia y nunca nadie me trató diferente. Sinceramente, en mi cuartel, somos todos iguales, hombres y mujeres. Cada uno conoce cuáles son sus límites sin importar quién sos. Nadie te va a criticar por no poder hacer una tarea, lo vas a decidir vos conociéndote”.

“Estoy muy orgullosa de pertenecer a este equipo. Cada vez que los veo abandonar todo, nuestras familias, nuestros trabajos, nuestro tiempo, para ayudar al prójimo, me llena de orgullo. Vamos con ganas de frenar esto y ayudar a cambiar esta situación. Cuando se vuelve de un incendio que lograste parar, la sensación que te invade es impresionante. Y cuando no lo lograste parar, estás esperando volver a salir para sofocarlo”.