Huyeron de la posguerra y crearon una de las bombonerías más importantes de Buenos Aires en 1938: hoy ofrecen más de 50 tipos de ese chocolate

Rellenos de frambuesa, almendras, nueces, avellanas y hasta con licor son algunas de las múltiples ofertas que presenta A los holandeses, la bombonería creada hace 86 años. Trabajan con el mejor chocolate y explotan de clientes todo el año, pero sobre todo en el Día de la Madre, el Día del Amigo, el Día de la Secretaria y las Pascuas. 

22 de septiembre, 2024 | 00.05

Los bombones son infalibles y Asiria Álvarez, la dueña de la bombonería más antigua de Buenos Aires, lo sabe. Ya sea para celebrar nacimientos, bautismos, el Día de los Enamorados o para una “atención”, el bocadito dulce siempre es un buen regalo.

Kaloian Santos

La bombonería A los Holandeses se encuentra ubicada en Avenida de Mayo 826, en el barrio porteño de Monserrat, en una zona neurálgica de la Ciudad de Buenos Aires. Es un negocio pequeño, con un toldito rojo afuera y una vidriera donde se exhiben peluches y muchas cajas de bombones, algunas rectangulares y otras en forma de corazón, todas con moños pomposos, hechos artesanalmente por Asiria. Por dentro, conserva buena parte de los mostradores y vitrinas originales, al igual que los pisos y un empapelado floreado con fondo beige.

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Comenzaron teniendo solo cuatro tipos de bombones y hoy en día hay más de 50 variedades: rellenos con avellanas, licor, mousse de chocolate, dulce de leche, o nugat, entre tantos otros. Antes de la entrevista, Asiria pregunta: ¿Querés comenzar probando un bombón?

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La historia

A los Holandeses fue fundada en 1938 por una familia de origen polaco-judío que llegó a Argentina huyendo del nazismo. Como Holanda (Países Bajos) se había declarado país neutral, decidieron bautizar a la bombonería de ese modo, en honor al país de los tulipanes.

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Al poco tiempo la familia sufrió una serie de desgracias y tuvieron que vender el negocio. Fue ahí que lo compró un tío de Asiria, Avelino Álvarez, un español que a fines de la década del 30 se había tomado un barco desde Asturias con destino a Argentina. “Era un hermano de papá. Él tenía otro hermano mayor que estaba en la Guerra de Melilla, en África, y hacía un año que no se sabía nada de él. Entonces mi abuela dijo que no quería que otro hijo fuera a la guerra y lo mandó a Avelino a la Argentina”, relata Asiria en diálogo con El Destape.

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Avelino primero compró una panadería en Mar del Plata, pero “tenía vida” solo en verano. Entonces compró la bombonería como una forma de “pasar el invierno”. Fue así que desde 1942 se puso al frente del negocio junto a su esposa, llamada Mercedes Más de Álvarez.

Unos años más tarde, en 1952, Asiria, que en ese momento tenía 6 años, y su padre Luis tomaron el mismo barco que se había tomado su tío Avelino desde Asturias y llegaron a Buenos Aires. Se instalaron en la localidad bonaerense de Munro y al poco tiempo Luis se sumó a la bombonería.

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Asiria se crió yendo y viniendo de la chocolatería, en medio del público devoto de sus productos. “Como ellos no tuvieron hijos yo era una sobrina muy malcriada", admite Asiria.

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A lo largo de la década del 50 y del 60, la Avenida de Mayo era “muy prestigiosa”, y era un paseo caminar por sus veredas repletas de cafés, restaurantes, confiterías y bombonerías, un rubro que llegó a tener hasta cuatro locales diferentes a lo largo de cuatro cuadras. Al local en general siempre le fue muy bien, especialmente los sábados y domingos. “Existía una disposición para que los domingos cerraran los negocios, pero mi tío no quería acatarla porque los domingos era el día que más se trabajaba. Mi tío era un adicto al trabajo. El negocio era su vida”, rememora Asiria.

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Aunque Asiria era muy chiquita, aún recuerda los peligros que enfrentó su familia en su Asturias natal en la época de la posguerra española. “Había mucha represión porque Asturias se convirtió en un bastión republicano. Entonces muchas familias debieron refugiarse en el monte. Como nosotros vivíamos en la parte de arriba (del monte) tuvimos que mudarnos a la casa de mi abuelo que estaba ubicada más abajo. Hasta que un día amenazaron a mi familia y ahí mi papá decidió que nos fuéramos a Argentina. Yo crecí acá, hice la escuela, mis amigos y llegó un momento donde ya me consideré de aquí, de Argentina”.

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En la década del 80 empezaron a programar series españolas como “Anillos de oro” de las que Asiria se hizo una fiel seguidora. Al mismo tiempo, como buena asidua al teatro, fue a ver una obra sobre (el escritor español) Antonio Machado, interpretada por el actor José María Vilches. “En una parte del monólogo describe el monte asturiano y yo me largué a llorar desconsoladamente y redescubrí que era española”, cuenta emocionada.

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Una nueva generación y el toque distintivo

A fines de la década del 70 Asiria también se sumó a trabajar en la bombonería. “Era como una especie de mandato familiar, pero a mí me gustaba y disfrutaba de la atención al público”, describe.

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Avelino, que era 20 años mayor que su hermano Luis, estuvo al frente del local hasta principios de la década del 80. Luego Luis tomó la posta hasta que falleció en 1988 y finalmente el legado continuó en manos de Asiria.

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A partir de la década del 90, Asiria agregó peluches y cajitas musicales al negocio y le cambió la impronta a las presentaciones de las cajas de bombones. “Mi tío me había enseñado a hacer moños pero yo los empecé a hacer más grandes, más llamativos y más pomposos”, revela.

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Más de 50 tipos de bombones

Hoy en día el negocio cuenta con más de 50 tipos de bombones, entre los que se destacan los rellenos de frambuesa, con almendras, nueces, avellanas, licor, marroc, mousse de chocolate, dulce de leche, dulce de leche y coco, con un toquecito de licor, y nugat.

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También ofrecen las flores y “lengüitas” de chocolate, que pueden ser de chocolate blanco, negro o con leche, las famosas naranjitas abrillantadas bañadas en chocolate semiamargo, varias confituras como garrapiñadas, turrones, confites “de los buenos, no los rompemuela”, tabletas de chocolate, ciruelas con dulce de leche y un toquecito de rhum, gomitas de fruta elaboradas con pulpa de fruta pura, cajas de los famosos chocolates italianos Baci, y los consabidos alfajores santafesinos Merengo.

Uno de los toques distintivos de la chocolatería es que ofrecen “oruzú”, unas pastillas de goma hechas con regaliz (una planta) negra. “El sabor es parecido a los caramelos Media Hora. Yo siempre digo que es un sabor mentolado, eucaliptado y anizado. En Francia se llama regaliz y en Italia liquorice y se usa mucho, es más fuerte que acá”, cuenta Asiria.

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Sobre los mostradores hay cintas, moños, carameleras y las cajitas de bombones de un cuarto y medio kilo. Hay de diferentes colores y todas llevan el logo de los dos molinos dorados, característico de la bombonería, la dirección y el teléfono (que conservan sin el número 4 por delante)

Asiria revela que las fechas en que más se trabaja en la bombonería son el Día de la Madre, el Día del Amigo, el Día de la Secretaria (4 de septiembre) y las Pascuas porque hace poco empezó a hacer huevos y desarrolló una especialidad que son los huevos de chocolate con almendras. “Para esos directamente tengo pedidos de empresas que compran en cantidades”, admite. La chocolatera recuerda que, en otras épocas, en la previa de varias de estas fechas tenía que contratar empleadas especialmente, algo que ahora es impensado porque “estamos en una crisis total”.

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Entre los bombones preferidos por el público se encuentran los de chocolate amargo. “Fue un trabajo de hormiga de mi parte porque empecé a ofrecerlos para que la gente los probara. Tenemos un chocolate amargo de muy buena calidad y en realidad no es amargo, es cacao puro entones tiene verdadero gusto a chocolate”, enfatiza.

La bombonería funciona de lunes a viernes de 10 a 18:30 y en el verano cierran por vacaciones. El local tiene 86 años y conserva clientes históricos que perduran a pesar del paso del tiempo. “Una vez un señor mayor entró y me dijo que de chico le habían regalado un muñeco en forma de bambi de pañolenci de acá ¡El señor se acordaba!”, relata emocionada Asiria, y concluye: “El negocio es una parte de mi historia”.