La licencia por paternidad en la Argentina otorga a los nuevos padres un total de dos días libres de trabajo seguidos a la fecha de parto, con goce de sueldo, según lo indica la Ley de Contrato de Trabajo (Ley N° 20.744). Más allá de esto es clave reconocer que todavía siguen observándose fallas en el sistema y por eso es necesario entender que el reclamo de varios sectores de la sociedad para la extensión de las licencias -tanto por maternidad como por paternidad- es dar un paso más en la lucha por la igualdad de género en nuestro país.
Previo a las elecciones del 2019, hacerse eco de la problemática fue una de las grandes promesas de campaña del Frente de Todos. Lógicamente, a causa de la pandemia, los tiempos se extendieron más de lo deseado. “Argentina es uno de los países latinoamericanos más retrasados en regímenes de licencias parentales. Por eso enviaré un proyecto de ley para lograr en nuestro país un régimen de licencias parentales igualitarias”, confirmó el presidente Alberto Fernández -quien fue padre hace pocos días y no se tomó licencia- durante el discurso de apertura de las sesiones ordinarias en el Congreso Nacional durante el 2022.
En la actualidad, de acuerdo con la Ley de Contrato de Trabajo, las personas gestantes tienen una licencia de 90 días por embarazo -de tres meses, pudiendo extenderse hasta los seis garantizando el puesto de trabajo- y tan solo dos (2) días corridos por nacimiento como “licencia de paternidad”. Esto se encuentra por debajo de la recomendación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su Convenio sobre la protección de la maternidad (N° 183), que aconseja como mínimo 14 semanas (98 días) mientras que la Recomendación sobre la protección de la maternidad (N° 191) sugiere que se extiendan al menos 18 semanas (126 días) -que se prolonguen en casos de nacimientos múltiples-. Es decir que Argentina se encuentra por debajo del estándar mínimo recomendado.
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En diálogo con El Destape, Diego Pins, una de las caras del proyecto Paternando, nos contó que hay varios proyectos para llevar adelante "una de las pocas luchas que impulsan los varones" remarcando la importancia que el papá tenga más tiempo con su bebé y con su compañera. "Los dos días que permite la ley de contrato de trabajo fueron pensados para cumplir los trámites administrativos, no alcanza para nada, es una locura", manifestó. Los números de los proyectos oscilan entre los 10 y 15 días -como mínimo debería ser un mes- aunque hay, en la actualidad, empresas y sectores públicos que otorgan dos semanas sin estar reglamentado.
El objetivo principal beneficia a varones, bebés y mujeres, extendiéndose la misma lógica para casos de adopción o subrogación de vientres. "El varón debe correrse del rol, generar un cambio en la historia y dejar de ser papá proveedor. Tiene que tener un papel más activo. La neurociencia avala que los hombres que se involucran sufren modificaciones en su cerebro que favorecen el vínculo y el apego con ese bebé. Desde lo social, uno entiende que para conocer a alguien se necesita tiempo y compartir momentos", sostuvo.
Pins destaca, desde su lugar, la importancia de "formar papás" que, tal vez, generacional y culturalmente no vivieron los roles de cuidado ni siquiera a la hora de jugar "a ser papá" o a "pasear a un bebé" -dejando a la vista la falta de perspectiva de género en los primeros años de vida-. Sobre esto, señaló: "Se burlaba de quien jugaba con eso, era mal visto y eso queda en el inconsciente individual y colectivo. A veces vemos el comentario peyorativo de ‘te quedaste a cuidar a tus hijos, sos el niñero’. Se empieza a ver un movimiento, un quiebre, pero en el fondo está esa sensación todavía”.
Sin lugar a dudas esta idea de darle lugar a la paternidad cambia la construcción cultural de la figura de padre, lo despoja de la idea de ser proveedor y estar poco tiempo en casa, alejándose de los estereotipos reproducidos en tiempos pasados. "Al varón le cuesta formar parte de espacios terapéuticos y de autoconocimiento pero a medida que esto avanza y se socializa, hay cada vez más. Es lindo compartir experiencias, dudas, miedos y resoluciones con otros papás. No podés ser papá solo. Empieza a aparecer la cuestión de la escucha empática y la validación de las emociones que antes, quizás, era más femenino. Todo empieza a modificarse, desde los vínculos primarios hasta los secundarios y los chicos creciendo en familias con esta mirada", analizó.
Licencia obligatoria y afectación de vínculos
Frente a la posibilidad de que alguno de los proyectos se legalice e implemente, advirtió: "Necesitamos rearmarnos y aprender. Luego, si los papás consiguen más días de licencia, ¿cómo se llenan? Tiene que haber un movimiento que los involucre en todos los aspectos, a repensarse en sí mismos, conocer sus limitaciones y encontrar, en conjunto, nuevas maneras de crianzas". Al mismo tiempo puso énfasis en casos de enfermedad o nacimientos prematuros donde todo depende del empleador y muchas veces se pone en peligro lo laboral. "Esto también iguala las condiciones de contratación. Entre un hombre y una mujer, se entiende que económicamente el varón te ahorra los meses de licencia. Esto modifica las reglas de juego para bien, para tener una sociedad mucho más justa", destacó.
Sobre esto último, opinó que tomarse la licencia debe ser obligatoria: "Si vos tenés la opción de no tomarte días, quedarías en falta frente al empleador y ahí está el riesgo de vuelta; se reinicia el ciclo de que si quiero hacer una carrera laboral dentro de una empresa pero me tomé todos los días, que eso no me perjudique". Y agregó: "Además del derecho, también está el deseo de ser padre. Nuestro lema es que la responsabilidad es 100% de cada uno y no 50 y 50".
En relación a los vínculos afectados entre padres y bebés al volver a trabajar a los pocos días del nacimiento, el co-director de Paternando nos dejó en claro que se ve una clara influencia pero destacó que no quiere ser "determinista" ya que "todo se puede recuperar, aunque con otras condiciones y otros esfuerzos". Mientras que, basado en la ciencia, afirmó: "Hay ventanas de crecimiento y aprendizaje que son difíciles de cubrir. El cerebro del papá cuando está involucrado se modifica de la misma manera que el de la mujer". Y sumó: "El hombre tiene el deseo de querer estar, aprovechar el tiempo, verlo, no perderse nada. La presencia hace la diferencia, siempre con calidad (interactuando, jugando, incentivando y estimulando al bebé)".
¿Qué es Paternando?
El proyecto Paternando nació a principios del 2019, gracias a Matías Criado (psicólogo con perspectiva de género) y Diego Pins (Counselor-Disciplina Positiva). "Nuestro objetivo es acompañar en esta transformación, en ayudar a que más varones se animen a experimentar la paternidad de manera respetuosa, involucrados conscientemente, tolerando los vaivenes y las crisis", explican en una de sus primeras publicaciones.
Pins, al preguntarle sobre la reacción de allegados al iniciar dicha idea en redes sociales, explicó: "Cuando le contamos el proyecto a las mujeres les gustó y entendieron lo que estábamos haciendo. Cubrimos este rol porque muchas mujeres quieren transmitirle estas ideas a su compañero y no saben cómo porque entran en discusiones". Y sumó: "Cuando empiezan a escuchar que hay otro varón hablando sobre esto es distinto, dicho en 'palabras de varón'. Quizás cuando una mujer le dice 'tenés que ocuparte más', lo ven como una crítica. Intentamos decirlo de otra manera, sabemos lo que les está pasando".
Más allá de los cambios, advierte que muchos papás no se animan a contar en sus grupos de amigos que forman parte de un grupo de padres "por miedo a la burla". Actualmente trabajan con tres grupos, de entre 7 y 10 hombres (a veces hay más), donde dialogan sobre la paternidad, la crianza respetuosa (poner límites desde el afecto y no desde la imposición a través de la violencia), las parejas, sus historias como hijos -y la falta de modelos a imitar- y talleres de preparto donde analizan el rol que deben cumplir en la sala de parto, además de las preguntas que deben realizarle al obstetra para contar con toda la información necesaria mientras acompañan a su compañera.
"Les cambia la cara ver a otros padres pasando la misma situación, empatizan los miedos y comparten emociones. También hacemos foco en la escucha empática porque el varón siempre intenta solucionar el problema y la crítica de algunas mujeres es que escuchen, no que hagan mansplaining. Practicamos entre nosotros, escuchamos lo que le pasa al otro. Después hay tiempo de proponer opciones, nadie tiene la verdad y nos contamos lo que a cada uno le funcionó en su experiencia", cerró Pins.
Licencias parentales en el mundo
En julio del 2021, Unicef publicó un estudio donde se observa cuáles son las naciones con peores licencias de paternidad: allí aparece la Argentina junto a Belice, Bolivia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, Panamá y República Dominicana -todos ellos, brindando menos de cinco días-. Brasil y Chile cuentan con cinco días remunerados; Colombia, con ocho también pagos; Ecuador y Perú, 10 días; mientras que los más destacados en América Latina y el Caribe son Uruguay, Venezuela y Paraguay, todos con dos semanas con goce de sueldo.
De todas formas es importante destacar que el mundo refleja una gran desigualdad en lo que refiere a las licencias tras el nacimiento de un/a hijo/a. Entre los países pioneros en acortar dicha brecha laboral, que termina reproduciendo violencias y abusos relacionados con el género, aparecen: Dinamarca (52 semanas para ambos padres), Suecia (480 días entre ambos), Francia (entre 25 y 32 semanas), Islandia (16 semanas), Suecia y Finlandia (9 semanas). Otro país que se destaca es España que pasó de 8 semanas (2019) a 12 semanas (2020) y luego, en este 2022, a 16 semanas. En Países Bajos (5 semanas), Reino Unido, Bulgaria y Croacia (15 días), Eslovenia (11 días), Italia y Bélgica (10 días). Mientras que en Francia depende de la cantidad de hijos que tenga la familia.